Familias de asesinados y heridos por la Policía en Nochixtlán, Oaxaca, reclaman justicia

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Familias de asesinados y heridos por la Policía en Nochixtlán, Oaxaca, reclaman justicia

"Lo que pido para mi hijo Jesús es justicia, que los responsables paguen el daño que me hicieron como madre, que se le haga justicia a mi hijo. Que me den la cara, tanto el gobernador del estado como nuestro presidente".

Fotos por Ernesto Álvarez

Jesús hubiera jugado un partido de fútbol en la tarde del domingo, si no lo hubiera matado una bala de la Policía Federal, en Nochixtlán, Oaxaca. Estaba en su casa, con su madre y sus hermanas, porque el domingo es el día de descanso y de darse una vuelta por el tianguis del pueblo, que congrega gente de toda la región.

Aún no habían desayunado cuando antes de las diez de la mañana oyeron el llamado de la Parroquia del pueblo."Gritos desconsolados que pedían auxilio", recuerda su madre, Patricia, a 5 días del asesinato de su hijo.

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"Cuando me dieron la noticia no lo podía yo creer, pues. Para mí no era creíble que mi hijo estuviera muerto, si fue a apoyar a los heridos, ¿por qué a él?"Jesús se adelantó, mientras su madre se quedó en la casa recolectando vendas, gasas, agua, lo que hiciera falta.

Llegó corriendo a la entrada al pueblo para encontrarse con un caos.

Más de 600 efectivos policiales estaban diseminados sobre el puente La Comisión, plantando sus escudos sobre el asfalto y por debajo, en la carretera federal, donde estaban las decenas de autobuses en que habían trasladado a los efectivos, que para entonces ya ocupaban el predio descampado de junto. Este descampado tiene de fondo una gasolinera de Pemex y un poco más adelante, una vulcanizadora de nombre "Reyes". A su lado el río y a continuación el Panteón Municipal. Según testigos, el ataque con armas de fuego comenzó al costado de la gasolinera de Pemex y avanzó por el descampado hacia el puente. Los policías se dispersaron entre los arbustos y llegaron hasta el otro lado. Ahí morirá Jesús.

Su familia apenas ha podido recolectar detalles acerca de cómo y dónde murió. Accedieron al certificado médico que constata su defunción en la madrugada del viernes 24 de junio, 5 días después de su muerte.

Uno de los hermanos de Anselmo Cruz Aquino, también asesinado ese día, cuenta que ellos vieron el momento en que fue herido.

"Andaba la población dispersa, nosotros estábamos con Anselmo y otro de mis hermanitos tirados pecho a tierra, por los disparos, cuando vemos que a otro jovencito, que también murió, le dieron un balazo en la ingle. Nosotros tratamos de auxiliarlo, pero seguían los balazos. Entonces escuché un ruido hueco, bastante cerca y cuando me volteo a ver, está mi hermano tratando de sostenerse la mandíbula. Tenía el mentón destrozado", cuenta un sobreviviente y testigo de la masacre.

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Unas 15 o 20 personas estaban ubicadas del lado izquierdo del puente, si se lo mira con el pueblo a las espaldas. De frente, la Federal que avanza. Otro testigo, familiar de Yalid Jiménez Santiago, otro de los asesinados, recuerda lo siguiente:

"Nos tiramos al suelo en la barranca de tierra que hay. 'Malditos asesinos, si viven de nuestros impuestos' recuerdo que alguien gritaba. Vimos entonces que había un grupo de Federales dispersos ahí, cuatro o cinco policías, que no estaban a más de 150 metros de nosotros. Nos tenían en la mira y empezaron a dispararnos. A Yalid le dieron el primer balazo en la pierna. Cuando llegué a él para ayudar a jalarlo del lugar del ataque, le dieron el segundo balazo en ese momento". Yalid Jiménez Santiago morirá con cuatro balas de arma de fuego de la policía en el cuerpo. Yalid, Anselmo y Jesús son de los primeros en ser asesinados el domingo 19 de junio. También Oscar Nicolás Santiago, originario de la localidad vecina llamada Las Flores Tilantongo.

"Dicen que al verlo no parecía estar tan grave y como había otros muchachos peor, por apoyar al que estaba más grave, lo dejaron ahí para que esperara la otra ambulancia. Entonces hablé con él y me dijo que sólo tenía un rozón, que no me preocupara", dice la madre de Jesús. La explicación médica que recibió fue que su hijo se desangró al intentar correr, porque la bala le perforó una de las venas principales del cuerpo. Una reacción natural de un adolescente de 19 años, acostumbrado a nadar y jugar al fútbol. También era muy religioso, según lo describen sus hermanas. Hacía tres años que era catequista en la Parroquia. Sin vicios, según su madre. Sí le gustaba la música banda y el rap, también bailar. Cuando este artículo se escribió se seguían rezando rosarios en su nombre.

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Cuando el disparo le entró, pensó que había sido una piedra, pero en cuanto vio que la sangre le salía, corrió desde la gasolinera hasta la carretera. Juan estaba en el bloqueo con su padre, que es maestro. El paso en Nochixtlán en la carretera federal 190, que conduce a la ciudad de Oaxaca, estaba cerrado desde hacía ya varios días, porque es el último bloqueo antes de entrar a la capital, yendo desde la Ciudad de México. Los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, padres de familia y personas del pueblo se turnaban sobre la ruta. Pero el domingo 19 era el día del padre y había mucha gente. Algunos de los presentes ese día insisten en que los manifestantes evitaron un mal mayor al impedir el avance de la Federal al pueblo, porque si entraban disparando los muertos se contaría por decenas. Hasta el momento, 13 personas murieron (indican en el pueblo que dos de ellas no han sido identificadas) y no hay un número exacto de heridos, porque muchos no se atreven a contar lo sucedido.

Juan recibió un impacto de bala en el cuello que le salió abajo del pómulo. La primera médica que lo atendió les dijo que era una herida provocada por una bala de goma. La familia no lo cree, porque el impacto le atravesó la cara. El certificado médico, que está hecho de manera descuidada, dice que fue producto de un arma de fuego.

En cuanto pisó el suelo de concreto de la carretera, Juan se desmayó. "No sé de dónde salió de repente mi hermana, pero cuando me acuerdo ya estaba subiéndome a un taxi con ayuda de otras personas que se habían acercado".

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Algunos taxistas se pusieron rápidamente a disposición de lo que se necesitara, para transportar heridos y familiares de un punto a otro. El Hospital Básico Comunitario de Nochixtlán había sido tomado por la Policía Federal para atender únicamente a los heridos que se produjeran dentro de sus filas.

A Juan primero lo llevaron al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores de Estado (ISSTE), donde les dijeron que como era producto de una bala de goma, sólo le iban a limpiar la herida, ponerle una gasa y no mucho más, porque no tenían material para curar. Fueron a continuación al Hospital Civil pero no tenía medicamentos ni un botiquín básico con el que limpiarle las heridas. Entonces intentaron con la Clínica Omega, particular, a cargo del Dr. Marcos Hernández: "le dijimos que le pagaríamos en el momento pero nos dio la espalda, se metió y cerró la puerta."

En el Centro de Salud no había camillas, mientras Juan se desvanecía, por lo que improvisaron una en una puerta vieja para poder llevarlo acostado, ya que las heridas que tenía eran en la cara. No había camillas en ninguna parte, en realidad, por lo que cada uno tuvo que ingeniárselas con lo que había a mano.

La familia de Juan tuvo que pagar por los medicamentos que ante la escasez, consiguieron una botellita pequeña de alcohol y unas gasas por 80 pesos mexicanos. Un médico le recetó clindamicina, un antibiótico, diclofenaco, un antinflamatorio e ibuprofeno, un analgésico. Cincuenta pesos por una tira de seis pastillas. Le dijeron que iba a tener que consultar a un especialista maxilofacial, pero que eso sería muy costoso y que en el pueblo no había ninguno disponible.

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Tanto la familia de Juan como la de Jesús, así como la del resto de los asesinados y algunos heridos que se han atrevido a contar lo vivido, reclaman que ninguna autoridad se ha acercado a ellos.

"Lo que pido para mi hijo Jesús es justicia, que los responsables paguen el daño que me hicieron como madre, que se le haga justicia a mi hijo. Que me den la cara, tanto el gobernador del estado Gabino Cué, como nuestro presidente de Nochixtlán, Daniel Cuevas. Que enfrenten lo que hicieron porque no es justo que inocentes paguen por lo que otros hacen, Jesús no estaba en el enfrentamiento, estaba apoyando a recoger heridos", reclama su madre.

"Pedimos que reconozcan sus acciones y desmientan que el pueblo estaba armado", dice José. Las primeras versiones oficiales intentaron crear un "enfrentamiento" con el pueblo, argumentando que la violencia policial respondió a un ataque de los vecinos.

Sin embargo, desde el área jurídica de la CNTE denunciaron que el operativo comenzó desde tempranas horas del domingo: "antes de las 7 de la mañana, ingresaron granaderos a la Colonia 20 de Noviembre en el pueblo y echaron gases en las casas. A una de las referentes del centro de salud, la despertó el humo y las detonaciones, por lo que su reacción fue salir a proteger a sus hijos. Temió por la integridad de los menores, porque relata que los policías amenazaban con atacar a los niños. Dos personas reunieron a 31 niños de la comunidad y se trasladaron con ellos a la Presidencia Municipal de Sinaxtla, (la localidad vecina, a menos de 10 kilómetros). "Algunos estaban intoxicados por los gases y aunque están estables, también están choqueados y asustados por lo vivido, al punto que tienen temor de regresar a sus casas. Solicitamos medidas cautelares para los niños ante las Naciones Unidas".

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Cuando el viernes se realizó la primera acción de la Fiscalía creada para investigar la represión sufrida en Nochixtlán y también en Hacienda Blanca, (otro punto cercano a la ciudad de Oaxaca que también fue reprimido con munición real, donde fue asesinado otro estudiante, Azarel Galán Mendoza) uno de los testigos de los hechos relató a los peritos que en el predio encontraron evidencias de la presencia de al menos tres tipos de armas en poder de la policía: cartuchos de 9 mm y de escopeta, de calibres 16 y 20.

"Queremos ver a los culpables bajo los cargos de la ley y recibir un apoyo de gastos médicos" reclama el padre de Juan. "Que nos dejen de lastimar, porque hirieron inocentes" agrega una de sus hermanas.

"¿Quién me va a devolver todo eso que él era? Era más que mi hijo, era mi amigo, a pesar de que yo fui padre y madre para mis hijos, teníamos toda esa confianza que muchos quisieran tener. Así era mi hijo, mi amigo, mi amor, lo único que tenía yo en la vida, él y sus hermanas, mi único varón. Lo que estoy pidiendo es justicia. Exijo al gobierno que de la cara, que nos digan cómo van a reparar nuestro daño, el daño que ellos nos hicieron. Es una burla que no nos hagan caso, que no nos escuche nuestro gobierno, nuestro país, siento que no nos están tomando en serio", relata Patricia, madre de Jesús. El viernes que se realizó la inspección ocular, las familias habían sido citadas a las diez de la mañana para las actuaciones judiciales, pero los peritos llegaron a Nochixtlán pasadas las tres de la tarde.

"Jesús tenía muchos sueños, quería seguir estudiando, hacernos nuestra propia casa, así decía él, se imaginaba trabajando mucho para que en un futuro no nos faltara nada, casarse, tener familia. Se cuidaba demasiado porque decía que quería ser donador de órganos, fíjese todo lo que mi hijo tenía… por eso digo yo ¿por qué me lo mataron así?"