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Andrés Manuel López Obrador recorrió, en noviembre pasado, la base militar de Santa Lucía, donde presentó su plan para construir nuevas pistas de aeropuerto. Foto: Cuartoscuro.com

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Me canso ganso: el aeropuerto de Santa Lucía cortará el vuelo de miles de aves

Expertos ven un doble riesgo ambiental: controlar las polvaredas que se vienen en Texcoco y proteger a los gansos y calandrias que vuelan cerca de la base militar donde AMLO quiere construir las nuevas pistas.

Artículo publicado por VICE México.

Con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), los conflictos ecológicos continuarán, pero ahora por duplicado, porque a 10 kilómetros de la Base Militar de Santa Lucía se ubica la Laguna de Zumpango, en la que habitan incluso más especies de aves migratorias y locales que en Texcoco, por lo que se requerirán estudios de impacto ambiental para no afectar a los patos, gansos y calandrias que pasan por la zona.

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Aunado a esto, la cancelación del NAIM encierra un problema legal poco explorado hasta el momento. Se trata de una condicionante establecida en la aprobación de impacto ambiental de la Semarnat, en la que, en caso de cancelación, el gobierno se ve obligado a restaurar el área donde ahora están las obras inconclusas, sin dejar afectaciones al entorno, lo cual también significa un gasto que, según el cálcuo de especialistas, podría ser de por lo menos 1 mil 500 millones de pesos.

En donde iba a estar el aeropuerto, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que construirán un parque ecológico, además de restaurar el Lago Nabor Carrillo. Sin embargo, no es tan fácil, porque la autorización de impacto ambiental, firmada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el 28 de noviembre de 2014 señala que, en caso de cancelar la obra, los responsables del proyecto deben demoler todo y restaurar la zona.

La condicionante 20 –y última– del dictamen, puntualiza que, en caso de no seguir con los trabajos por cualquier razón, entre ellas la cancelación, el área se destinará “al uso del suelo que prevalezca en el momento de la rehabilitación”. Asimismo, se presentará un “Programa de Restauración Ecológica” para garantizar que no queden “pasivos ambientales o suelos contaminados”. En todo caso, se debería notificar a Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de Semarnat con tres meses de anticipación del abandono del sitio, “para proceder al desmantelamiento y/o demolición”.

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¿A dónde irán las aves?

El gobierno actual, al parecer, no tiene claro lo que viene para Texcoco, según lo que declaró el 4 de enero Gerardo Ferrando Bravo, director del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), en una entrevista con MVS: “Viene un ejercicio realmente de imaginación, de ingenio, de talento para ver qué uso le podemos dar a eso, en el contexto de que las 5 mil hectáreas que se habían reservado para el aeropuerto se reintegrarán a las otras 9 mil que hoy tiene bajo su tutela la Comisión Nacional del Agua, para preservarlo como una zona de amortiguamento ambiental”.

Para Raúl Arriaga Becerra, integrante del Colegio de Biólogos de México, construir un parque no es opción, pues advierte a VICE sobre las obligaciones pendientes: “No pueden hacer allí nada que no sea un aeropuerto, que fue lo que evaluó en materia de impacto ambiental y lo que está autorizado”.


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Sin la restauración ambiental y los nuevos dictámenes, cualquier construcción en Texcoco, además de ser ilegal, afectaría el hábitat de miles de aves nativas y migratorias que se congregan durante el año en el Nabor Carrillo, violando el Convenio entre México y los Estados Unidos para la Protección de Aves Migratorias y de Mamíferos Cinegéticos .

“Le están llamando parque ecológico a lo que es un desarrollo paisajístico, que no tiene nada de ecológico, a lo mejor será sustentable desde el punto de vista energético, pero desde el punto de vista ambiental ninguna de las propuestas que se tenían ahí, tiene que ver con la conservación de las aves”, critica Patricia Ramírez Bastida, investigadora de la UNAM.

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Los especialistas consultados por VICE también señalan su preocupación por la falta de proyecto en la Base Aérea Militar No. 1 de Santa Lucía , ubicada en Zumpango, Estado de México y descartaron que los estudios realizados en Texcoco sean aplicables al nuevo aeropuerto, el cual pone en peligro a la fauna aviar de la Laguna de Zumpango y mantiene el patrón de inconsistencias jurídico-ambientales en las obras de AMLO: la ausencia estudios de impacto ecológico.

Tormentas de polvo, si no se hace nada

La autorización del proyecto del NAIM firmada por la Semarnat, señala en el condicionante número 20 que, en caso de desistir de la construcción, el GACM, como responsable de la obra tiene la obligación de demoler todo y restaurar la zona como estaba.

“Si quieren hacer otra cosa, perfecto, tienen que concluir la restauración ambiental del sitio o asumir el costo de compensación ambiental, de tal manera que la Semarnat disponga de los recursos necesarios para hacer esa restauración”, dice el biólogo Arriaga y explica que el GACM pagó una fianza de restauración que el gobierno podría cobrar para cumplir con la legislación ambiental, aunque de momento la Semarnat, encabezada por Josefa González Blanco, no se ha pronunciado.

Con la obra en vilo y sin cobertura vegetal, las zonas que no se hayan concluido o no se demuelan van a quedar abandonadas y entre febrero y marzo podrían generarse tormentas de arena en el Valle de México que afectarían la calidad del aire. Irónicamente, durante los tres años de obra del NAIM, el control de polvos se mitigó correctamente gracias a riegos constantes que impidieron las tolvaneras.

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Arriaga Becerra señala que para restaurar ecológicamente la zona son necesarios aproximadamente 1 mil 500 millones de pesos que, aunque no están contemplados en ningún presupuesto, pueden salir de dicha fianza y critica los planes del gobierno federal para aprovechar la infraestructura por olvidarse nuevamente de la parte ambiental.

“Si ya se van y quieren dejar el tiradero ahí sin hacer nada, lo vamos a pagar todos los habitantes de la Ciudad de México, ya que van a poner el ambiente con contingencia ambiental diaria por un mes o lo que dure el estiaje”, dice Arriaga, quien fue subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental en Semarnat (2000-2003).

Un parque “les daría en la torre”

Entre los argumentos que apoyaron la cancelación del NAIM, cuyas perdidas se calculan en casi 5 mil millones de dólares, según estimaciones de Bloomberg, los detractores aludían peligros ambientales como la generación de gases de efecto invernadero, escasez de agua potable, elevación de la temperatura al oriente del Valle de México y la pérdida de servicios ecosistémicos en zonas como cerros, todos vinculados con la edificación de la terminal y la explotación urbana.

Especialmente se subrayaron las afectaciones sobre el Lago Nabor Carrillo, un ojo de agua con 903 hectáreas de superficie, el cual es capaz de regular aproximadamente diez millones de metros cúbicos de agua y hogar de cerca de 150 mil aves nativas y migratorias, especialmente especies playeras como monjitas, abocetas, falaropos o el chorlito nevado, considerado en peligro de extinción .

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La hipotética construcción de un Parque Ecológico sería contraproducente, ya que esta región, considerada por la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (Conabio) como la más importante para la hibernación de aves playeras en el Valle de México, necesita quedar aislada como una reserva, sin presencia humana, con trabajos de conservación para limpiar la basura y retirar la fauna feral.


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El avance de las obras del NAIM sepultó parte del hábitat de las aves bajo concreto, tezontle y basalto, pero otra zona importante sigue en el polígono del antiguo Lago de Texcoco, un área indispensable para la alimentación y reproducción de 250 especies distintas de aves y organismos con los que se nutren como el plancton y el fitoplancton. Además, es fundamental como zona de parada y reabastecimiento para las aves que viajan desde Norteamérica hasta a la Patagonia de ida y vuelta.

El gran logro de Texcoco fue mantener cerca de 10 mil hectáreas libres de gente, que es la zona de amortiguamiento para toda la ciudad (…) todo lo que están llamando parque ecológico, es darle en la torre a todas las aves”, explica Ramírez Bastida, doctora en ciencias biológicas.

Urge proyecto en Santa Lucía

Mientras que los estudios ambientales sobre aves en Texcoco comenzaron prácticamente hace 20 años, para construir el Parque Ecológico y restaurar el Nabor Carrillo, los dictámenes necesarios tardarían al menos tres años en realizarse, según Arriaga, doctor en derecho ambiental.

Con el aeropuerto que propone la 4T en Santa Lucía, localizado 25 kilómetros al norte de la CDMX , la historia es la misma y hasta que no existan los estudios pertinentes se pone en riesgo el desplazamiento, movimientos y costumbres reproductivas de fauna como patos, calandrias y gansos presentes en la Laguna de Zumpango por la ausencia de un hábitat alternativo.

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Este ojo de agua, que se encuentra a 10 kilómetros de distancia de Santa Lucía y 40 de Texcoco, fue contemplado en la manifestación de impacto ambiental del NAIM como hábitat alternativo para la fauna aviar y actualmente no cuenta con estudios que lo vinculen con otro cuerpo acuático que sirva de opción para sus aves.

“Mientras que para Texcoco hay más de 20 años de estudios, respecto de las aves, enfocados al desarrollo del proyecto de aeropuerto, para Santa Lucia no hay ningún estudio respecto de Zumpango. No hay proyecto”, reprocha Arriaga y descarta que los estudios de Texcoco puedan aplicarse en la Base Militar.

En una entrevista concedida a La Jornada en octubre pasado, Ramírez Bastida señaló que, en época de reproducción, Texcoco puede tener un mínimo de 6 mil aves y máximo de unas 150 mil. Mientras que en Zumpango se registran mínimos de 5 mil aves y máximos de 260 mil, dependiendo de la época del año, por lo que la presencia es aún mayor.

La urbanización también es un problema

Los especialistas consultados por VICE criticaron que por la falta de estudios tampoco han evaluado la fuente de los materiales, que podría hacer necesario abrir una mina en el municipio de Zumpango, o la urbanización emergente con zonas habitacionales, de hospedaje y oficinas.

Todo lo malo que se veía en el aeropuerto de Texcoco habrá que ver que no se repita en este nuevo proyecto. El aspecto social, financiero y ambiental”, menciona Ramírez Bastida, catedrática universitaria, y cuestiona qué pasará con los terrenos agrícolas que rodean Santa Lucía, considerados peligrosos por la Organización de Aviación Civil Internacional ( OACI) debido a la gran cantidad de aves que atraen y ponen en riesgo la operación aeronáutica.

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Hasta ahora, lo único que el gobierno federal ha dejado saber sobre el aeropuerto de Santa Lucía es que dará cabida a los vuelos nacionales e internacionales, que el director del proyecto será el ingeniero Sergio Samaniego y que la construcción a cargo del Ejército iniciará en 2019, con la participación de empresarios involucrados en el NAIM.

Dentro de las 20 condicionantes para el NAIM, la número 5 establecía que deberán tomarse medidas preventivas, en la forma de dispositivos, para que las aves no aniden en edificios del aeropuerto y de este modo pongan en riesgo las operaciones aéreas. Y en el punto 8 pedía una serie de estudios sobre la avifauna y posibles riesgos que enfrentarían, que se debía entregar tres meses antes de iniciar cualquier obra, por lo que se podrían aplicar criterios parecidos para Santa Lucía.

Sobre los estudios ambientales y autorizaciones jurídicas, el gobierno de AMLO se ha mantenido al margen. Ni el Grupo Aeroportuario, la Semarnat y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) se han pronunciado formalmente.

Enrique Alvarado en Twitter: @kikin_agz

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