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Cultură

No hay nada malo en ser vegano

Vivimos en un mundo donde la comida más sabrosa es hecha, literalmente, a partir de la muerte y el sufrimiento. Y esa es la simple razón por la cual no como carnes ni productos animales.
Shirt via Skreened

Camiseta via Skreened

Hace unos días recibí un correo furibundo de un sujeto que se refería a un artículo que escribí sobre un restaurante. En el artículo mencioné que no me consideraba un fanático de los restaurantes pretenciosos. También mencioné que era vegano y al parecer todo eso no le sentó muy bien al jovencito que me escribió: “¿Vas a burlarte de la gente por ser pretenciosa cuando tu eres un vegano de mierda?”  “¡Jódete!”.

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Me devolví al artículo y leí los comentarios. No era el único con el mismo sentimiento. Un comentarista llamado Dante Thompson me dijo que era un “pendejo” por ordenar comida vegetariana. También me llamó “hipster de mierda”. Otro con el nombre de Riley Ulrich escribió: “Eres un pedazo du [sic] mierda. Deberías ser incendiado. Todos te odian”.

La aseveración de que soy un comensal pretencioso es extraña para mí. La de arriba es una imagen de lo que almorcé hoy: un miserable sándwich de albóndiga sintética. Desayuné Doritos y esta noche iré a Taco Bell. Haciendo a un lado los productos de origen animal, me alimento como un niño quisquilloso (o al menos como un adulto skater).

Cuando llegué a mis 20 comencé a comer ensaladas y mierdas saludable al menos una vez al día, porque sentía que eso era lo que hacíamos los adultos. Pero no tenía el corazón puesto en ello. En un mundo ideal, comería solamente carne y queso sobre algún carbohidrato gris. Pero no vivimos en un mundo ideal. Vivimos en un mundo donde la comida más sabrosa es hecha, literalmente, a partir de la muerte y el sufrimiento.

Y esa es mi razón para no comer carnes ni productos animales: porque son una condena gigante. No necesito contarles de dónde vienen sus carnes y lácteos, porque ya lo han visto y saben que estos lugares lucen como una pesadilla miserable de picos chamuscados, tornillos atravesando cerebros y cuerpos rostizados sobre el suelo sucio. Y si en algo estamos de acuerdo es que esto es algo miserable, ¿no? Independientemente de si consumes o no el producto final de la industria cárnica y de lácteos, seguramente podrás admitir que toda esa matanza industrializada no es tan divertida. Además, podría dar un montón de razones relacionadas con los gases de efecto invernadero producidos por la industria de la carne, las aguas contaminadas o el cáncer de colon. Pero eso sería deshonesto, porque no consideré todas esas cosas cuando decidí convertirme en vegano.

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Y no hablo de que evito el maltrato animal y de que eso me hace un ser más ético que tú, porque nadie es ético. Los humanos somos un cáncer, todo estaría mejor si estuviéramos muertos. Estoy tecleando todo esto en un computador avivado por combustible fósil que contiene minerales conflictivos y que, asumo, fue fabricado en condiciones drásticamente diferentes a las que yo trabajo.

También estoy usando una camisa que cuesta 6 dólares y no sé bien cómo fue fabricada, transportada y vendida; pero imagino que alguien en algún lugar al inicio de la cadena está recibiendo una mierda. ¿Y qué tan cruel es todo esto? Estoy usando una camisa que probablemente significó la miseria para muchos humanos mientras se fabricaba, y tengo también la certeza de que en gran medida hice daño al planeta. Y aún así no tengo la más remota idea de dónde salió o cómo fue hecha. No hay manera de vivir en este mundo moderno sin hacer cosas moralmente reprobables.

Lo que intento decir es que soy un pedazo de mierda. Y tú también. Y no me importa lo que comas. Puedes comer lo que te dé la gana, donde te dé la gana y como te dé la puta gana. Como lo dije anteriormente, más allá de todo el asunto de la muerte, me importa una mierda lo que ingiero como para tener que preocuparme sobre lo que tú te metes a la boca.

Creo que son pocos los que están totalmente tranquilos con el hecho de que un animal tenga que morir, para poder comer. No pienso que muchos lectores de este artículo fueran capaces de comerse una hamburguesa en McDonald’s si le tocara hacer todo el proceso: alimentar a la vaca, sacrificarla, destriparla, limpiar las vísceras con una manguera a presión y luego intentar darle forma de costilla a todos los restos. Depronto unos pocos de ustedes podrían hacerlo, seguro. Y eso está bien.

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Cuando la gente toma una posición moral contra algo de lo que no nos sentimos orgullosos, nos hace sentir como si nos estuviera juzgando. Por eso odiamos a los hippies, a los freegans, a Gwyneth Paltrow o a los que manejan carros eléctricos. Porque nos hacen sentir moralmente inferiores. Y cuando las personas se sienten juzgadas actúan como unos verdaderos pendejos.

Además está el estereotipo del vegano evangelizador. No sé si se trata de un efecto secundario de mi esfuerzo por evitar salir con imbéciles, pero nunca en ningún lugar me he tropezado con ese tipo de vegano. Me los he encontrado del lado de los carnívoros, del tipo de los que piensan que el tocino, como concepto, es divertido. Es el tipo de persona que tiene un cuestionario interminable sobre mi nutrición. Muchas, muchísimas preguntas sobre proteínas. No entiendo por qué mi nutrición es un tema relevante para gente que no conozco. A excepción de los veganos, los conciertos de Live Aid en 1985 en beneficio de la alimentación en África y esa gente que come sofás en My Strange Addiction, no recuerdo haber visto a alguien tan preocupado por la alimentación de otro sujeto.

Hago muchas, muchas cosas que son malas para mi salud y a nadie le importa. Pasa desapercibido el hecho de que viva a pocos metros de una autopista, que beba cerveza al menos una vez por semana y que consuma bebidas dietéticas regularmente. Pero de repente cada maldita persona que conozco resulta ser un experto en nutrición y quiere enterarse de dónde saco mi proteína, mi vitamina D y mi hierro. ¡No tengo la más remota idea de dónde saco todo eso, ni siquiera si al menos lo obtengo! Solo porque te compres una hamburguesa con pollo en salsa teriyaki en vez de una hamburguesa vegana, no significa que tu cuerpo esté en un perfecto estado de armonía nutricional.

Lo más confuso del resentimiento hacia los veganos, es la alegría de la gente que los ve fracasar. En el artículo que mencioné al inicio, puse una foto de algo que había comido. Aunque no me di cuenta en su momento, esa comida llevaba huevos. Comer productos animales accidentalmente es algo que sucede de vez en cuando. Sin embargo, no faltaron los que –alegres y con aires de suficiencia– me señalaron por comer accidentalmente productos animales.

Si veo a alguien intentar hacer algo bueno a favor de los animales y fallar en el intento, no creo que mi reacción inmediata sea presumir y cagarme de la risa. Leí este post sobre un perro moribundo y no precisamente para caerme de la silla en carcajadas malévolas mientras pensaba: “jajaja estaban intentando curarle un tumor a este perro y fallaron”. Pero bueno, quien sabe, quizás tú sí.

Ahora, si me disculpan, me voy a Taco Bell. Fríjoles en vez de carne y nada de queso, por favor.

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