¿Está María y José realmente muerto?
Emilia Jorarjuria

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Música

¿Está María y José realmente muerto?

Asistimos al funeral que Tony Gallardo dio a su más famoso alias y salimos con una confesión.

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El sábado 11 de junio caminé por las calles desiertas de la Roma Sur en busca del sitio donde se llevaría a cabo un speakeasy que nombraron ACID HOUSE, organizado por Sonido Inconsciente. Dudé de si me habían dado la dirección correcta, porque al llegar no se veía gente ni movimiento, y apenas se escuchaba música muy bajito. Pero sí era el sitio, y apenas crucé la puerta y me topé con la oscuridad apenas rota por una máquina de láseres, y con el impactante techno amorfo que salía de los sintes modulares de Haiteku, supe que mi mente ingenua, que pensaba que el nombre del evento era por el género electrónico, estaba equivocada.

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El programa de la noche contaba con siete sets de productores y DJs jovensísimos y muy distintos entre sí, todos enmarcados dentro de la electrónica con inclinaciones inusuales; pero había un acto que me interesaba especialmente. Para ese día se había anunciado la muerte de María y José, el más popular de todos los alias del archiconocido artista e hijo adoptivo de Tijuana, Tony Gallardo. Coincidiendo con la noticia del cese de operaciones del sello Cocobass, que cofundó hace seis años junto a los venezolanos Eduardo Luis Hernández y Daniel García, Gallardo compartió con el mundo a través de Facebook que daría muerte al seudónimo que lo terminó de impulsar definitivamente. Pero, ¿por qué, y por qué ahora? ¿Cómo se mata un seudónimo en un show en vivo?

"Estoy en la cocina", me escribió Tony por Whatsapp, y ahí lo encontré conversando con Tahres One, cerveza en mano. Automáticamente supimos que no sería una entrevista como las cansonas de siempre, y comenzamos a hablar. Ahí me pidió de una vez que una eventual crónica del evento no se podía tratar de María y José, sino de todo lo que estaba aconteciendo en ese momento y sus protagonistas, al mismo tiempo en que SPHN hacía su set en vivo en el diminuto cuarto donde se realizaban las presentaciones. Su petición me hizo saber que, a) su apoyo a las propuestas locales que, según su juicio, valen la pena es incondicional; y, b) había algo detrás de su falta de interés acerca de la maniobra de desconectar a María y José.

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Sobre lo primero, su opinión no se hizo esperar. Su utopía en este momento es que las marcas en México le dieran sus infinitas ganancias de los eventos que patrocinan a los artistas nóveles para que se puedan desarrollar. Me confiesa que, si pudiera hacer demasiado dinero, todo lo invertiría en esta causa. "¿Conoces a Space Dynamite?", me pregunta, mientras la productora de cara cubierta manipula beats poderosos y bajos como sierras, para luego contarme de la vez que intentaron traerla a la Ciudad de México para una fiesta, junto con otros productores del Estado de México, pero no tenían dinero ni para asegurarles un regreso seguro a casa en taxi. Si por él fuera, y si tuviera dinero, hasta le compraría boletos de avión a México a sus antiguos compañeros fundadores de Cocobass para huir de Venezuela y su situación atroz –tema que inevitablemente se coló. No son ansias mesiánicas posadas, sino más bien filantropismo genuino.

Space Dynamite | Fotografía: Miguel Huerta para THUMP México

Recordamos Myspace y la netlabel Poni Republic en el 2008, cuando apenas él comenzaba con su proyecto anterior, Unsexy Nerd Ponies, y yo con mi antigua banda, Jóvenes y Sexys, y de la vez que nos hizo un remix. Ahí me terminó confesando que no le gusta tanto hacer remixes, porque les invierte demasiado de sí mismo, cosa que me sorprendió y me pareció muy loable. Al hablar de María y José, se le escuchaba un tono nostálgico y orgulloso, tal vez exacerbado por el alcohol. Aclaró que, a pesar de lo que repiten los medios, su primer disco es Club Negro, y no Espíritu Invisible; y conectó el primer release de Cocobass –su EP Kibosé– con el último, Unlimited Fantasy One, su más reciente como Boi Patrol. "Es como lo mismo, pero con mejor producción", bromeó.

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Llegó el punto en el que Tony –o Marco Antonio, nombre investido en honor al Buki, Marco Antonio Solís– ya no se aguantó más, y me reveló la verdad sobre la muerte de María y José: es mentira. O, al menos, a medias: había muerto una etapa de María y José para, como ave fénix, dar lugar a una nueva. "Me parecía muy importante hacer esta entrevista contigo para aclararlo y que lo difundieran en THUMP México", dijo. Y así se levantó el luto, y quedó explicado por qué no había drama ni sentimentalismos alrededor del evento. A pesar de que no aclaró de qué se trata esta nueva etapa, y a pesar de que ya iba a seguir editando toneladas de música como Tony Gallardo II, El Capricho, Boi Patrol, o con cualquiera de sus otros apodos, reconforta saber que María y José todavía tiene futuro. La duda, entonces, se hizo aún mayor: ¿de qué tratará este concierto que estoy a punto de presenciar?

Hablamos un poco más antes de que desapareciera previo a su show. Hablamos de su disco favorito de El Guincho, Alegranza ("yo empecé igual que El Guincho, pero ya sabes que los europeos tienen privilegios"); de nuestro amor mutuo por Skepta ("su estilo es mucho más caribeño; se asemeja más a Shabba Ranks"); y de cómo el Ruidosón empezó como un bluff mediático que se propagó como pólvora ("ahora hay como 200 mil personas que saben qué es el Ruidosón, y eso para mí es suficiente"). Mientras aguardaba el funeral anunciado, conocí finalmente lo que es un set de 1OO1O. Me dejé bombardear por sus golpes de grime, Jersey club y juke, y los BPMs que no paraban de subir, y me convertí en fan.

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Seguí esperando, y Tony nada que se mostraba. De la nada salió Alfonso Muriendas de Nrmal y me pasó un dato. "A Tony se le olvidó el micrófono. Nadie por aquí cerca le pudo prestar uno. Fue hasta su casa y no lo consiguió, así que va a cantar por los audífonos". Finalmente apareció, vistiendo una sudadera de Burzum y acompañado de Yumi de System Error, su DJ de la noche. "Somos María y José", dijo, seguido de una cadena de chistes como los que deja correr en su cuenta de Twitter, a través de sus audífonos convertidos en micrófono. Lo que vino después fue una metralla de hits, arrancando de una vez con "Granada", y seguido de otros como esa súper versión tribalera de "Violentao", o el hip hop pesado de "Plata o Plomo". Sonidos techno y percusiones prehispánicas iban y venían, y el efecto del alcohol y las sustancias en todos los presentes era claramente notable. El show estuvo plagado de feedback, problemas técnicos, cortes abruptos de las canciones, equipos desconectados, y errores varios, pero a nadie parecía importarle. Finalmente se fue diciendo "fui María y José", pero a mí no me engaña.

La noche del 11 de junio nadie lloró al muerto. Pero sé –y ahora todos sabemos– que María y José vive.

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