La comunidad trans en Brasil celebra una inusual victoria electoral

Ganar un lugar como concejal suplente en la municipalidad de Río de Janeiro podría sonar como un logro pequeño, pero para la comunidad transexual en Brasil, el reciente triunfo de Indianara Siqueira es una desafiante victoria sobre décadas de abuso sistemático contra esa población.

"Mi suplencia es una victoria para todos los transgéneros y transexuales que vivieron para mi, que sobrevivieron para mi", escribió Siqueira en su cuenta de Facebook, el 4 de octubre pasado, cuando festejaba su triunfo electoral. "Estamos mandando un mensaje de que nosotros estaremos en todos los espacios públicos que se nos han negado".

Siqueira, de 45 años, quien hizo campaña con el eslogan "Una puta para concejala", ganó 6.166 votos con su nominación por el izquierdoso Partido Socialismo y Libertad en las elecciones locales a principios de este mes.

Su festejo-publicación en Facebook, que se ha vuelto viral en Brasil, es un grito que exhibe las brutales agresiones y abusos que ha sufrido a lo largo de su vida hasta este último capítulo: su modesto triunfo electoral que quiere inspirar a la comunidad LGBTTI.

"Sobreviví a las calles, a los callejones, las calles traseras y al sistema ¿Te provoco algo? ¿Te intoxico? ¿Te asusto?", escribió en su muro.

Latinoamérica tiene, por mucho, los más altos números en asesinatos de odio hacia transexuales: 78 por ciento de 2.115 homicidios contabilizados por Transgender Europe entre enero de 2008 y abril de 2016 ocurrieron en esta región del mundo. Y Brasil aporta el 40 por ciento de esos asesinatos.

La publicación de Siqueira es particularmente dura cuando narra aquella vez que estuvo cerca de la muerte en la costera ciudad Santos, donde fue atada para que un policía la torturara: puso una pistola en su cabeza y jugó a la ruleta rusa.

"Estaba temblando de terror y lloraba", recuerda sobre ese episodio que ocurrió en la ciudad donde comenzó su vida como trabajadora sexual, después de dejar su hogar a los 16 años. "Pero ver girar el cilindro de las balas también me hacía pensar en la gente que dependía de mi".

Para aquel entonces, Siqueira ya era una líder en su comunidad que hablaba sin tartamudeos sobre el abuso que existía en Brasil contra la comunidad trans: en una ocasión, la policía arrestó a trabajadores sexuales, las colocó en un paredón y les arrojó amoníaco en la cara, mientras se reía de ellas.

Aunque Siqueira abandonó la ciudad de Santos por miedo a ser asesinada, ella mantuvo sus acusaciones sobre brutalidad policiaca, algo bastante común en grandes ciudades brasileñas, como Sao Paulo… o Río de Janeiro.

Historias como ésas se destacaban en las legislaciones a favor de la igualdad que se han aprobado en Brasil en los últimos años. En 2010, la Suprema Corte estableció que la adopción por parejas del mismo sexo es legal y varios estados, como Río, armonizaron sus leyes locales como una medida para combatir la discriminación contra la comunidad LGBTTI.

Sin embargo, esas leyes aún deben acoplarse a la violenta realidad y es por ello que la Campaña por los Derechos Humanos del gobierno de Estados Unidos emitió en agosto pasado un comunicado en el que alertaba a gays, lesbianas, bisexuales y trans sobre la violencia contra ellos que se podría desatar durante los Juegos Olímpicos de Río.

"Si bien hay progreso contra la cultura machista del país, esos avances no hay dismininuido considerablemente la epidemis de violencia contra la comunidad LGBTTI", se leía en el comunicado. "Mujeres transexuales son desproporcionalmente más afectadas por esa violencia"

Siqueira terminó su publicación exhortando a la gente a unírsele en el festejo de su primer día como concejala suplente: una fiesta callejera el próximo enero.

"Soy resistencia. Soy resilencia", escribió.

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