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Cultură

Quizá va siendo hora de que las mujeres se planteen lo de ir desnudas a las manifestaciones

Llámame quisquillosa, pero creo que si estamos decididas a usar nuestros pezones por la causa de la revolución social, tenemos que asegurarnos de no caer en la trampa del binarismo de género.

Foto de Femen en una manifestación en Londres. Imagen vía Hannah Ewens.

Este artículo apareció originalmente en VICE UK

Pezones. Son el origen de muchos problemas, ¿verdad? Primero los censuran en Instagram (pero solo los femeninos, porque son más sexuales e indecentes, por supuesto), provocando que surja todo un movimiento (#freethenipple). Seguramente tampoco te habrá pasado desapercibida su proliferación generalizada en nombre del activismo social.

La semana pasada, activistas de AnimaNaturalis y PETA se reunieron en Pamplona para protestar contra la crueldad hacia los animales en los sanfermines, una celebración bastante horrible, sobre todo si eres un toro.

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Para llamar la atención sobre la crueldad de esta tradición, los asistentes a la protesta se untaron el cuerpo con pintura roja y se tumbaron desnudos en las calles de Pamplona, fingiendo que estaban muertos. Me da la impresión, solo una corazonada, que fue gracias a los pezones de las chicas que aquella protesta salió en las noticias.

Desde hace un par de años, el uso del desnudo femenino para llamar la atención sobre problemas sociales se ha convertido en tendencia. Desde las manifestaciones contra el consumo de carne de PETA, en la que (más) mujeres y hombres semidesnudos se envolvieron como si fueran bistecs, hasta Chelsea Handler posando en cueros a lomos de un caballo o las manifestaciones contra el aborto en Colonia, el cuerpo femenino ha resultado ser una herramienta muy útil para expresar disconformidad. ¿Por qué no iba a serlo? El físico de la mujer está tan cosificado que su mera exhibición constituye una forma de protesta efectiva. ¿Indignada por los bolsos de piel de cocodrilo de Hermès? ¡Pues túmbate desnuda en las calles de tu ciudad!

La estrategia funcionó para Femen, al menos hasta cierto punto. Su proclama dio en el clavo. Quería que se percibiera el cuerpo femenino como un instrumento poderoso y potencialmente violento, y no solo como un receptáculo vulnerable, penetrable y que envejece paulatinamente. Lamentablemente, su argumento se vino abajo desde el momento en que esas mujeres que arriesgaban la vida para protestar contra el sexismo opresivo fueron amonestadas, al parecer, en función de su atractivo físico. No hay nada más deprimente que explotar la seguridad y la confianza de otras mujeres hasta ese punto.

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Llámame quisquillosa, pero creo que si estamos decididas a usar nuestros pezones por la causa de la revolución social, tenemos que asegurarnos de no caer en la trampa del binarismo de género. Los medios que se hacen eco de las protestas con desnudos son los mismos que fomentan los estereotipos de género prehistóricos con titulares sexistas.

Quizá cabría preguntarse: una vez que tienes a los medios y a los oligarcas brindando por tus manifestaciones en pelotas, ¿hasta qué punto sigues teniendo el control? ¿Acaso no podría considerarse que todo el revuelo por el desnudo de Heather no hace más que reforzar el manido concepto de que el cuerpo de una mujer no es más que la suma de sus partes físicas? Supongo que no hay una respuesta definitiva, pero con la proliferación de este tipo de protestas, el asunto ha trascendido a la propia Heather. No soy una especie de policía del cuerpo (me encantan los pezones y saco los míos a que les dé el aire muy a menudo), pero no estoy segura de en qué punto deja de ser una protesta para convertirse en un ejercicio de desinformación.

Al menos, en el caso de #freethenipple, el desnudo tenía todo el sentido. Pero aun así, ¿habría bastado con exhibir los pezones para acabar con una cultura sexista muy arraigada? La semana pasada, Refinery 29 publicó un artículo titulado "Liberemos al pezón, pero asegurémonos de protegerlo primero", que arrancaba con la siguiente frase: "Si quieres que tus pechos luzcan superfirmes en la playa (con o sin bañador), es esencia trabajar los pectorales". Quizá sea el mayor secuestro de un tema social para encastrarlo en un concepto opresivo de la feminidad y la juventud que haya visto jamás.

Si vamos a usar nuestro cuerpo como forma de protesta y publicidad, al menos tratemos de no someternos a los ideales de feminidad fomentados por la prensa y las revistas de moda. Debemos ser más agresivas y originales. Debemos entender que los medios predominantes están deseosos de adoptar nuestra desnudez y usarla para su propio provecho, mal que nos pese. Por eso debemos alejarnos de esa senda y plantar cara al concepto tradicional y capitalizado de la feminidad.

Lo que me encantaría es ver a las mujeres frotándose las pantorrillas con sangre menstrual e imitar a un toro herido. Quiero ver una espesa mata de vello púbico en las marchas contra la austeridad. Quiero ver a alguien meando delante de los políticos que nos arrebatan derechos. Es hora de superar la idea de que la simple desnudez resulta chocante y controvertida (cuando lo único que realmente hace es aumentar las ventas de periódicos) y de que reunamos el valor suficiente para hacer algo horrible y aterrador con nuestros cuerpos. Así, seguro que nuestro mensaje llegaría con más fuerza, sin importar cuál fuera la causa.

Traducción por Mario Abad.