Brigitte-Baptiste
Foto: cortesía Universidad Ean.
Edición 5: Orgullo

Brigitte Baptiste | Bióloga | Colombia

“El orgullo siempre ha sido algo muy especial para mí: me ayudó a enfrentar el mundo, a poner en juego mi identidad de género en público. Esa visibilidad es importante para las trans porque la construcción de género es estética, de cuerpo, compartida”.

—Si Brigitte fuese Amparo Grisales, para la sociedad no importaría su genitalidad o su genética. Eso nos dicen a muchas mujeres trans: “Podríamos aceptarla si se operara un poquito más, si se feminizara un poquito más”. A mí algunos me defienden ante terceros diciendo: “Brigitte está en su proceso, pero cuando termine va a ser espléndida”. La gente no acepta los puntos intermedios, lo que no conforma el molde. Pero como muchas compañeras, yo no quiero pasar desapercibida o desaparecer, no busco acomodarme a la imagen y consistencia de una feminidad canónica.

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La bióloga bogotana Brigitte Baptiste sabe bien de mimetismo y metamorfosis. Ella misma tuvo un cuerpo con el que era imperceptible: el de Luis Guillermo, bajo cuya piel vivió durante treinta y cinco años. La muda fue lenta y tardía, pero una vez la “impúdica y pagana” Brigitte rasgó la coraza en 1998, su cuerpo estalló en coloración vibrante y aposemática: pelo rojo, azul, púrpura y platino eléctrico; tetas grandes, escotes hondos; corsés, kimonos y vestidos estampados; delineadores policromos, como los peces de arrecife que usa de ejemplo para desmontar los argumentos de la heteronorma conservadora que históricamente ha negado la diversidad sexual en el mundo animal. Porque peces como el lábrido cabeza azul, explica, cambian de sexo. Así como ella lo hizo.

—La naturaleza es queer: cuando uno piensa en la imagen activa de un ecosistema, ve que todo pulula, que todo está cambiando. Una vez liberados de la obligatoriedad de lo masculino y lo femenino en lo biológico tenemos la posibilidad de redistribuir todas esas cualidades y condiciones en un proyecto de identidad que es un proyecto artístico: con base en una gran cantidad de pasiones y de experimentos sensitivos nos construimos estéticamente de acuerdo a nuestra propia experiencia erótica.

Su nombre, ha contado muchas veces, se lo debe a Brigitte Bardot; sus pintas, a la animación japonesa y la ciencia ficción, de las que es fanática y que han sido los insumos principales en la producción de sí misma. Fue investigadora y profesora durante más de quince años en la Pontificia Universidad Javeriana, donde profundizó en áreas como ecología del paisaje y políticas de gestión ambiental, y enseñó cursos como Biogeografía y Ambiente y Cultura. En el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt trabajó por veinte años, ocho de los cuales ejerció como directora, y en julio de 2019 fue nombrada rectora de la Universidad EAN en Bogotá.

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Con su apuesta por una ecología queer —una perspectiva desde la que explica cómo en la naturaleza “hay mecanismos complejos que están generando constantemente diversidad”—, Brigitte es hoy una de las voces más respetadas en temas de conservacionismo, biodiversidad y ecosistemas en Colombia. Es, además, la primera mujer trans en el país que ocupa un puesto directivo en una institución universitaria. Pero sobre todo es, como le gusta presentarse, una cyborg-wannabe: entroncando su pasión por la cultura sci-fi con su trabajo en educación ambiental y ecológica, trabaja para pensar futuros posibles, modos de “imaginar y construir una Tierra recargada”.

Para ello, Brigitte quiere sembrar con rigor científico una verdad en los religiosos intolerantes y en los godos antiderechos: que la naturaleza no es un espacio de estabilidad y orden, que lo natural es pura diferencia.

—Mi primera conferencia como bióloga en un curso de sostenibilidad indagaba sobre la noción de naturalidad de las cosas, porque en biología y temas medioambientales se supone que estamos “protegiendo la naturaleza”. Pero ¿qué es la naturaleza o qué significa lo natural? Esa pregunta ha estado siempre presente en mi trabajo. La posibilidad de intervenir el cuerpo es la misma que la posibilidad de intervenir la organización social, de domesticar y transformar genéticamente a las otras especies, como hemos hecho con las vacas o los perros, de transformar los ecosistemas y su funcionalidad. Un maizal es un ecosistema que nos inventamos los humanos hace seis mil años para alimentarnos, entonces es completamente antinatural o tan natural como las demás cosas. La naturaleza está llena de prótesis: no hay ninguna limitación a priori para la transformación orgánica del mundo. Liberados de la obligación de la reproducción, podemos liberar nuestro erotismo y nuestra fantasía al infinito. Eso solo requiere de nuestra ética, de pensar cómo queremos que sea esa Tierra recargada del futuro.

Brigitte es una de lxs cincuenta líderes en disidencia sexual y de género cuya vida celebramos en nuestra quinta edición, ORGULLO.

ORGULLO VICE

A Felipe lo encuentras en Instagram y Twitter como @estimadofelipe.