¿De qué hablamos cuando hablamos de red flags?
Ilustración por @fridishart.
Identidad

¿De qué hablamos cuando hablamos de red flags?

“Es normal compartir tu contraseña de Netflix, pero no es normal que tu pareja te pida la contraseña del móvil. Big red flag”.

Conocemos a una persona, nos gusta, nos late el corazón y se nos retuerce el estómago cuando vamos a su encuentro. Dialogamos, pasan cosas, NOS pasan cosas, avanzamos y la incorporamos a nuestras vidas.

Puede que hayamos dado con una persona equilibrada, sana, respetuosa y que sea consciente de los cuidados sexoafectivos básicos. Pero también, puede que no, y que embadurnados en oxitocina pasemos por alto algunas señales que anticipan cierto grado de toxicidad. Algunas de estas alertas, como la manipulación y el chantaje, son más identificables; otras tantas heredadas del amor romántico quizás no tanto. El caso es que existen, se llaman red flags —banderas rojas— y se utilizan para definir una serie de conductas por las que deberías salir corriendo de una relación. 

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“Es normal compartir tu día con tu pareja y que pregunte cómo te ha ido, lo que no es normal es que tu pareja controle tus horarios e insista en saber dónde vas y con quién estás en todo momento”. “Es normal compartir tu contraseña de Netflix, pero no es normal que tu pareja te pida la contraseña del móvil. Big red flag”. Estas son algunas de las frases que encontrarás en la cuenta de La Fluorra, una española que trabaja en gestión cultural con proyectos enfocados en la salud mental y relaciones afectivas. 

Ella nos explicó que si bien el término red flags viene dando vueltas hace algunos años en las esferas de Internet, se hizo más presente en la vida real durante los últimos meses. 

VICE: ¿Cómo definirías el término red flags?

La Fluorra: Red flags son una conjunción de signos que te indican que algo no está bien. Es un concepto que utilizo tanto en términos de relaciones familiares y sexoafectivas, como en un ámbito laboral o educativo. Estas conductas o patrones que puedes leer en una relación se representan en actitudes abusivas o en micromachismos.

Ellas te demuestran que una persona que tiene relación contigo se está aprovechando de su estatus de poder y son más evidentes cuando la relación no es horizontal, sino vertical. La característica principal se basa en que muchas veces comienzan como “pequeñas” y luego terminan causando abuso psicológico o hasta físico.

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 ¿Podrías contarnos cuáles son las alertas más comunes?

Una red flag, por ejemplo, es cuando estás saliendo con alguien y esa persona no tiene ningún tipo de cuidado contigo, desaparece, deja de responderte los mensajes o responde de manera agresiva acusándote de desquiciada. 

Las red flags en relaciones más estables se basan en tener una actitud controladora. Por ejemplo, cuando quiere saber todo de ti, con quién te juntas o dónde estás a toda hora. Otra es cuando menosprecia tu capacidad o no te toma en serio, eso al final afecta tu autoestima.  

¿Podemos identificar red flags en relaciones esporádicas?

Por supuesto, no es necesario que haya demasiadas expectativas a futuro para pretender un cuidado básico. A veces pensamos en que este tipo de relaciones no nos da derecho a exigir ciertos cuidados mínimos, o podemos llegar a sentir que no tenemos la autoridad suficiente para demandar lo que nos merecemos, y es importante tomar conciencia de que no somos objetos sexuales independientemente de que la relación sea esporádica o casual.

Por ejemplo, una persona pasa una semana sin responderte, tú le preguntas si le pasa algo y por eso te acusa de que estás sacando las cosas de quicio, o que te estás haciendo demasiadas expectativas. Esa es una red flag

¿Cuál es la mejor manera de transmitir preocupación a unx amigx cuando vemos este tipo de señales de parte de su pareja?

Creo que es muy difícil para una persona que está enganchada a una relación darse cuenta de esto si la persona que se lo comunica es súper cercana, como un familiar o une amigue. Creo que ese llamado de atención es más efectivo cuando te lo hace una persona que te conoce poco, tiene más impacto. De todas maneras, si vemos esas señales, siempre hay que ser honesto con la persona que queremos, es importante comunicar y acompañar.

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A veces, aún teniendo las red flags como señales de alerta, insistimos en que un vínculo puede funcionar. ¿Por qué crees que sucede?

Por la educación que hemos recibido. Aunque las cosas están cambiando, nuestra generación ha tenido una educación que está influenciada por el amor romántico, la familia nuclear, las relaciones monógamas; conceptos hijos del patriarcado que no benefician a ningún género.

Lamentablemente todavía existe parte de eso, el mandato y la subordinación de las mujeres y la relegación del sujeto femenino como una posición pasiva está presente, mientras que al masculino se lo incentiva para ser un sujeto activo.

Nos han enseñado a tolerar más que a amar. “No soporto a esta persona pero tengo que convivir con esto porque debemos estar unidxs toda la vida”. A nivel social el matrimonio es un sacrificio, en la pareja se está sufriendo y hay que sacarla para adelante. Ese pensamiento todavía existe y nos cuesta desprender ciertos mandatos dentro de nuestra cultura. 

¿Crees que nuestra cultura avanzó a la hora de percibir este tipo de alertas?

Sí, claro, y me parece súper positivo que les adolescentes tengan sobre todo referentes de ficción que hablan sobre salud mental, depresión, ansiedad, trastornos alimenticios y trastornos a nivel psicológico, del mismo modo que hablan sobre violencia, racismo y transfobia. En los últimos diez años se está generando contenido cultural que ha intentado mostrar actitudes que no están bien, que no son normales y que son condenables. Eso me parece un avance.

En mi generación nos criamos con referentes blancos y machistas, ni siquiera te encontrabas a gente de otras razas en las series juveniles, casi todos eran heterosexuales, blancos y hombres. Ahora tenemos series que hablan de salud mental y sexualidad. A nivel literario también, yo tenía solo referentes hombres, cuando ahora se le está dando mucha más voz a las mujeres con las que nos identificamos. Gracias a esto muchos adolescentes de 17 u 18 años tienen algunas cuestiones más claras, tengo mucha fe en cómo están avanzando las cosas.