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Copa América Centenario

​Sueño Americano: Argentina en Estados Unidos

Millones de latinoamericanos cruzan fronteras hacia el norte para buscar el sueño americano. Argentina no es la excepción, pero si hay algo que rompe barreras es el deporte, ahora más que nunca con la Copa América Centenario.
Rebecca Cabrera Galindo vía Flickr

Para empezar a hablar hay que calcular un aproximado de 243 mil personas. Cada una con su sueño, cada una con su historia pero todas con un destino similar. Esa gente, sea cual sea el motivo, dejó Argentina y trasladó su vida a Estados Unidos. El número es ínfimo si lo comparamos con el total de la población del país argentino, que alcanza los 40 millones. Solamente el 0,6 por ciento deja su tierra de origen pero de todos formas el número sirve para encontrarse con un patrón inmigratorio muy distinto al que los Estados Unidos está acostumbrada con respecto a América Latina. Hoy, Estados Unidos ha recibido con brazos muy abiertos todas las banderas latinoamericanas y todos los hinchas que se gozan con ellas. Cumpliendo cien años de la Copa América, los organizadores llevaron el torneo por primera vez al país estadounidense, pero la inmigración al país va mucho más allá que un torneo de fútbol.

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En la lista de inmigrantes hispanos, Argentina ocupa el puesto catorce, muy lejos de México, el primero en la lista. Además, según estudios de diferentes universidades, ostentan los mayores ingresos económicos por año entre los latinos y una edad superior al promedio. Un dato que marca esta realidad es que en el país sureño los estudios tanto primarios como secundarios y universitarios son totalmente gratuitos y de gran calidad, lo que hace que año a año reciba gente de toda la región que no puede pagarse su carrera en su país de origen. Al darse esta situación, la gran mayoría de argentinos emigra ya con un título en su haber, lo que le permite acceder a un mejor trabajo y a una vida de un nivel más elevado.

El 58 porciento elige el estado de Florida para vivir. Preferentemente Miami por su clima cálido. Allí, por ejemplo, reside el peleador de UFC Santiago Ponzinibbio, quien se instaló hace dos años y ya consolidó su vida comprándose su propia casa y también su camioneta. "Acá es otra cosa, todo es más fácil. En Brasil me salía carísimo vivir", me dijo alguna vez.

Sin embargo, además del aspecto educativo la otra arista a resaltar es la idiosincrasia del argentino. El de ciudad, por lo general acostumbrado al buen pasar, cuando elige la opción de irse es buscando profesionalizarse aún más en su área y obtener una remuneración mayor que tal vez le sería imposible o le demandaría muchos más años conseguir en su tierra de origen. De ninguna manera irá a la deriva a encontrarse con un trabajo de poca remuneración y largas horas de carga. Normalmente el argentino que se quedó sin empleo, como lo fue masivamente en la crisis de 2001, busca un futuro mejor en España o Italia, de donde provienen prácticamente todos nuestros ancestros.

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Por el trabajo de periodista, quien escribe, he tenido la suerte de viajar en más de diez oportunidades a Estados Unidos, conociendo distintos tipos de ciudades. Puedo corroborar que los datos arrojados anteriormente tienen un grado de certeza bastante elevado. El común denominador radica en que los compatriotas que llegan a la casa del Tío Sam lo hacen casi en su totalidad con dominio del inglés y estudios terminados. ¿Por qué se van? Muchas veces por alguna oferta de trabajo y otras para algún tipo de maestría en alguna universidad prestigiosa.

Eso sí, lo particular que tiene el argentino es que nunca deja de lado sus costumbres. Si apuesta por instalar un restaurant en Estados Unidos se la juega con lo que sabe, una parrilla con buena carne y los mejores asados. En tierras extranjeras la hermandad suele agigantarse y es muy común encontrarse con familias que se conocieron fuera del país habiendo comenzado la relación simplemente por escuchar hablar al otro y entrar en conversación. En la adversidad, cuando se está lejos de la familia, el argentino siempre es muy unido.

El asado, el vino, algún que otro tango y el "che boludo" en cada charla son elementos infaltables sin importar sobre qué tierra se esté. "Si piso de nuevo Argentina no me puedo ir más. Extraño todo, es el mejor país del mundo", me dijo hace poco Omar, un compatriota que vive en Seattle hace ya 15 años e iba camino a llevar a sus hijos a ver a Messi y compañía durante la Copa América Centenario para que sepan lo que apreciar un partido de Argentina en cancha. Sus tres chicos, a pesar de haber nacido en Estados Unidos, hablaban como argentos y nada querían saber con ver beisbol o fútbol americano. La distancia no los privó de los amores celestes y blancos.

No hay dudas que en Estados Unidos existe una mejor calidad de vida. Sin embargo, el argentino es muy arraigado a su país y le cuesta mucho despegarse. Al no estar en una situación de desesperación económica, tampoco lo mueve demasiado el billete verde. La emigración es tomada simplemente como un paso para dar un salto de calidad, pero no como una necesidad imperiosa para sobrevivir. Eso sí, pase lo que pase, para los nuestros las costumbres no conocen fronteras.

Argentina ahora enfrenta a los Estados Unidos en un campo de futbol que no es americano, pero sí en su país. Las semifinales de la Copa América Centenario incluyen este partido, uno bastante adecuado para representar cómo el deporte ha unido gente de diferentes países, con un balón de por medio, mucha pasión y a veces rivalidad.