FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

En Mazatlán la raza quiere pistear

“Hasta en hieleras se van a mirar las cabezas”.

A los mazatlecos les importa más que el precio de la cerveza haya subido, que no se pueda pistear en el Malecón, que los bares y cantinas cierren más temprano o que la reina del Carnaval no vista las carnes típicas de una sinaloense.

Desde el sábado por la mañana el Hotel Miramar estaba rodeado, primero por la Policía Federal, Municipal y demás. Tras la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, el lugar fue visitado por decenas de personas que buscaban rastros de El Chapo; simple y llano mitote, cosa que se ha repetido en los días siguientes. Claro, quitando la presencia de las autoridades y dejando sólo a una camioneta de la recién formada Policía Turística y la faramalla de Loret de Mola, quien a bordo de una camioneta de la Marina y resguardado por helicópteros llegó a grabar unas escenas dentro de la habitación donde el capo más poderoso del mundo echaba la hueva tranquilamente esperando los días carnestolendos, aunque claro, un día después de los hechos.

Publicidad

Todos los porteños tienen una opinión sobre la captura del Chapo: el Mayo Zambada lo traicionó, ya estaba harto de dirigir el cártel, ya está viejo, etcétera… Puro líder de opinión del baño de su casa con especialidad en temas del narcotráfico y en cómo preparar el mejor aguachile. Pero en lo único que coinciden es en dudar de la facilidad en que lo capturaron: “Güey, ¿tú crees que se va a dejar agarrar así como así?”, me reviró un policía de Culiacán que visitaba casualmente la Perla del Pacífico.

Si de algo estaban seguros los mazatlecos era que Guzmán Loera, el hijo pródigo de Badiraguato, era intocable, y aun con la detención, la apología a su poder y riqueza sigue casi intacta, pero ahora, rodeada de más mitos.

Hotel Miramar.

La cantina internacional de Mazatlán

La mayoría de los gobiernos municipales y estatales la han cagado con “más ruido del estrictamente necesario” al momento de promover el Carnaval, ya sea porque el alcalde tome decisiones de corte homofóbico o que la paranoia de los mazatlecos espere una masacre mientras se echan un bote y bailan al ritmo de labandanorteñaloscarrosdelaño.

Pero, al chile, ¿cómo abandonas una fiesta que tiene más de cien años celebrándose? Hasta los más punks bailan al ritmo de banda —al menos una vez al año— en la máxima fiesta de los mazatlecos.

La raza quiere pistear y punto. Los turistas llegan en estas fechas sólo para poder empedarse durante una semana en plena vía pública, brincar al ritmo de la tambora y mear entre las calles del Centro Histórico y la histeria del INAH.

Publicidad

Plazuela Machado.

“Vas a ver, en unos quince días una cabeza va a andar por allá, un brazo por acá, vas a ver”, dijo una mesera del bar que está a unos metros del Miramar, recordando represalias de otros cárteles, “hasta en hieleras del OXXO van a mirar las cabezas”y se tapaba la boca para ocultar la risa.

La mayoría de las personas dicen que durante Carnaval no va a pasar nada, también los narcos quieren sacar a bailar a sus plebitas y escuchar uno que otro corrido que hable de sus proezas. Los pulmoneros y taxistas han limitado sus “narcotours” y demás chambitas que las narconovelas han retratado hasta el hartazgo, y jodiendo a buenos escritores.

La raza quiere pistear, y aunque le encierren a su Robin Hood posmo (la metanfetamina era uno de los fuertes del Chapo, como el de Walter White), la fiesta es primero.