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Música

'Skeleton Tree' y mi relación con Dios

En un principio existía la bolsa para el mareo y la palabra estaba dentro de ella, y la palabra era Dios. En esa bolsa estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brillaba en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

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​Nick Cave es Dios y yo soy uno de sus miles de discípulos. Me entregué a su palabra desde pequeño y reafirmé mi camino después de leer La canción de la bolsa para el mareo (Sexto Piso, 2015). Esa bucólica depositada en bolsas para la náusea. De aeropuerto en aeropuerto, de hotel en hotel, palabra por palabra, y así se hizo la luz. Se restableció la poesía.

En un principio existía la bolsa para el mareo y la palabra estaba dentro de ella, y la palabra era Dios. Ella estaba, en el principio, en el vómito de Dios. Todos se hizo a partir de su vómito y sin él no se hizo nada de cuanto existe. En esa bolsa estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brillaba en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Yo estoy aquí para dar fe.

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​Arthur, el Mesías, murió al caer en un acantilado en Ovingdean Gap, Sussex, tras consumir LSD. Murió a los quince años para el perdón de nuestros pecados. El ungido, el tres veces ajado, el hijo de Dios.

Sucumbió a causa de las heridas, en el hospital de Royal Sussex County. Un amigo de él dio testimonio, tomaron tres sellos de esta droga alucinógena, lo que provocó en Arthur comportamientos violentos. Aunque leyeron sobre los efectos de dicha droga, no averiguaron nada sobre El Lado Oscuro. El Mesías se arrastró en la hierba y luego saltó la valla que delimitaba el acantilado, a veinte metros de altura.

Este viernes pasado, 9 de septiembre, Nick Cave publicó su nuevo disco, el primero tras la muerte de su hijo. Skeleton Tree (Bad Seed Ltd, 2016) se trata del álbum número dieciséis de los Bad Seeds, a tres años del anterior Push The Sky Away (Bad Seed Ltd, 2015), después de tres años de mutismo y quebranto. El nuevo material navega en uno de los periodos más oscuros de la vida de Dios.

El disco es una especie de banda sonora del documental

One More Time With Keeling

(2016), dirigido por Andrew Dominik, quien es conocido por haber dirigido

The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford

(2007).

One More Time With Keeling

es una cinta que relata el trágico telón de fondo sobre el cual se cimienta

Skeleton Tree.

Hubo un hombre, enviado por Dios, se llamaba Arthur. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la Luz (o la oscuridad), para que todos creyeran en él, y el testimonio se dio a conocer. Es un umbral del dolor demasiado alto, un depositario de la pena, una venda, una sanación por medio de la música. Dios también necesita de pianos para poder llorar, para poder lloverse a sí mismo, un Jesús solitario que se adolece, que sufre y escupe sobre el micrófono ese pasaje, su estadía en el mundo, su exegesis, cuando por Getsemaní cuestionaba al creador y hacía nacer a la verdadera poesía: "You fell from the sky, crash landed in a field near the river Adur". Un disco en donde aparentemente Cave huye del duelo, se quiere dejar ir, se quiere dejar a sí mismo, en un Distant Sky, que se asemeja a un diálogo con su mujer Susie Bick y en el que se escucha un lloroso "Let us go now".

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Un evangelio difícil de escuchar, un génesis y un Apocalipsis encapsulados en ocho dolientes axiomas que narran ese devaneo bíblico, la vida del mártir, del ungido, hasta llegar al

Skeleton Tree

. Un cataclismo inconsolable, mucho más triste de lo que habíamos imaginado en nuestra pericia, en nuestra ignorancia. Perder a un hijo es algo que aún no tiene nombre, los eruditos, lingüistas y filólogos aún no se atreven a conceptualizarlo, y Cave le da nombre por fin a ese dolor: Ha engendrado el verso, ha nombrado oficialmente al tormento, y yo y tú y aquel, lo escoltamos, y ese tormento nos dice que nada, absolutamente nada, es gratis. Nos queda gritar, gritar, justo del otro lado del mar, gritar, gritar que nada es gratis, y que está bien… por ahora.

El hombre dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no conocía al pequeño, pero el que me envió a velarlo con música me dijo: "Aquel que va a descender sobre el río, ese es el que renace en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios". Y la música se hizo carne. La nausea se fue, el vómito fue expelido en un árbol esqueleto, y ahí se pudrirá para siempre.