¿Por qué en 2019 el reggaetón encabeza los festivales importantes?

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Música

¿Por qué en 2019 el reggaetón encabeza los festivales importantes?

J Balvin y Bad Bunny son headliners de todos tus festivales favoritos.

Los festivales de música son lo más parecido que tenemos en la actualidad a una especia de rito dionisiaco: esta celebración en donde los presentes estamos por lo mismo: nos gusta la música a todo volumen. Nos gusta bailar. Nos entregamos al shaman (el artista) en el escenario. Le damos nuestra alma. Nuestras mandíbulas.

Cuando pensaba en un festival (cualquiera) lo primero que me venía a la mente era la imagen de cuatro personas en tarima con guitarras colgadas. Woodstock. O Freddie Mercury vestido de blanco gritándole al público. Los festivales siempre estuvieron marcados en mi subconsciente por el rock. Y cómo no: es la música perfecta para este tipo de celebraciones. Acordes de poder. La ola. El mosh pit. Corear riffs como si estuviésemos en un estadio de futbol. Pero en 2019 las creencias que nos habían mantenido de pies y bien peinados hasta el día de hoy se han ido destronando.

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Vivimos en la época en la que los géneros se desvanecen. La clasificación de las cosas como si estuviéramos en una biblioteca o en una sección del súper mercado ya no nos importa una mierda. Queremos ver a Rosalía para luego escuchar a Bad Bunny y terminar llorando con Goodbye Horses. La música más que nunca es una sola. La misma masa de energía y sonidos. Dejó de estar dividida para estar en sincronía. Dejamos de ver a los artistas como recipientes de sonidos únicos y los vemos como transmisores de ideas, emociones, estados de ánimo. Haz la prueba si no me crees. Cuando este fin de semana salgas con tus amigxs, checa todos los artistas que suenan. Y quizás estaba normalizado en algunos lugares y estratos sociales. Pero hoy en día es la norma. Bad Bunny hace punk. Rosalía descompone flamenco y lo vuelve pop. Ozuna canta baladas. Reik hace reggaetón. Justin Bieber hace reggaetón blanco. Pero todo suena en la misma licuadora. La misma sopa.

Y si esto ya sucedía en las plataformas de streaming, era cuestión de tiempo para que los festivales vieran la oportunidad comercial en esta nueva ola. Los Ángeles Azules tocaron en Coachella en el 2018 y a más de uno le ardió el culo. ¿Por qué? Clasismo. Idiotez. Cualquier cosa. Cada vez que se le toca el establishment a cualquier cosa que tenga que ver con el rock, los llantos salen a relucir de una manera desorbitada. En ese mismo festival, Cardi B invitó a J Balvin y Bad Bunny a tocar y al otro día Beyonce invitó a Balvin también. El público estalló y los productores lo vieron.

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Un año más tarde Bad Bunny y J Balvin son los headliners de Coachella. La música latina es más popular en Estados Unidos que el EDM y el country. En la tierra donde muchísima gente pasa mayor parte de sus vidas en el estacionamiento de un Walmart ya es más popular escuchar "Mi gente" que un bueno viejo country de doce barras.

Sigamos con Balvin, quien está en el momento y lugar perfectos. Es el más vendible junto a Bad Bunny. Balvin es el embajador más correcto de la música latina. A lo que representa en general. Por eso está en Primavera Sound. Por eso lo llevan al Tomorrowland. Este binomio Balvin/Bad Bunny va a estallar cuando saquen su álbum en conjunto Oasis. Y sí: estaría hermoso ver qué sucede con los Ozunas del mundo. ¿A quién llevarán en el 2020 a estos festivales gigantes? Habrá que ver. Pero si checamos sus números y lo que dicen los medios gringos de él puede ser el sucesor correcto.

Nadie se quiere quedar atrás. Llegar a nuevas audiencias es la norma. Y es que ni siquiera es un "riesgo" invitar a J Balvin o a Bad Bunny a un festival: es precisamente lo que la gente quiere. Los números son fríos. Los números no mienten. Y si hay algo que sabemos que le encanta a los gringos es el dinero. Bueno, a mí también. Además, la población latina es la segunda minoría de más rápido crecimiento en el país según el Pew Research Center. Repito: no es un riesgo o algo "atrevido" llevar reggaetón a cualquier festival. En el 2019, un riesgo sería llevar puras bandas de rock.

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Esta revolución en los festivales responde a la coyuntura. A lo que la gente pide. A los seis mil millones de plays que tiene "Despacito" en Youtube. A Selena Gómez haciendo reggaetón. A Ed Sheeran viendo qué hace con su guitarrita para sonar a dancehall (y lo logró). A Alejandro Sanz pasando de criticar al reggaetón a buscar a estos artistas para seguir siendo "relevante". Y los festivales en Latinoamérica responden también a esta necesidad imperiosa que tenemos todos los seres humanos de actualmente ir a una comunión de almas a bailar. Porque eso es lo que sucede en un concierto masivo de reggaetón, trap o música bailable. Bailar con 20,000 personas a tu alrededor es una experiencia sanadora y necesaria para seguir viviendo en este mundo de mierda. Es lo que necesitamos y pedimos a gritos. Lollapalloza en Latnoamérica, Pal' Norte (aunque llevan tiempo haciéndolo), Machaca Fest. Y otros que se me pasan.

No ha habido en la historia momento más preciso, perfecto y oportuno para hacer esto que el 2019. Bad Bunny tiene en X100PRE un disco que une reggaetón, punk, bachata, rock, baladas, trap: un parteaguas. Rosalía nos dio El mal querer, que realmente no sé qué género es. Balvin se acercó a la canción de autor en "Brillo". Ya nada importa. Vivimos la transformación de la música popular mundial en música latina. Música latina y música pop son sinónimos actualmente. Los festivales tenían que responder. Queremos ese tipo de fiestas. "Quiero ver a Artic Monkeys". Pues anda y velos. "Quiero ver a Zoé". Vas. "Quiero ver a J Balvin". Vamos. Así deberían ser los festivales. De todo para todxs. Una gran fiesta.

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Los números del streaming, el Pew Research Center, los tuits más retuiteados, el género más popular. Todos hablan de lo mismo. Es hora de entenderlo. O mejor: dejar de tratar de entenderlo y solo disfrutarlo. El reggaetón encabeza los festivales más importante porque los festivales responden a lo que la gente pide.

O como una amiga me decía de su ida al Corona Capital en 2018: "Vamos en el auto escuchando a Danny Ocean, borrachas, para ver a Green Day. Nos devolvemos y escuchamos a Bad Bunny. No entiendo qué queremos".

No es tan difícil saber qué quieren.

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