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Música

¿Por qué a partir de los 20 el guayabo es tan duro?

Acéptalo, ya no estás para jartarte todo lo que se te atraviese.

Ilustraciones por Michael Dockery

Hubo una época, durante mi adolescencia, en la que era invencible. Podía bailar y tomar hasta que las discotecas cerraran y luego llegar sin problema a las clases de ocho de la mañana.

Pero pasaron los años y llegaron los guayabos. Lo que antes era simplemente un leve dolor de cabeza y cierta sensación de náuseas, acabó empeorando hasta niveles que no pensé que fueran posibles. Hoy en día, incluso la noche más tranquila me deja la cabeza como si me la hubieran golpeado con un balón medicinal.

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¿Por qué empeora el guayabo con la edad? Antes de intentar encontrar una respuesta, es importante que entendamos cómo se produce.

El alcohol tiene muchos efectos en el cuerpo, y varios son responsables del guayabo. Se sabe que el alcohol dilata los vasos sanguíneos del cerebro y actúa como supresor de la hormona antidiurética, lo que se traduce en dolores de cabeza pulsantes y deshidratación, respectivamente.

También produce irritación en el revestimiento del estómago, lo cual provoca náuseas y vómitos, y aumenta los niveles de prostaglandina E2 y tromboxano A2, sustancias también responsables de las náuseas, la diarrea y dolor de cabeza.

Eso explica por qué sientes que mueres después de una noche de fiesta. El hecho de que te sientas tan cansado se debe a que el alcohol también inhibe la producción de glutamina, un estimulante natural. En cualquier caso, ¿por qué todos estos efectos se agravan con la edad?

Como exfarmacéutica, lo que más me interesa no son tanto los elementos que provocan el guayabo, sino la forma en que el cuerpo los asimila. Durante el proceso de eliminación del alcohol del cuerpo, primero el hígado lo descompone en una sustancia denominada acetaldehído.

Aquí es donde empiezan los problemas, ya que el acetaldehído es entre 10 y 30 veces más tóxico que el alcohol y es un cancerígeno conocido. Cuando se consume una cantidad pequeña de alcohol, el hígado actúa rápidamente y descompone el acetaldehído en acetato, sustancia inofensiva.

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Sin embargo, el cuerpo sólo es capaz de metabolizar una cantidad determinada de acetaldehído cada hora, por lo que si tomas en exceso, se produce una acumulación de esta sustancia, provocando daños en las células y los tejidos.

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La teoría que todavía no se ha podido probar señala que, con la edad, el hígado se vuelve menos eficiente, ya que pierde células y recibe menos flujo sanguíneo. Así, al tomar alcohol, el acetaldehído se acumula rápidamente en el hígado y causa estragos en el cuerpo.

Asimismo, la edad disminuye la capacidad del cuerpo de producir antioxidantes para contrarrestar los efectos tóxicos del alcohol. Esto, unido al fenómeno de la inmunosenescencia (la debilitación gradual de los sistemas inmunes causada por la edad), hace que nuestro cuerpo no pueda actuar contra la inflamación y el daño que causa el alcohol con la misma eficacia de antes.

A medida que envejecemos, otra serie de factores empiezan a cobrar más importancia en la ecuación. Las personas adultas de más edad probablemente no son capaces de dormir después de haber consumido alcohol, pues este reduce la producción de la hormona del sueño, la melatonina.

La edad también altera nuestra composición corporal, reduciendo la masa muscular y el porcentaje de agua total y aumentando la acumulación de grasa. Es menos probable que el alcohol se distribuya en la grasa, en comparación con el músculo, lo que, unido a la menor cantidad de agua en los vasos sanguíneos, se traduce en una mayor concentración de alcohol en la sangre.

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Por último, las ganas de alcohol disminuyen con los años: tomamos menos y, cuando lo hacemos, mostramos menos tolerancia.

Entonces, ¿qué podemos hacer para reducir los efectos del guayabo? A lo largo de los años se han discutido infinidad de "curas". Sin embargo, muchas de estas soluciones o bien están en fase preliminar de estudio o bien no sirven para nada. De hecho, en 2005, la revista British Medical Journal publicó los resultados de una serie de ensayos de control para comprobar si los diversos remedios para el guayabo (propanalol, tropisetrón, ácido tolfenámico, fructosa, glucosa, borraja, alcachofa y recetas a base de levadura) realmente eran efectivos. El resultado: ninguno lo era.

¿Qué les queda a los no tan jóvenes que quieren seguir emborrachándose? Al menos deberían intentar no tomar con el estómago vacío y tomar agua entre tragos y antes de irse a la cama. Pero hasta que no se descubra un remedio milagroso, la única forma de evitar los guayabos infernales es no tomar.

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