Fuimos a un casting para participar en fiestas sexuales y tríos en Barcelona
Todas las fotografías por Isra Ortega

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Sexo

Fuimos a un casting para participar en fiestas sexuales y tríos en Barcelona

Los 'chicos de élite wyylde' están dedicados a dar placer a grupos y parejas en fiestas sexuales y tienen que mantener siempre un alto nivel de rendimiento.

Todas las fotografías de Isra Ortega.

Tres chicos bien plantados conversan en la barra de un bar, el Jack Swan de Barcelona. Parece una coctelería cualquiera en la que se han reunido unos amigos, pero el argumento de la película cambia radicalmente cuando se descubre que la puerta al final de la barra conduce a un local de intercambio de parejas y que ellos están ahí para poner a prueba sus artes amatorias.

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Pero empecemos por el principio. En un mundo globalizado, las ideas sencillas marcan grandes diferencias. Esa lección la tiene perfectamente aprendida Sami Benorman, que organiza fiestas liberales, pero que no quiere que éstas sean una mera suma de pieles o una amalgama de deseos deslavazados. Por ello creó el concepto de "chicos de élite wyylde". Varones bien parecidos que están al servicio de las parejas que buscan convertir el dúo en trío. No hay interés económico por medio: el placer es la única moneda de cambio. Habitualmente, los hombres sin pareja tienen restringida la entrada a estos locales, en cambio, si perteneces a la tropa de Benorman, puedes franquear, sin problemas, las puertas de las Sodomas modernas. Estos solados del deleite visten una camiseta que los distingue, para que las parejas puedan llamarlos a su vera y cuando han participado en demasiados combates, se quitan la prenda, para indicar que necesitan una tregua.

"Con los chicos de élite wyylde, tienes un mínimo garantizado, sabes que tu mujer se lo pasará bien (…) a cierta edad: los experimentos, con gaseosa"

chicos de elite wyylde sexo en grupo Barcelona

"Muchos han intentado copiarme la idea", explica Benorman, un francés afincado en Barcelona que lleva 30 años en el mundo liberal. "Eso significa que es buena", sonríe. "Además, estoy seguro de que sin un proceso de selección como el que yo hago es difícil obtener los mismos resultados".

Su control de calidad es avalado por una pareja que lleva 20 años de trayectoria como swingers. "Con los chicos élite, tienes un mínimo garantizado, sabes que tu mujer se lo pasará bien. No es lo mismo que dejarla en manos de un chico que conoces en la barra de un local de intercambio. Ahí nunca sabes lo que te vas a encontrar y, mira, a cierta edad: los experimentos, con gaseosa. Por eso nos gustan tanto las fiestas de Sami Benorman", explica pragmáticamente C, un usuario que prefiere no dar su nombre.

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Benorman es el responsable de la página wyylde.com, donde parejas y solteros se ponen en contacto para llevar a cabo sus más lúbricas fantasías. A través de este portal organiza sus fiestas liberales y también convoca estos castings para laurear a los mejores amantes del lugar que después ser convertirán en las guindas de sus encuentros. En la web también se pueden encontrar post sobre el mundo liberal y vídeos en vivo.

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Muchos se ponen nerviosos

Benorman empezó hace tres años sus procesos de selección realizando únicamente un cuestionario. Quería encontrar hombres que realmente entendieran la filosofía del intercambio y comprendieran que no se trata de compartir fluidos sin orden ni concierto, si no que debían poseer cierta psicología para entender los deseos de la pareja. En su afán de perfeccionismo, refinó aún más el cribado y añadió una prueba práctica, en los que los que los aspirantes debían conocer, bíblicamente, a las parejas y éstas, posteriormente debían puntuarles. "Muchos se ponen nerviosos, es un poco estresante para ellos. En cambio, para la pareja, resulta muy divertido", explica Benorman. Y es que el test de calidad es exigente, se han convocado castings multitudinarios con 10 candidatos, de los que se ha acabado seleccionando uno o dos a lo sumo.

Regresemos al Jack Swan de Barcelona. Los tres chicos bien plantados se han adentrado en una de las salas, presidida por una enorme cama en la que está sentado Benorman, cuestionario en mano. Los jóvenes se sientan frente a él. Bromean de esa forma tan masculina en la que se encubre el nerviosismo. Y antes de la entrevista, el improvisado jefe de recursos humanos concreta las cualidades que espera de los candidatos.

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"Muchos se ponen nerviosos, es un poco estresante para ellos. En cambio, para la pareja, resulta muy divertido"

"Estamos buscando chicos que tengan el perfil óptimo para hacer un trío. Por ello, nos fijamos en el físico, que tengan menos de 35 años, que sean deportistas y marquen un poco los abdominales, pues ese es el prototipo de muchas mujeres. Pero no sólo es eso. Hacer un trío no es tan fácil como parece: se tiene que entender el funcionamiento del mundo liberal, saber comportarse con una mujer y ser suficientemente cañero para que la situación sea excitante. Es morbo y es vicio y tenéis que estar dispuestos a jugar con todas las chicas, no sólo con las más guapas. Lo que sí se respeta es si sois heterosexuales o bisexuales", explica en tono muy serio. "Ahora os voy a hacer una entrevista y después las chicas os probarán. Si no quieren hacerlo, es que no les resultáis atractivos. Ellas pondrán una nota y decidiremos si podéis entrar o no".

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Los tres candidatos

Tres hombres y un destino

El cuestionario es ciertamente exhaustivo: edad, talla, deportes que practica, el tipo de música predilecta, experiencia en el mundo liberal, preferencias físicas, qué es lo que nunca harían, qué "aguante" tienen, por qué aspiran al "puesto"…

Cada uno tiene una motivación diferente. El más joven, que se hace llamar Florín, tiene 20 años, parece un poco nervioso y a la vez tiene algo de soñador. Hace un par de meses que descubrió los placeres que van más allá del número dos, participando en un gang bang. "Me gusta la energía que se desprende en las orgías y quiero empaparme de ella, demostrarme que soy capaz de hacerlo. Aspiro a tener la mentalidad de un hombre de 40 años en el cuerpo de un chico de 20", explica con entusiasmo. Benorman, que tiene 50, le responde: "Te daré un consejo: no intentes demostrar nada ni a ti ni a nadie. Esto no es una película porno, relájate y sé natural".

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A. es product manager especializado en telecomunicaciones, tiene 32 años y muchas ganas de catar los ambientes liberales. Hasta el momento, no ha tenido demasiada fortuna, visitó dos locales y estaban vacíos, pero se ha resarcido en otras dos fiestas privadas. Confiesa que en un primer momento le puede parecer chocante estar con una mujer con pareja, que puede llegar a plantearse qué piensa el marido, pero tiene ganas de surcar esas fronteras del cuerpo y de la mente.

Ricardo, de 35 años, reconoce estar un poco nervioso, aunque se comporta con desparpajo. Lleva dos años en el mundo liberal. "Yo me apunto a un bombardeo. Me gusta mucho el feeling que se establece en las fiestas privadas, me lo paso muy bien hablando con la gente", asegura.

La hora de la verdad

Tras haber superado la prueba teórica, Benorman recorre la barra del bar, donde las parejas charlan animadamente y con suma elegancia les pregunta: "¿queréis probar un chico?". Algunos declinan la oferta, otras se interesan por ver quiénes son los elegidos y finamente A y R pasan a la gran final. Florín encaja con deportividad la negativa: "bueno, pues me he quedado sin polvete", comenta.

Benorman me explica que sus finos rasgos pueden causar el efecto contrario al imaginado. "Ninguna mujer quiere pensar que está acostándose con su hijo. Pero seguramente de aquí un tiempo, cuando tenga más rodaje, la cosa cambiará".

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La libreta de Sami Benorman

Se adentran en las diferentes salas, A. con una mujer y Ricardo con una pareja. Al cabo de un rato, sale el segundo, empapado en sudor. "Ha salido muy bien, pero me sabe a poco. Yo es que si no son entre 7 o 8 me quedo como a medias", dice sonriendo y encogiéndose de hombros. Y rápidamente, olvida lo ocurrido y se pone a comentar, con otros amigos, que es inventor y que va a patentar una parrilla giratoria. Mientras se viste, va mostrando los vídeos de su invento en el móvil.

"Ha salido muy bien, pero me sabe a poco. Yo es que si no son entre 7 o 8 me quedo como a medias"

A. se demora un poco más. Las estrechas paredes no dejan duda de que está esforzándose y la entusiasta respuesta de su partenaire hace preveer que entrará por la puerta grande en el club los chicos élite wyylde. Sin embargo, al acabar, ella comenta: "Sólo un siete, porque le pone muchas ganas y, bueno, —sonríe pícara— también deditos. Pero aún le falta un poco. No todos los hombres pueden mantener una erección completa todo el rato, sobre todo las primeras veces, porque los nervios les juegan malas pasadas. Pero yo creo que se le ha de dar una oportunidad. Es el típico chico que te encuentras de aquí un año en una fiesta y ha mejorado mucho. Actitudes tiene", comenta la improvisada profesora.

Para seguir el proceso, ha acudido al local uno de los chicos élite más veteranos. Su destreza en estas lides le llevó a que le propusieran protagonizar películas pornográficas. "Pero aquello no me gustaba, tenías que seguir un guión. Yo ya trabajo como aparejador y esto lo hago por diversión. Me gusta improvisar", comenta. "Creo que ser un chico élite es como hacer de 'taxi' en un local de salsa. Estos son los chicos que saben bailar y que sacan un rato a las chicas que quieren para que se pasen un buen rato. No hay tanta diferencia con lo que hacemos".