De la 'rabia y el hartazgo' a la acción: el plan de los Dreamers
Imagen por Alba Vigaray/EPA.

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De la 'rabia y el hartazgo' a la acción: el plan de los Dreamers

Tras el anuncio de la suspensión de DACA, los jóvenes indocumentados de EEUU preparan la ofensiva. Fuimos a una reunión en Los Ángeles para conocer su estrategia.

La cita es a las cinco de la tarde pero los chicos se agrupan desde las cuatro y media. Jóvenes en sus veintes, algún otro en sus treinta, todos vestidos de forma casual. Predominan el cabello obscuro y la piel morena, y aunque entre ellos hablan en inglés, cada cierto tiempo se cuela una palabra en español.

What else were we expecting from ese culero? –pregunta una chica que charla con un compañero.

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El "culero" en esa conversación es para Donald Trump, quien unas horas antes, a través de su procurador general, Jeff Sessions, anunció la revocación de DACA, el programa de protección temporal para jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo menores de edad, que han pasado prácticamente toda su vida en este país, y que al llegar a la edad adulta no pueden trabajar, obtener financiamientos para estudiar, o planear su vida, porque carecen de un estatus migratorio regular.


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–En los últimos tres años no he hecho más que trabajar y pelear por mi familia –dice una de las jóvenes que van llegando al lugar del evento frente al icónico MacArthur Park, en el corazón de Los Ángeles–. Yo soy la única de mi familia que tiene DACA, así que soy la única que trabaja legalmente y gana más o menos bien. ¿Qué pasará si no puedo conservar mi empleo?

Durante más de quince años se ha debatido en el Congreso de Estados Unidos la iniciativa de ley DREAM Act, que regularizaría la situación de estos jóvenes; hasta ahora los partidos no han logrado un acuerdo para aprobarla. Ante esa situación, en 2012 el entonces presidente Barack Obama implementó DACA con una orden ejecutiva; una medida para evitar que los Dreamers, como se conoce a los posibles beneficiarios de la ley, fueran víctimas de deportación mientras duraba el impasse en el Congreso. Pero el impasse duró cinco años. Este martes el presidente Trump, con la misma autoridad ejecutiva de su predecesor, anunció el final de DACA.
Un par de horas después del anuncio, Immigrant Youth Coalition (IYC), una de las organizaciones de jóvenes inmigrantes con mayor alcance en el sur de California, convocó a esta "Reunión urgente de respuesta a DACA". Para las seis de la tarde ya eran 100 los jóvenes en el lugar.

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Imagen por Eugene García/EPA.

John: "Para sanar, tengo que hacer algo".

John tiene figura espigada, piel canela, barba obscura de candado, y sonrisa amabilísima. Usa anteojos. De origen colombiano, John es uno de los cofundadores de IYC y está a cargo de coordinar las actividades esta tarde. La primera, requiere que cada uno de los presentes diga su nombre y unas palabras que describan lo que está sintiendo.

Cuando les va tocando el turno, las palabras, la mayoría en inglés, reflejan lo que estos jóvenes sienten: "miedo", "rabia", "hartazgo". Alguien dice "agotado". Varios asienten con la cabeza. Alguien más dice: "¿Otra vez?". La risa no alcanza para que las sonrisas duren más de tres segundos en los rostros. Un joven desde el fondo de su asiento, con una sola frase y en español, resume el sentir de varios: "Yo estoy muy emputado".

Cuando John dice la suya, todos coinciden: estar juntos en estos momentos los hace sentir que están haciendo algo al respecto. Estos jóvenes pueden ser cualquier cosa, pero han decidido que víctimas, no. La idea es que, quienes llegaron ahí diciendo "¿qué haremos ahora?", salgan sabiendo qué hacer.
–Ustedes han tenido la fuerza suficiente para venir aquí hoy, en lugar de estar con sus familias, a pesar de la situación difícil –dice John–. Ustedes quieren hacer algo; por nosotros y por nuestra comunidad. Empecemos ahora.

Mary: "Como anestesiada. Desde noviembre".

Cuando empiezan a hablar, todos los jóvenes coinciden: esto no es una sorpresa, se veía venir. Desde el inicio de su campaña electoral, Donald Trump ofreció terminar con el programa implementado por Obama. Muchos esperaban que esto ocurriera cuando tomó posesión en enero; en noviembre de 2016, tras el triunfo electoral de Donald Trump, las escenas de desazón fueron tan abundantes como las que se ven hoy por todo el país. Sin embargo la nueva administración guardó el as en la manga para usarlo cuando fuera necesario: en un momento en el que la popularidad del presidente cae por el escándalo con Rusia, por sus declaraciones reivindicando a grupos blancos supremacistas, y cuando ciudades de Texas están bajo el agua debido al huracán Harvey. El anuncio del fin de DACA puede reanimar a sus simpatizantes y subir sus números en las encuestas.

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–Duele. Yo sabía que DACA era temporal, lo sabemos desde el primer día –dice una chica robusta, de lentes, que ha estado callada la mayor parte del tiempo–. Aún así duele. Parece que en este camino, cada paso tiene que lastimar.

Los jóvenes ahora están reunidos en pequeños grupos compartiendo sus emociones. Se recuerdan unos a otros que, de acuerdo con el anuncio, no perderán la protección inmediatamente. La vigencia del permiso es de dos años. Los casi 800.000 beneficiarios, estarán protegidos hasta su fecha de vencimiento. Quienes pueden renovar antes del 5 de marzo de 2018, deberán hacerlo en los próximos dos meses y tendrán los dos años de protección. Quienes apenas iban a ser aprobados o apenas planeaban solicitarlo, ya no lo recibirán. No es un carpetazo definitivo; será una oleada de permisos expirados en un plazo de dos años, de proyectos de vida que de manera escalonada tendrán que ir cambiando. Y mientras eso pasa, la bola está en la chancha del Congreso para buscar una solución permanente.


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–Toda esta situación me crea un conflicto, porque yo sé que DACA no es lo mejor –dice una joven de baja estatura, el pelo negro recogido en un chongo, labios rojísimos–. DACA es temporal, no te da un estatus migratorio regular, es nada más un curita para la herida. Ahora escucho a quienes se están manifestando en las calles que dicen "defendamos DACA", pero yo sé que al final lo que necesitamos es una ley en el Congreso. ¿Qué hago? ¿Me sumo a defender DACA o empezamos a pedir algo más? Yo creo que merecemos algo más grande que DACA.

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Imagen por Alba Vigaray/EPA.

Julieta: "Pasé por las siete etapas del duelo en un día. Ahora solo estoy enojada".

La frase de Julieta despierta sonrisas sarcásticas, miradas cómplices. Todos se han sentido así. ¿Qué se hace después de la séptima etapa?

Por el momento, la primera acción consiste en crear un "healing space", un espacio de sanación: quienes lo desean se pueden ir a un salón contiguo en caso de que la angustia o el dolor no les permita planear nada por el momento; lo primero es sanar, estar fuertes. Ahí alguien coordinará la charla. A esa sesión solo pueden entrar personas indocumentadas.

La actividad paralela ocurre en el salón más grande: es una lluvia de ideas sobre acciones a seguir. Alguien comenta que en los próximos días habrá un evento organizado por un político local. La respuesta de todos es no.

–No podemos seguir confiando en ellos, apoyándonos en ellos, dependiendo de ellos –dice John–. Si vamos a apoyarnos en alguien, tiene que ser entre nosotros mismos.

Los jóvenes acuerdan fortalecer los "chapters" locales de su organización para estar más cerca de la gente que necesita información; crear una red de respuesta rápida para anunciar sobre posibles arrestos o redadas, y para verificar la información que se difunde y así evitar el pánico. Sugieren que en el caso de tener encuentros con la policía o las autoridades de inmigración, siempre se traten de grabar en video estos encuentros y difundirse. Y una serie de reuniones escalonadas en los siguientes días, dictarán las nuevas acciones de movilización y cabildeo, que incluye dar información a la mayor cantidad de gente posible a través de sus propios testimonios.

–No solo necesitamos que haya gente dándonos dinero, necesitamos que venga a hablar con nosotros, a nuestra comunidad –dice una chica negra, corpulenta, de voz profunda–. Si no lo sientes, no lo entiendes.

–A mí tener DACA me hizo sentir más estadounidense –dice un joven delgadito, de barba incipiente–. Espero que esto no suene raro, pero así fue. El poder tener una licencia como todos los demás, poder conducir un auto, tener una identificación oficial, me hizo sentir que soy parte de algo. Eso es a lo que aspiro.

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