Publicidad
Relacionado: Estoy harto de pretender que "entiendo" el arte
En ese sentido, tener una presencia destacada en internet contribuye a que tu nombre circule, eliminando la necesidad (una falsa, además) de ser aceptado en una galería. La mayoría de coleccionistas compra lo que otras personas compran, y lo que otras personas compran está pasando en este momento. Está pasando hoy. Y si Instagram es algo, es la encapsulación y exhibición del momento presente. Saber que se puede eliminar al intermediario, y que el artista estaría feliz de vender su trabajo en privado, significa que los coleccionistas pueden llegar a lo mismo por la mitad del precio. Podría decirse que la única función de la galería es la de inflar el ego del artista que quiere ver su obra exhibida en un cubo blanco.
Publicidad
Relacionado: El arte de los asesinos
Además, hay un tema de censura importante en la aplicación, y esto previene la verdadera libertad artística. Claro, supuestamente puedes publicar casi cualquier cosa, pero las imágenes sexuales (las que no infringen los términos de desnudez de Instagram) suelen ser borradas o marcadas. La inhabilidad de Instagram para controlar a sus usuarios han hecho de estos términos algo esencialmente irrelevante.
Publicidad
Publicidad
Relacionado: "Second Skin" desafía la censura de Instagram
Pero como dije antes, Instagram también genera un beneficio en el mundo del arte. Ha impulsado carreras de muchos artistas emergentes, en particular la del canadiense bp laval, y de la británica Genieve Figgis. Ambos publicaban su trabajo en Instagram hasta que Richard Prince los notó, los publicó en su cuenta, y se dedicó a ayudarlos a lanzar exhibiciones y libros por medio de una galería y una editorial que maneja en Nueva York. ¿Cómo podrían ellos, yo, o cualquier persona, encontrar una forma de contactar a Richard Prince antes de Instagram? ¿Con una carta sincera y un CD con imágenes? Puedo garantizar que aún cuando alguien hubiera podido localizar la dirección de Prince, dicho paquete habría terminado en la basura. Esta conexión de Instagram es algo nuevo, es algo bello, y lo mejor es que los artistas que tal vez están renuentes a meterse en el juego costoso y aburrido que el mundo del arte exige —mudarse a Nueva York, y estar saludando a todo el mundo en cada inauguración— pueden ahora ser ellos mismos. Quizás son agorafóbicos o sufren de ansiedad, y aún así pueden llegarle a una audiencia bastante amplia.