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Negocios son negocios: El concepto del futbol americano como una familia

¿Se le puede confiar a la NFL algo tan valioso como lo es el futbol americano?
Illustration by J.O. Applegate

El hecho que más me sorprendió fue el del chico de las historietas, tanto en el momento como a la mañana siguiente. Los comentarios que aparecían a un lado de la transmisión ilegal del partido inaugural de la temporada entre los Panthers de Carolina y los Broncos de Denver fueron tan vergonzosos como ningún otro tipo de comentarios en tiempo real que puedes encontrar en internet. Pero conforme el partido se fue ensuciando y defensor tras defensor de los Broncos apuntaban sus cascos a la cabeza y cuello de Cam Newton, un nuevo y extraño tono empezó a emerger de lo que por lo general suele ser el mismo sonsonete inmaduro y lleno de errores gramaticales.

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Sería algo exagerado describir este tono como algo triste porque no hay que olvidar que se trata de una sección para comentarios en tiempo real lleno de fans de la NFL en donde dicho adjetivo no tiene cabida en el menú. Pero el personaje de historietas, Cam Newton, no estuvo solo, en el último cuarto; la mayoría nos preguntamos cómo es que algo así siguiera pasando: cómo es que a los Broncos se les permitía realizar este tipo de ataques a la cabeza de Newton una y otra vez sin penalizaciones, cómo es que a Newton se le permitió seguir en el campo sin interferencia alguna de sus entrenadores o del personal independiente y neurólogos que la NFL exige tener en las bandas en cada uno de los partidos.

Los impactos continuaron sin un solo silbatazo de los árbitros —el único golpe casco contra casco que se señaló sobre Newton fue compensado quitándole una penalización a Carolina— y generaron simples comentarios como el de Cris Collinsworth de NBC, quien se preguntó si la suma de los golpes había disminuido la capacidad de Newton en la serie ofensiva que pudo darles el triunfo. Si hubiese habido una voz razonable, esta voz habría expresado la verdad en toda la expresión de la palabra. El chico historieta dijo lo que todos pensamos, "No está permitido entrar primero con el casco, es lo que pensé".

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Cam Newton está en lo correcto, pero es posiblemente más significativo de lo que él cree. Cualquier persona interesada en este tema debe estar consciente a estas alturas de los compromisos, cobardes atajos, y de la crueldad inhumana que define al negocio del futbol americano, desde Pop Warner hasta la vergüenza del primer partido de jueves por la noche de esta temporada. Dios sabe que también he contribuido a esto, hasta el punto de poder buscar mis columnas donde me quejo del estado de las cosas desde hace unos años.

Interesarme y escribir acerca de la NFL es mi trabajo y mi aflicción masoquista como fanático de este deporte. Cuando alguien que hace comentarios estúpidos en las transmisiones pirata de la NFL se ve sorprendido por la indiferencia de la liga para lidiar con su violencia inherente, tal vez hayamos cruzado el límite. En términos de audiencia e ingresos, la NFL ha demostrado que puede sobrevivir a la crisis de confianza que ha definido los últimos años de la indiferente administración de Roger Goodell. Ya que los dueños de los equipos de la NFL utilizan y empoderan a Goodell para sus aspiraciones de autoritarismo corporativo y sólo les importa el nivel de audiencia y las ganancias, resulta tentador dejar las cosas como están. Pero la NFL no puede sobrevivir sin un personaje como Cam Newton. Pero aún, lo único que obligaría a Cam Newton para dejar de ver futbol americano es la NFL.

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Tu forma irrespetuosa de absorber un trauma cerebral. Foto por Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports

El futbol americano y la NFL no son lo mismo, aunque éste último trate de convencernos que sí lo son. Imagina más bien que el futbol americano es como un recurso natural del cual los dueños de los equipos poseen los derechos para explotar, y sólo así estarás más cerca de la verdad. Han pasado tanto tiempo en este deporte y sus negocios han sido tan lucrativos y exitosos que han confundido el atractivo del deporte con sus ambiciones. La NFL construyó una fantasía de sí misma como si se tratara de una nación gobernada por la virtud aguerrida, la valentía innovadora, y el fresco sabor de una Coors Light, cuando la realidad es mucho más vacía.

El resultado es una recopilación evidente y mayúscula de contradicciones: es un fetiche hacia la disciplina aunada con un desagrado por la responsabilidad, un sentimentalismo descontrolado que oculta un nada cínico y garrafal, una veneración del sacrificio y un ethos preponderante para la codicia. Separa las máscaras de las virtudes verdaderas y obtendrás la diferencia entre la NFL y el futbol americano, el deporte y el negocio. El único aspecto redentor de la NFL es el juego en sí, no hay más; es decir, el esfuerzo colectivo que nos deja con la boca abierta y el virtuosismo individual, su complejidad, y también la violencia. Todo lo demás luce escandalosamente falso cuando se le compara. Se ve así porque lo es.

Ahora te das cuenta del desafío: es sumamente posible amar al futbol americano y desdeñar a la NFL, pero tienes que pasar por uno para llegar al otro. Pero existe un problema aún mayor que el narcicismo del mercado verde y la manera en que se supone uno debe consumir éticamente el producto vendido por personas inmorales. Todos y cada uno de los golpes a la cabeza absorbidos por Newton aquel jueves por la noche sacaron a relucir la problemática.

El problema es que la NFL no ha demostrado que se le puede confiar este deporte. Habrá nuevas regla y comités, creará protocolos y gastará cuantiosas sumas de dinero para que te asegures que han hecho hasta lo imposible para solucionar los problemas, pero no puede hacer algo, y tal vez jamás lo hará, para convencerse de aplicar dicho reglamento. Someterá a Cam Newton a un terrible riesgo porque el conjunto de cínicos cálculos sugieren que no es bueno para el negocio actuar de forma diferente. La gente con poder se quejará de que la liga empeora por los planes económicos que los dueños implementaron, como lo han hecho varios entrenadores y ejecutivos al lamentarse del patrón por adquirir jugadores más jóvenes, pero no hará algo para alterar dichos planes o desafiar las ideas que los crearon.

Es sorprendente lo mucho que la estructura económica de la NFL se parece a Estados Unidos en este momento, donde una robusta clase de multimillonarios vigila a un conjunto de gerentes y administradores cuyo propósito esencial es extraer el máximo de productividad con un costo mínimo. Honestamente, tampoco suena muy sustentable, pero en ambos casos esta inquietud no ha podido cambiar el parecer de la gente de arriba.

Dada la cantidad de dinero que la liga genera y el poder que algunos poseen, resulta lógico que mantengan el status quo como está. Pero existe un fracaso de la imaginación —dentro de la falta de generosidad y pomposidad de la NFL— que podría solucionarlo. Las numerosas grietas sobre la estructura de la liga son lo que son, y no haré como que sé más del declive de la práctica de futbol americano entre los jóvenes que tú porque no tengo idea. No diré que sé cómo un imperio se colapsa, más allá de que todo inicia cuando la gente se hace preguntas —preguntas razonables, del tipo que abordan la disyuntiva entre lo que te dicen y lo que ves, aquellas que tiene respuestas difíciles.