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Música

Existencialismo, filosofía e introspección en ‘El Círculo’, el nuevo disco de Kase.O

Escuchar lo último de "El Puto Amo" es quedarse atrapado en un diminuto cuarto caótico empapado de emociones viscerales.

No ha sido fácil. Ni para Kase.O, que desde los 13 años empuñó un bolígrafo y empezó a escupir los rapeos decanos de la lengua, ni para sus fans, que todo el tiempo exigen algo nuevo. Sin embargo, escucharlo tan fluido y enigmático en sus letras después de tantos años, refleja la responsabilidad de decir algo contundente: bien sea desde el rap vieja escuela e imparable de Violadores del Verso o en clave de jazz con el Jazz Magnetism, en combo y en solitario.

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En la segunda mitad del 2015, Kase.O nos preparaba para lo que vendría con el Maxi Single Previo que solo tenía tres canciones y claro, nos dejaba antojados de más. Pero hoy tenemos en las manos y los oídos el corazón latente de Javier Ibarra en una entrega de 17 canciones condensadas bajo el título de El Círculo, y es más filosofía y ciencias humanas que geometría y matemática. Aunque tiene un poco de ambas.

El Círculo se puede entender como la vida misma, y qué es la vida sino una serie de sucesos mediados por el azar, una obra de teatro con algo de drama, un toque de comedia y una dosis de ficción. Precisamente eso es este disco: una obra de teatro donde el escenario en el que se parió el guión es un lugar alejado de todo, silente y perfecto para la introspección.

Kase.O nos ha entregado una obra completa, con un Intro, dos interludios y un Outro donde el paisaje no es otro que un cuarto pequeño, caótico y desordenado. Inundado con hojas de papel arrugadas en el piso, frases recortadas y pegadas en la pared y un ambiente sofocante donde se siente el odio, la frustración y la desesperación. También se cuelan algunos rayos de sol por la ventana y eventualmente hubo sexo desenfrenado, fruto de un amor puro y pasional. No es la habitación de un semi-dios, es el cuarto de un mortal que aunque se haya ganado el título de "El Puto Amo", también sufre las desdichas de cualquier humano. Tal vez muchas más.

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Y sin embargo es un espacio en el que constantemente se crea y se destruye a sí mismo.

A lo largo del disco, uno se da cuenta que la habitación caótica es a su vez la metáfora perfecta de lo que pasa en la mente de Javier Ibarra alias Kase.O. El Círculo es su intimidad: No por nada aparece él desnudo en la portada. Convertido en filósofo de su propia existencia, nos deja ver su fijación por el perfeccionismo en frases como "A media noche me despierta un pensamiento/ del que salen miles/ y de estos miles quedan 100. 10. 2. 1. /Solo un verso gana esta lucha atroz". Nos pinta estampas desoladoras y depresivas. Se muestra transparente ante sus miedos y complejos en canciones como "Triste", "Guapo tarde" y "Basureta (Tiempos raros)", donde el dolor se vuelve visceral y la desesperación se convierte en un nudo en la garganta para ahogar el llanto durante una sustanciosa inmersión en el pasado. Pero también en este pequeño cuarto se revelan imágenes nostálgicas, como en "Viejos ciegos", una serie de relatos de Xhellaz y Sho Hai, donde hablan de su larga relación con la bebida que, entre otras cosas, parece ser la cura a la timidez de Kase.

En este cuarto también caben emociones fuertes como el odio, la ironía y el sarcasmo, tanto hacia la industria musical como a los MCs que tratan de imitarlo y la situación política global. Canciones como "Esto no para", "Interludio quieren copiar", "No sé qué voy a hacer", "Pavos reales", "Interludio Risoterapia" y hasta el mismo "Intro", muestran su posición y sin asco en cuanto a los aspectos anteriores. Y obviamente, es un cuarto donde hay espacio para el amor, desde las narraciones sexuales más explícitas que van del coqueteo al climax cósmico en "Mitad y Mitad", hasta la declaración más honesta de un amor sincero y real en "Amor sin cláusulas", incluyendo la extrañísima mezcla de bolero con tintes de flamenco y tango que es "Mazas y Catapultas".

No es un disco fácil de escuchar y seguramente muchos radicales critiquen la experimentación, las revelaciones y la evolución que Kase.O dejó plasmados en él. El disco se abre como un universo cósmico e introspectivo después de la tercera escucha, y es siempre diferente. Una biografía como deporte extremo, de un tipo que dice "ahora me da pena irme sabiendo que el tiempo que gasté en odiarme no me sirve". Es la narración en la cual el que sostiene el micrófono se tomó el tiempo de explorarse, descubrirse, narrase y transformarse en el proceso. Morir y renacer en medio de pistas minimalistas pero adictivas, en medio de bombos y cajas, en medio de funk, trap y detalles finísimos con los que Kase vuelve a dar un golpe sobre la mesa.

Después de todo, "Un hombre con fe, no tiene límites".

Escúchalo aquí abajo.