Salud

Qué es la fatiga pandémica y cómo evitarla

Si las restricciones actuales y la incertidumbre general te minan la energía, no estás solo. Esto es lo que puedes hacer.
Una persona leyendo el periodico.
Foto vía Gender Spectrum

Artículo publicado originalmente por VICE Italia.

Habiendo estado casi un año entero hablando del coronavirus, escuchando especulaciones y viendo noticias sobre segundas olas y confinamientos en países que parecían estar saliendo de la situación, la verdad es que es inevitable sentirse agotado y pensar que seguimos prácticamente en el mismo lugar.

Si a ti también te pasa, no estás solo. El fenómeno se da por todo el mundo y ya tiene nombre: fatiga pandémica. Según una encuesta de la Organización Mundial de la Salud, al menos un 60 por ciento de los entrevistados dijeron sentirse fatigados ante la emergencia sanitaria y las restricciones que conlleva. Una encuesta de The Economist halló resultados similares.

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Para entender la fatiga pandémica y cómo combatirla, hemos hablado con el psicólogo Renato Troffa.

¿Qué es la fatiga pandémica?

Troffa dice que existe el riesgo de desarrollar algo llamado “indefensión aprendida” cuando pensamos que hemos superado algo malo y esto vuelve a ocurrir, tal como sucede con la pandemia y los confinamientos.

 “Perdemos el sentido de control, se amplifica el impacto negativo de los eventos y afecta a la motivación”, explica. El esfuerzo mental constante necesario drena todas nuestras energías y mucha gente muestra ahora síntomas de “miedo, ansiedad, soledad, frustración, fatiga y desilusión”.

Naturalmente, esto tiene consecuencias en la sociedad. Troffa dice que lo podemos ver en la gente que tiene “menos motivación para trabajar o llevar a cabo actividades sociales normales”, “un aumento de agresividad” y abandono de la vida social —o lo que queda de ella—.

Efectos en la salud

En cierto sentido, la fatiga pandémica es una reacción completamente normal a lo que está sucediendo. “Cuando se extiende un estado de alarma por mucho tiempo sin un final a la vista, la gente suele adaptarse al miedo”, explica Troffa.

Es entendible, dice, que la gente elija bajar la guardia ante las restricciones o las normas, aunque solo sea para “aliviar el estrés que afecta a la mente y al cuerpo”.

Pero adoptar una actitud fatalista puede en realidad llevar a más estrés, que a su vez puede poner la salud física en riesgo. También puede provocar que la gente utilice “información falsa o simplificada” para tratar de justificar por qué han bajado la guardia. Si tienes un amigo o un familiar sumergido en teorías conspiratorias sobre el coronavirus, esto podría explicarlo.

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Troffa también señala que los niveles cada vez mayores de frustración pueden llevar a “más enfados y agresividad”, algo que solemos esconder en condiciones normales “porque no es socialmente aceptable o útil”.

La gran pregunta es: ¿qué podemos hacer para evitar que esta fatiga acabe con nosotros? ¿Deberíamos aceptar el fin de la normalidad como la conocíamos puesto que todavía queda mucho tiempo hasta que las vacunas surtan efecto? ¿O deberíamos encerrarnos en casa 24 horas a la semana?

¿Cómo podemos enfrentarnos a la fatiga pandémica?

No hay una fórmula mágica, pero hay algunas cosas que podemos hacer, tanto a nivel personal como social. En lo que a nuestra salud respecta, Troffa dice que es esencial prestar “una mayor atención a reconocer, gestionar y transmitir nuestras emociones”, además de hacerlo “de una forma funcional”, antes de que se acumulen y acabemos haciéndonos daño a nosotros mismos y a los que tenemos alrededor.

Otra cosa fundamental que podemos hacer es tratar de reducir nuestros niveles de estrés y darle un respiro al cuerpo. Troffa cita algunas pautas de la OMS para el cuidado personal durante la pandemia: mantener una rutina, cuidar las “relaciones sociales” —sin forzarlas, pero sin aislarnos— y limitar la exposición a información engañosa sobre la pandemia leyendo solo fuentes fiables.

Pero la fatiga pandémica también tiene una dimensión colectiva y se debe abordar desde las instituciones. La OMS también ha establecido varias estrategias clave para los Gobiernos, entre ellas la de movilizar a la población en las medidas de contención del virus y ver a la gente como parte de la solución y no como enemigos a los que espiar o perseguir, como hemos visto en algunos países; ayudar a la gente a reducir el riesgo y ofrecer apoyo; y reconocer el gran sacrificio que han hecho los ciudadanos hasta ahora.

Finalmente, pensar en el futuro puede ayudar a lidiar con la fatiga, al menos a corto plazo. Tal y como dice Troffa: “Es normal escuchar una voz en la cabeza que te diga que no hay futuro, pero nuestras vidas volverán a ser como eran antes y es algo que tenemos que recordarnos a nosotros mismos”.