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Música

Del perreo y cómo censurar el placer culposo y más bien darle paso al placer sin etiquetas

El reggaeton, en toda su misericordia y abundante honestidad, se inventó para cantar y perrear hasta el cansancio. Y nada más.

Tomasa del Real,

Hay que admitirlo, en un nivel muy específico —y con MUCHO cuidado—, a las mujeres nos gusta ser objeto de deseo, siempre y cuando no nos sintamos convertidas en la metáfora musical de una sex doll de plástico para satisfacer las chaquetas mentales de los hombres (reggaetoneros) del planeta.

Antes de verse satanizado, el reggaeton era (es) más bien una manifestación cultural, un engendro musical, que vio la luz en Panamá y se cohesionó en Puerto Rico como lo que conocemos hoy. El chiste era cantar sobre gozar del sexo, del amor y del cuerpo, pero también sobre problemas de la calle y roles de género: poesía callejera, códigos del subsuelo, una manifestación más de lo que Chuck D dijo que era el hip hop de Nueva York en los años ochenta: El CNN de su comunidad. Que es un fenómeno que se ha replicado en el planeta docenas de veces. Si bien es latino y la cultura es familiar, finalmente perrear podemos conceder que es algo "ajeno" a las costumbres que pudiéramos (o no) tener en México. Pero satanizar por completo el reggaetón por las canciones misóginas que llegan a nuestro manistream, sería como decir que los corridos son una porquería simplemente porque hay canciones de banda que invitan a la violencia, sin tomar en cuenta la narrativa de las historias que, para bien o para mal, son parte de nuestra cultura y en muchos casos, además, alcanzan grados de complejidad literaria que ya quisieran muchos profesionales de la palabra. Además, también es obvio que no son una representación definitiva de la cultura mexicana.

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Habiendo nacido en el Caribe, es de entenderse y esperarse que sea de ritmos calientes y pensado para invocar la sensualidad, siendo la mujer la protagonista en la mayoría de los casos. Al ser latino y hablar de mujeres, es obvio que le canten al culo y a la cadera. Si se elige bien, podría inclusive empoderar el rol que juega la mujer. “Si se elige bien”, haciendo énfasis en el elegir bien: aunque queremos echarle la mano al género, no puede pasar desapercibido que en muchos casos, el mensaje es de objetivación machista y sexista de la figura femenina… Sin embargo, al respecto ya se ha hablado hasta el cansancio y por ahora, se trata de entenderlo desde la otra perspectiva.

Gracias al boom que ha obtenido en los último años, el reggaetón se ha vuelto la alternativa de muchos artistas para resistirse al olvido y aferrarse al mainstream, de manera que ahora tenemos a una Maria José de Kabah tratando con todas sus fuerzas de hacer un reggaetón pegajoso mientras, bailando (obviamente), hace la declaración de que “son otros tiempos, los hombres nacieron de las mujeres y que ya llegaron las que mandan”. Se agradece, pero se queda en el intento cuando trata de empoderar a la mujer en "Las Que Se Ponen Bien La Falda", cuando todo lo que escuchamos es un cliché desesperado, totalmente forzado y prefabricado, y que al final se pierde entre tanta confusión de un escuadrón de mujeres coreografiando delante de un helicóptero. Es un video de rap que es un video de reggeatón que habla sobre empoderar a la mujer. Entendamos que el reggaeton no nació tanto a manera de protesta como lo hicieron otras fuentes musicales y, si bien, es totalmente válido recurrir a este discurso, para que funcione, como en cualquier otra cosa en esta vida, tendría que hacerse bien y, sobre todo, sonar honesto. Pero el intento por mostrar que tiene "calle", con Ivy Queen en la colaboración, más bien hay que entenderlo en su exacta dimensión: una más de las sutiles manifestaciones del capitalismo global.

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El reggaeton, en toda su misericordia y abundante honestidad, se inventó para cantar y perrear hasta el cansancio y nada más. Su primordial tarea es asentar el escenario que te obligue a sacar los contoneos de cadera más sensuales que te permita la cintura mientras fluyes restregando tu cuerpo en el cuerpo de alguien más. Por ende, explora un lado sensual que vuelve casi casi vulnerable y con el que, obviamente, no todo mundo se siente cómodo. El reggaeton va de eso. De admitir, en cierto punto, que te identificas con la letra explícita y lo trivial que puede parecer al hablar, en la mayoría de las ocasiones, exclusivamente de temas sensuales, sexuales y/o románticos. Nada más. Nada menos.

Con el reggaetón, no venimos a indagar sobre la espiritualidad del ser humano ni mucho menos sobre su papel en la saga del universo; ni siquiera a experminetar ningún tipo de sentimiento elevado o que edifique el espíritu humano. Se trata más bien de explorar sobre el cuerpo y el ritmo. El reggeatón tiende a ir hacia el suelo, incluso físicamente. Ahí, justo donde está el problema se encuentra también la virtud: es música para confesarle que te gusta, que te lx quieres dar bien duro o que ya le cachaste la mentira. A diferencia de la música en la que es básicamente un viaje a pensamientos intrínsecos, el reggaetón va no sólo de bailarte y disfrutarte tú, sino también de bailarle a la otra persona como si le quisieras decir algo con tus movimientos y de invitarle a que se disfrute a tu ritmo y con tu cuerpo. Y eso, claro, es una cuestión que tiene mucho que ver con la educación. No es tanto que te guste Radiohead, sino que tu educación es de cierto modo y la construcción social del gusto necesariamente hace que estés parado en algún punto.

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Por eso, de pronto asusta o causa repele. El argumento es totalmente justificado y viene del acercamiento a mensajes como: “Haciéndolo contigo yo me crezco / Bien rico te lo voy entrando, bien lento / Me grita "Geezy, más duro" / y yo que soy un bellaco / la embarro toda de crema y ese culo se lo ‘esbarato.” ("La Ocasión", por De La Ghetto, Arcangel, etc), siendo este sólo uno de tantos ejemplos, los cuales pueden llegar a ser aún más sádicos y explícitos. La imagen mental está demás, el discurso es algo similar a la experiencia de cuando te mandan la foto de una erección que no pediste, de un bato que no te importa y que, además, el muy imbécil piensa que te está haciendo un cumplido, —o sea, acoso absoluto.

Ahora sí que, dependiendo la ocasión, hay a quien le pueden gustar las cochinadas en el oído y acá no hablamos de slut shaming; también hay a quien no le gustan nunca y también a quien no le podría importar menos, pero así, también hay a quien le gusta el término medio y formar una imagen mental con el cachonderío verbal sin llegar al acoso y que, plácidamente, podemos escuchar en cualquier canción mientras quien te gusta te baila bien pegado. Tratar de juzgar o entender de qué va cada cual, sería como meterse con lo que a cada quien le gusta que le digan al oído en la cama… o en la sala… o donde sea… Y eso depende, literalmente, de cientos de factores en tu historia personal y no tiene por qué ser igual en ningún caso.

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Y bueno, las cosas evolucionan, y los artistas se vuelven más conscientes de su papel en la trama social. En ese sentido, sumándose un poco a la tendencia de la música más producida, el trap y el reggaetón han buscado mejorar su calidad musical y dicha mejoría va de la mano con la letra; aunque la tendencia es seguir hablando de nalgas, ahora lo hacen con más delicadeza.

"Safari" de J Balvin es una canción producida por Pharrel Williams —quien nos presume su maestría cantando español, millones de veces mejor que Selena Gomez— y un video dirigido por Grant Singer, quien tiene en su currículum clientes como The Weeknd, Ariana Grande y Ariel Pink, entre otros. Por la parte cultural, es genial que no sólo atraiga oídos a la lengua hispana, sino que a su vez ocasione la incursión de gringos cantando en nuestro idioma cuando no pareciera necesario; lo que me encanta, es que encontramos acá la culminación de todo el argumento cuando, durante toda la canción, se la pasa idolatrando su sensualidad, que a ella le gusta y que a él también mientras ambos perrean y cachondean… hasta que un bastardo le da una nalgada y ella le pone una madriza en el minuto 2:56. O sea: entendamos algo, a las mujeres sí nos gustan las nalgadas, el perreo, el cachondeo y la palabras calientes al oído, pero con el bato que nos gusta; y parece obvio, pero a los hombres habría que pedirles que hicieran cien planas: esto no tiene por qué interpretarse, en ningún nivel, como una invitación para todos los demás. La actitud machista de interpretar cualquier vestigio de sensualidad como una invitación a participar es lo que ha concluído en la censura clasista de estas expresiones corporales y musicales para convertirlas en el placer culposo de “mujeres facilonas y hombres machistas”, como si no fuera algo que cualquier persona pudiera disfrutar sin sentir que es inapropiado o de mal gusto.

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Por otro lado, tenemos a Tomasa Del Real con un reggaetón menos producido y más arrastrado pero igual de honesto. Si el poder admitir: “quiero hacerlo y olvidarme de tu cara, luego bañarme y dormir” sin culpa, no empodera a una mujer; entonces no sé qué lo haría. “Todos esos perros me quieren llevar pero yo me voy para otro lado” y un cúmulo de frases sencillas pero tajantes, determinan que ella es quien tiene el control de la situación y sólo anda disfrutandose, como nos contó en ésta entrevista: “hago lo mismo que hacen los reggaetoneros: soy agresiva y hago reggaetón para las mujeres que quieren cantarle y devolverle las mismas hueás a los minos. Que el hueveo sea para ambos lados ahora”. Aplausos.

También existe la tercera cara de la moneda, la parte romántica del argumento del que llegan ejemplos como "Encantadora" de Yandel y "Pierdo La Cabeza" de Zion y Lennox, (también con Yandel en el remix). Acá, obviamente, hablan de hacer el amorcito pero también de toda esa parte del enamoramiento, las emociones, la fiesta y el baile, ¿quien iba a pensar que el reggaeton tendría frases como: Desde que te conocí / perdí la cabeza por ti / tus ojos, tu boca, me hacen sentir / como si fueras mi razon de vivir”?, rayando en lo empalagoso pero sin dejar de ser música para el cachondeo.

Reggaetón lésbico, ¿qué más hay que decir al respecto? Música que habla de tijeretas, teta con teta y dildos con maravillas de la poesía como: “Me gustan tramposas, me gustan bandoleras, me gusta la mujer empoderada, pero me gusta mucho más si se come esta empanada”, porque, en serio, no hay nada que empodere más a la mujer que ser inclusivos y reconocer que el sexo no sólo es heterosexual. Chocolate Remix trae para nosotros, desde Argentina, esta tendencia que se sale del cuadro rígido de moverle las nalgas exclusivamente a los hombres. Y no nos olvidemos de Marako Intenso en Chile, representando el reggeatón gay y marginado.

Al final, se trata de elegir el son al que se quiera bailar y una vez definido, hacerlo sin arrepentimientos. Que los placeres culposos dejen de existir y que la gente se disfrute sin inhibiciones. De eso se trata el siglo XXI, ¿no?

Liss sube cosas de música y la vida, síguele los pasos de baile por acá.