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FIGHTLAND

La importancia de Kimbo Slice para la comunidad autista

Nuestra colaboradora autista aborda la relación entre el peleador y su hijo Kevlar, y las buenas obras que hizo para la comunidad en general.

Los medios pueden ser un lugar extraño para trabajar cuando te encuentras del lado del autismo. Te toca ver a tus colegas, que en su mayoría no son autistas, hacer la mayor parte de los reportajes y análisis sobre tu trastorno neurológico que abordan una discapacidad compleja y amplia que muchos (no sólo aquellos en apariencia verbosos y de "alta funcionalidad") ven como una identidad y la tratan de la forma en que discutirían una enfermedad o epidemia. Después los ves enmarcar sus historias con este concepto erróneo, mostrando a las personas que sufren de autismo como trágicas —o inspiradoras, si son carismáticas o suficientemente dóciles— y muestran a los familiares como las verdaderas víctimas.

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Esto puede llegar a ser particularmente incómodo en los medios deportivos, donde el lenguaje que rodea a la victoria o la derrota, y la lucha entre ambos es una herramienta fundamental del oficio. En este mundo, el autismo se convierte fácilmente en el equipo contrario, o la némesis a largo plazo. Es algo con lo que se lucha y se derrota. La gente que sufre de autismo en estas historias son, a lo mucho, las damiselas en apuros, pero nunca los héroes. Apenas son vistas como personas.

Así que cuando mis amigos y colegas comenzaron a mandarme los enlaces para "Bellator MMA: In Focus With Kimbo Slice", un vídeo de seis minutos que la promotora había publicado en los días previos al encuentro de la leyenda de las peleas callejeras ante Ken Shamrock en junio pasado, al principio no sabía si abrirlos o no. Pero me alegro de haberlo hecho.

Admito que me estremecí un poco cuando el tema del autismo fue lo primero que se mencionó en el vídeo, acompañado de un cambio emocional dominante por la música de fondo y un par de sombrías pantallas de título donde se informaba al espectador que el hijo menor de Kimbo, Kevlar, padece autismo y que entrena con él todos los días.

Me dio la sensación de que el segmento atraía poco a poco al espectador hacia un territorio trillado cuando Slice (alias Kevin Ferguson) dijo "no sólo estoy librando esta batalla o una pelea, también estoy luchando, estamos luchando, contra el autismo. Estamos combatiendo al autismo".

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Pero lo siguiente me sorprendió: "Cuando estoy aquí, estoy con él y somos parte de la vida de cada uno, le doy una parte de mí, y él me da una parte suya", comentó Slice mientras Kevlar forcejeaba con un dummy a unos metros de distancia bajo el logo de American Top Team. "De vez en cuando sólo quiere asegurarse que lo esté observando. Me voltea a ver como diciendo, '¿Estás viendo papá? Quiero que mi papá vea esto'. Esto en sí es un gran logro: ver a mi hijo aprender a luchar y practicar jiu-jitsu. Me hace sentir bien. A él le encanta".

Tal vez suene como un sentir común más por la forma en que el autismo y los niños autistas son mencionados generalmente en el discurso público —así es como se supone que los padres amorosos deben hablar de sus hijos— pero hay algunas sutiles, pero importantes diferencias.

Es muy común en las discusiones sobre el autismo hablar de los padres en términos de lo que pueden llegar a perder en su relación con sus hijos autistas: tienen miedo por la posibilidad de nunca poder escuchar a sus hijos decir un "te quiero" o recibir un abrazo de sus seres queridos. Muy pocas veces se menciona el sentir del niño.

Pero cuando Slice habló de Kevlar, se estaba refiriendo a las cosas que eran importantes para su hijo, y lo que mejoraba su vida. Era consciente que su hijo quería el reconocimiento y se lo proveyó. La dicha que recibió de su vínculo, como compañeros de familia y de entrenamiento, se dio por haberse conectado con algo que era disfrutable para ambos. Su orgullo emanaba de su habilidad para proveer algo que alegraba a su hijo y verlo progresar en ese ambiente.

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Con esta simple pero profunda reflexión pública, Slice —quien también trabajó en campañas con The Autism Society— se convirtió en un modelo a seguir para los padres sin hijos autistas, y una luz de esperanza para las personas autistas que quieren ser reconocidas y amadas por lo que somos.

Más importante que todo esto, continuó siendo un buen padre para Kevlar.

"Cuando se trata de tus hijos", Slice filosofó en otro segmento del vídeo, "quieres darles todo lo que tienes, todo lo que eres, para que puedan ser un poco mejores, un poco más fuertes, más listos y sabios. Lo único que quieres es que tus hijos sean un poco mejor de lo que tu eres".

Las personas con autismo enfrentan desafíos inimaginables en este mundo que no fue construido para nosotros y que muchas veces tiene poco sentido. Particularmente para la gente negra con autismo cuyo bienestar, seguridad, y libertad están bajo amenaza constante de una sociedad que aún ve al autismo como un trastorno exclusivo de la gente blanca, y su comportamiento como algo peligroso que puede y debería ser controlado estrictamente para el bien del público. Pero Kevlar aún tiene la oportunidad de vivir el sueño que Slice quiso para todos sus hijos por su entendimiento, apoyo y amor de padre.

Qué mejor legado y qué mejor forma de recordar a un padre.