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Cultură

¿En verdad existe la adicción al porno?

En teoría, la gente puede volverse 'adicta' a cualquier cosa: al dinero, a los chismes, a los chocolates...

Foto por Jamie Fullerton

Dos hombres. Ambos con un deseo anormal de jalársela mientras ven porno en internet. Sólo uno de ellos es "adicto al porno".

"Veo porno diario y diría que mi colección es como de siete terabytes esparcidos en varios discos duros y aparatos", me dijo Ben. "Estoy totalmente consciente de que me masturbo y veo más porno que el usuario promedio y honestamente no te puedo decir por qué. Creo que es porque tuve sexo mucho después que mis amigos y recurrí al porno como única forma e explorar mi sexualidad".

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Siete terabytes es mucho porno, especialmente si consideramos que es 2015 y que literalmente hay millones de videos que puedes ver en internet. ¿Pero acaso eso hace a Ben un adicto al porno? No. No para él.

De manera similar, Mark (no es su nombre real) encuentra el porno en internet irresistible. Aun en el trabajo, Mark tiene problemas para abstenerse de ver porno. Y siempre se sale con la suya. Justo antes de Navidad, un colega vio su pantalla llena de cochinadas, por lo que Mark pasó sus días de vacaciones esperando a saber si sería despedido. Al final, Mark conservó su trabajo, pero decidió buscar ayuda. "Soy un adicto al porno", admitió.

Como la adicción al sexo —que está súper de moda entre las celebridades—, el concepto de la adicción al porno ha atraído muchas críticas. En un nuevo libro, Sex Addiction: A Critical History (Adición al sexo: una historia crítica), los académicos neozelandeses Barry Reay, Nina Attwood y Claire Gooder alegan que la adicción al porno es un mito, un producto del "oportunismo social, los malos diagnósticos, el interés terapéutico y la ratificación por parte de la cultura popular". Reay dice que la cultura negativa sobre el sexo, el contenido carnada y la creciente industria de las terapias se han combinado para crear una condición imaginaria y atemorizante.

Mark, así como otros cientos de hombres (son muchas menos las mujeres que buscan ayuda por su adicción al porno), estarían en desacuerdo. Un programa de recuperación creado en Gran Bretaña por la experta en adicciones al porno Paula Hall ya ha tenido más de 11 mil usuarios. El Centro de Terapias Sicológicas Marylebone, el centro de tratamiento de adicciones al sexo y al porno más viejo de Gran Bretaña, 600 hombres a quienes el centro ha ayudado mediante un tuvo un incremento en remisiones en los últimos cinco años. Fue aquí a donde vino Mark para recibir tratamiento; uno de alrededor programa de 12 semanas basado en terapias. No ha habido estudios de seguimiento para evaluar la eficacia del tratamiento, pero el director del centro, el sicoterapeuta Dr. Thaddeus Birchard, dice que los grupos post tratamiento prueban que sí funciona. Birchard no tiene ninguna duda de que la adicción al porno es real.

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"Es una forma de adicción sexual", me dijo. "Esto se define por cuatro aspectos: el comportamiento está fuera de control; es difícil parar; el paciente continúa haciéndolo a pesar de que haya consecuencias dañinas; y el comportamiento tiene una función anestesiante".

Sin embargo, Birchard acepta que un maratón de masturbación libre de culpa es un problema médico. "Uno de los problemas en cuanto a la adicción al sexo o al porno es que todo es muy subjetivo", dijo. "La única persona que puede saber si realmente eres adicto al porno eres tú".

Es la vaguedad de estas definiciones la que deja al concepto de adicción propenso a los ataques. Birchard subraya que la mayoría de sus pacientes experimentan angustia, que en definitiva es razón suficiente para merecer ayuda. No obstante, "vergüenza" —un concepto que no tiene significado alguno fuera de una cultura específica— es una palabra que a menudo sale a flote y los efectos negativos de esta condición suelen involucrar la desaprobación de la pareja. De forma reveladora, un reciente estudio encontró que las personas religiosas son más propensas a creer que son adictas al porno.

"Una de las debilidades del concepto de adicción al sexo o al porno es a la hora de determinar qué es la angustia", me dijo Reay. "Es una algo muy confuso. Simplemente no puedes dejar que el individuo la determine, ¿quién puede decir cuándo es demasiado porno?"

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Reay cree que la "adicción al porno" es un producto cultural que simplifica problemas más complejos. Los medios aceptan que existe algo como una adicción al porno. Esto, dice Reay, "crea un clima cultural donde conceptos simples y sin cuestionar como la adicción al sexo y la adicción al porno son las explicaciones más fáciles de cualquier comportamiento sexual que resulte preocupante".

Birchard cuestiona esto y dice que hay evidencia de que la adicción al porno es una condición física. La neurociencia es el recurso favorito para apoyar esto. Algunos estudios parecen mostrar que la compulsión sexual puede causar cambios físicos en el cerebro, que es indicador de una adicción. Sin embargo, no todos los estudios hacen frente al escrutinio. Varios de ellos se realizaron en ratas y, de los pocos llevados acabo en humanos, las pequeñas muestras (en este caso, ocho hombres) mostraron resultados confusos.


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El profesor David Ley, quien ha estado al frente de las críticas a la existencia de la adicción al porno, ha atacado estos descuidados estudios sugiriendo que están "obstaculizados por malos diseños experimentales, un rigor metodológico limitado y una falta de especificación de modelos".

En teoría, la gente puede volverse 'adicta' a cualquier cosa: al dinero, a los chismes, a los chocolates.

El concepto de adicción al porno y su forma de tratamiento ciertamente están inmersos en un marco moral específico. Birchard dijo que "las mujeres son adictas a las relaciones y los hombres al sexo", que "las mujeres tienen sexo para tener relaciones y los hombres tienen relaciones para tener sexo" y que los hombres son "atraídos", mientras que las mujeres son "atractivas".

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Pero quizá todo este debate sea secundario al hecho de que las personas están buscando ayuda porque se sienten miserables. Aplausos para ti si eres feliz jalándotela diez horas al día, ¿pero qué hay de quienes no?

El sicoterapeuta Ash Rehn me dijo: "Yo no digo que la adicción al porno sea 'real' o que no lo sea. La gente que viene a mí debido a su consumo de porno están en una posición mucho mejor que la mía para juzgar si es algo real. Lo que es claro es que algunas personas tienen problemas para dejar de ver o limitar su consumo de pornografía". No obstante, Rehn dice que enfocarse en la "adicción al porno" puede significar ignorar otros problemas de fondo. "Si un terapeuta hace eso, se arriesga pasar de largo el propósito original o el por qué del consumo de porno de su cliente".

En teoría, la gente puede volverse "adicta" a cualquier cosa: al dinero, a los chismes, a los chocolates. Un comportamiento compulsivo a menudo es indicador de otros problemas de salud mental. En un estudio con hombres "adictos al sexo", el 62 por ciento tenía un historial de depresión aguda y casi todos tenían un historial de alcoholismo, mientras que otros reportaron haber tenido trastorno obsesivo compulsivo o fobia social.

Nada de esto significa que las personas como Mark —incapaces de alejarse de PornHub por un solo día— no tengan un problema o que se les deba negar la ayuda. La pregunta es: ¿estamos haciéndoles más daño al llamarlos adictos? ¿Por qué es que estas teorías surgen sólo alrededor de vicios cargados de culpa, como la comida, el sexo y las apuestas? No he conocido a nadie que esté preocupado de ser adicto a la lectura o a la música.

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