Sin duda, el acto compulsivo de comprar y devolver cosas (o como me gusta llamarlo, la bulimia de las compras) me hace sentir que tengo un propósito. Es un propósito efímero, un propósito estúpido, ya que el perfecto accesorio para la ducha no me va a completar como persona. Cuando me muera no me voy a poder llevar ese accesorio conmigo. Pero, de hecho, creo que ese es el punto. Un juego de psicología inversa que juego conmigo misma, en el que estoy tan ocupada con todas las minucias de mierda de la decoración del hogar, que puedo olvidarme de la muerte. Después de todo, ¿qué tipo de persona pasaría cientos de horas en IKEA cuando solo se tiene un tiempo limitado para vivir en esta Tierra? Bueno, pues si estoy gastando mi tiempo en IKEA, es porque no puedo estar a punto de morir, ¿no?Cuando estoy en la naturaleza, nunca olvido que me voy a morir.
La respuesta, obviamente, no está en Bed, Bath and Beyond. Lo sé. Aún así, como siento que no hay "respuesta" a la paradoja de la experiencia humana, voy a Bed, Bath and Beyond, porque no sé a dónde más ir. Soy una humana que, en últimas, teme querer lo que ya tiene porque no quiere recordar su propia impermanencia. Así que busco todo tipo de mierdas nuevas y me aferro a ellas hasta que sean viejas… luego busco más.Sigue a So Sad Today on Twitter.El hombre es un gusano y es comida de gusanos. Esta es la paradoja: se encuentra por fuera de la naturaleza e irremediablemente dentro de ella; él es dual, está en las nubes y al mismo tiempo en un cuerpo con un corazón que late y que busca respirar… una carcasa de carne que es ajena a él en muchos sentidos —el más repugnante de ellos siendo el hecho de que adolece, sangra, se deteriora y muere. El hombre está literalmente dividido en dos: es consciente de lo excepcional que es, en cuanto a que sobresale por encima de la naturaleza con majestuosidad, y sin embargo vuelve a ella para desaparecer estúpida y ciegamente por el resto de la eternidad. Es un dilema aterrador para vivir y presenciar.