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Cultură

El Monopoly nazi es una mierda

Porque los nazis no tienen ni puta idea de hacer juegos de tablero.

Parece ser que cuando no están acribillando inmigrantes, robando bancos y fabricando bombas caseras, a los neonazis alemanes les gusta reunirse para echar una apacible partidita al Pogromly, una versión nazi del Monopoly en el que sacar la tarjeta “Vaya a la cárcel sin pasar por la salida y sin cobrar 200$”, puede que sea el paso previo a que te conviertan en jabón. Esta abominación racista, que se vendía al precio de 60 euros, la diseñaron Uwe Böhnhardt, Uwe Mundlos y una cómplice femenina, Beate Zschäpe, miembros los tres de un grupo terrorista llamado Nationalsozialistischer Untergrund (NSU) con el objetivo de conseguir fondos para financiar sus actividades. Se cree que los dos tíos y la tía, y por extensión su jueguecito de marras, son responsables de los “asesinatos del kebab”, una serie de ejecuciones a bocajarro llevadas a cabo en Alemania entre 2000 y 2006 que se cobró las vidas de ocho turcos, un griego y una mujer policía.

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Los dos Uwes se suicidaron en noviembre pasado, poco después de asaltar su decimocuarto banco en doce años y apenas instantes antes de que la policía pudiera arrestarlos. Beate se entregó a la policía después de incendiar la casa que compartía con los dos tíos en un intento, infructuoso, de destruir las pruebas que vinculaban al trío con los asesinatos del kebab; entre ellas, el arma utilizada para cometer los crímenes y un DVD con filmaciones del grupo responsabilizándose de nueve de los asesinatos. Con la intención de comprender cómo a semejante cochambre humana se le ocurrió hacer un juego de tablero, contactamos con tres expertos americanos en este tipo de juegos –Frank Lantz, Eric Zimmerman y Jesse Fuchs– para ver si sus análisis del Pogromly podían decirnos algo de esos tarados.

VICE: Hola, Frank. ¿Qué puedes decirnos de la célula terrorista a partir del Pogromly?

Frank Lantz: Que eran unos idiotas. Ponerle una piel nueva al Monopoly es la forma menos imaginativa que existe de crear un juego. Existe el Monopoly de los Simpson, y un Monopoly de béisbol, se ha hecho millones de veces.

Bueno, al menos le dieron un giro político.

Es que la política en los juegos tampoco es nada nuevo. El mismo Monopoly original estaba basado en un juego que creó un radical de izquierdas como obra política para denunciar las injusticias que supone poseer tierras en propiedad. El único interés que puede tener el Pogromly es como perversa muestra de kitsch cultural.

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Eric, ¿qué crees que esos tres estaban intentando conseguir?

Eric Zimmerman: El hecho de que crearan este juego ilustra su fantasía de llevar sus ideas a un ámbito cultural más amplio. Esperaban que alguien, al entrar en una juguetería, se encontrara su versión del Monopoly en las estanterías. No representa un intento sincero de crear un juego entretenido o jugable, ni siquiera que fuera algo viable a nivel económico. Crear el juego les ayudaba a vivir sus fantasías, simplemente.

¿Crees que sería divertido jugar al Pogromly?

Jesse Fuchs: Es casi como si el juego estuviera dirigido a personas a las que el Monopoly les parece confuso. Cuesta ver qué clase de bienes raíces se podrían comprar. Oh, parece que no son casas y hoteles, sino judíos trabajando… Lo más extraño de todo es que en el Monopoly tienes que llevar a la bancarrota a los otros jugadores. ¿Se supone que eso debía representar las luchas clandestinas de los nazis? No creo ni que pensaran en ello. Aunque yo fuese un marciano y no sintiera una instintiva revulsión hacia este juego, dudo que sacara mucho de él.

Ilustracíon: Hannah Kunkle