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Música

La radical escena queer del country en Brooklyn

«Se trata de reclamar esta música y comprobar que cualquiera que la ame puede hacerla».

*Este artículo apareció originalmente en i-D

«Amo la guitarra eléctrica con pedal y no me parece justo que sólo pertenezca a un tipo de agenda conservadora», dice Karen Pittelman. Karen es una coach de escritura de tiempo completo, cofundadora de Trans Justice Funding Project con sede en Brooklyn y también música country. Tiene una voz cadenciosa como Dolly Parton y usa lentes como bibliotecaria de los sesenta. En 2011, se enamoró de Elana Redfield, la entonces música de guitarra de acero de la banda The Low & The Lonesome, y comenzaron a hacer música country sentimental y emotiva como Karen and the Sorrows. En los cuatro años siguientes Pittelman, también ha ayudado a establecer una escena de música en Nueva York completamente nueva: el country queer de Brooklyn. «¿Por qué música country?» Se lee en el sitio de Gay Ole Opry. «Porque a veces amas una cultura que no te ama a ti».

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Desde hace mucho la música country ha sido un estandarte de la homogeneidad cristiana y republicana. Es un género que aboga por Estados Unidos, por las camionetas pick-ups, la cerveza y el amor heterosexual. También un desproporcionado número de estrellas que se mantienen callados cuando se trata de discutir derechos gays. Por ejemplo: el artista firmado por Warner Brothers, John Rich (del conjunto de Nashville Big & Rich), que habló al aire en 2007 sobre la «desagradable» naturaleza del matrimonio del mismo sexo. O la supuesta opinión de Brad Paisley sobre que la homosexualidad es una decisión. O el hecho de que en abril de este año, los radioescuchas en Boise, Idaho, llamaron para amenazar a la DJ local Alana Lynn después de poner la canción "Girl Crush" por el cuarteto de Alabama Little Big Town, porque pensaron que el tema promueve una «agenda gay». La radio sigue siendo la plataforma musical más poderosa para el country y como siempre, las voces más extremas del género son a menudo las más ruidosas.

Los artistas de Gay Ole Opry están constantemente perturbando esa homogeneidad, pero no siempre es una causa ampliamente adoptada. «Hay una razón por la que nadie sale del clóset en la música country siendo artista», dijo Chely Wright al periódico de Nashville The Tennesean en mayo del 2010. A principios de mes, Wright se había vuelto la primera cantante de country abiertamente gay cuando habló sobre su sexualidad en una entrevista para People. «Es difícil venderle a un artista country a los fans porque la industria está sumida en compradores de discos conservadores cristianos», dijo. Este año, emprendió una campaña para reunir fondos para su nuevo álbum vía Kickstarter.

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Julia Steele Allen de My Gay Banjo

En 2014, el artista de Nashville Ty Herndon también salió del clóset y también en la revista People. El artículo inspiró a la estrella de country Billy Gilman a que hiciera lo mismo. Gilman publicó un video grabado por él mismo en Youtube, en el que confirma que «ser un artista de country gay no es lo mejor». Después de que aparecieron fotos de él y su pareja en la prensa, dice que nadie fue a su siguiente presentación en Nashville. «Después de haber vendido 5 millones de álbumes […] supe que algo estaba mal cuando ninguna disquera quiso sentarse conmigo y escuchar mis nuevos temas».

La mayoría de los artistas y grupos que tocan en Gay Ole Opry en Brooklyn no tienen ambición de volverse populares en la radio. Y también entienden que los riesgos de los artistas gays en Nueva York no son tan altos como en otros lugares de Estados Unidos. Pero sin duda quieren hacer un poco queer al país.

En abril de 2011, Pittelman y Gina Mamone (la fundadora de la ahora difunta disquera queer Riot Grrrl Ink) organizó el primer showcase de Gay Ole Opry en el entonces clausurado Public Assembly en Williamsburg. Invitaron a bandas locales incluyendo My Gay Banjo y el dueto folk Nervous But Excited a que tocaran. «Mi gran temor era que fuera irónico», dice Karen. «Amamos esta música, por eso la hacemos. Pero todo el mundo estaba tan formal. La gente estaba llorando y decían que era la música con la que habían crecido y que jamás pensaron que habría un lugar en el que podrían escucharla y ser ellos mismos».

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Pittelman dice que se dio cuenta que necesitaba mantener prendida la llama del country queer, no sólo por ella sino por lo que significa para otros amantes queer de la guitarra eléctrica de pedal. Así que empezó Queer Country Monthly, un hoedown regular en el Branded Saloon en Prospect Heights, donde la barman (llamada de nacimiento Tammy Wynette Kopko) lanza hielo a cervezas frías debajo de un par de cuernos de toro. «Sólo inventamos el country queer de Brooklyn y ahora es real», reflexiona Karen. Desde 2011, otras bandas se han formado y se han reunido bajo su bandera arcoíris. Es una escena que existe, como canta la estrella country Clay Walker: «against the grain and against all odds».

Pero la música country de temática queer no se opone por completo a los orígenes del género. «[Country] es -folk-, es para la gente», dice Emily Bielagus del dueto de country folk Kings. «Cuando es accesible sólo para algunas persona, entonces no honra su nombre ni su tradición». Bielagus y su compañera de banda, Steph Bishop, son los integrantes más nuevos a la familia Brooklyn Queer Country. Antes de conocer a Karen, ni siquiera estaban seguros de cómo identificarse. Eran queer pero, ¿eran country? «Estoy más en el extremo folk de las cosas», dice Bielagus, quien creció escuchando a Joni Mitchell. «Yo soy igual», coincide Bishop. «Pero también, aunque me de pena, me gusta algo de pop country. Cuando estaba en la preparatoria amaba a las Dixie Chicks».

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Una vez Bishop fue multado en la New York State Freeway a 150 km/h mientras escuchaba "Wide Open Spaces". De todas maneras, «country» es una etiqueta que hasta hace poco decidieron que les parecía bien. («Las etiquetas son graciosas por eso», dice Bielagus.) Sólo una vez Pittelman los invitó a tocar en Queer Country Monthly, cuando decidieron que honrarían la palabra. «Fue cool entrar a un espacio queer y que la gente oyera la música y se autodenominara de manera legítima, bandas country», recuerda Bielagus. «Antes de eso, creo que me sentía como un impostor escribiendo una canción country».

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Steph Bishop y Emily Bielagus de Kings

La convocatoria para música country en el GALBTQ Archive sugiere que hay personas dentro de la comunidad lésbica-gay que repudian activamente la música country porque «le habla a un grupo hetero, conservador y blanco y que muchos fans de este género son homofóbicos y racistas». Mientras que puede ser verdad, los músicos de Gay Ole Opry dudan en nombrarse «country» por razones estéticas. El country es el género más popular de EUA, también —subjetivamente— el menos cool. En una comunidad liberal y urbana de la costa Este, que te guste este género es sinónimo de ironía o mal gusto.

Para algunos de los músicos country de Brooklyn, también es una cuestión geográfica. «Me preocupa más el hecho de tocar el bajo, que ser gay y viajar», dice Owen Taylor, la mitad de My Gay Banjo. Cuando él y su compañera, Julia Steele Allen, tocaron en Kentucky y Nuevo Orleans, bromea que la gente murmuraba, «Oh dios, mira, es un yankee con un banjo». Pero mientras las raíces sureñas del country son fuertes, el Bible Belt no es el único lugar espiritual del género —como se asume generalmente— y fuente de su reputación homofóbica.

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¿De dónde viene esa reputación? «No creo que se trate de la música en sí o de donde viene», dice Pittelman. «Creo que es sólo la manera en que los grandes intérpretes lo han posicionado para representar un cierto estilo de vida». Cada una de las bandas con las que hablé estuvo de acuerdo que han experimentado poca o casi nula homofobia en las giras por el sur (aunque pocos son los que han viajado a la mitad del país). Pero el argumento de que la industria country no confía en que los escuchas apoyaran actos musicales abiertamente gays lo escuché repetidas veces.

Simplemente tienes que ver la ridículamente y melodramática serie de ABC Nashville para ver qué tan penetrante se ha vuelto esta visión. Al final de la tercera temporada, el vaquero galán Will Lexington (interpretado por Chris Carmack) finalmente salió del clóset. En el segundo capítulo de la cuarta temporada, su disquera lo había despedido. El futuro musical de Will Lexington aún pende de una cuerda, pero los escritores de la serie están implicando que es momento de que Music City cambié su tonada.

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Steph Bishop

Es fácil olvidar que el country siempre ha tenido una raíz radical, dice Pittelman. Ella apunta a Willie Nelson, uno de los elementos rebeldes más conocidos del country. El texano hippie de trencitas usó una camiseta que decía "Fuck Homophobia" en un concierto reciente, y en 2006, lanzó una grabación de la canción de 1981 "Cowboys Are Frequently Secretly Fond of Each Other", después del lanzamiento en cines de Brokeback Mountain. Otro elemento rebelde es Lavender Country, la banda abiertamente gay liderada por Patrick Heggarty el ex granjero de Port Angeles, Washington. En 2000, el álbum de la banda de 1973 Lavender Country —el primer disco abiertamente gay— fue añadido al Salón de la Fama de la música country en Nashville. Incluye las canciones: "Come Out Singin'", "Back in the Closet Again" y "Cryin' These Cocksucking Tears".

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Hay mucha gente abiertamente gay trabajando en Music Row. Kacey Musgraves compuso en 2013 su hit en apoyo a los grupos LGBTIQ, Follow Your Arrow, junto a dos compositores exitosos y abiertamente gays. Pero en palabras del compositor gay de country Shane Stevens: «No van a poner a un artista gay en la radio». Hasta Follow Your Arrow fue supuestamente prohibida por algunas estaciones; Musgraves es heterosexual pero su consejo para las chicas es que besen a muchas otras chicas si «eso es lo que les gusta» no fue algo que los conductores de radio en Alabama estaban listos para transmitir a sus ciudadanos lectores de Biblia de Birmingham.

No todas las bandas en la escena country queer de Brooklyn son tan explícitamente queer en sus letras como Lavender Country. Pero «el country se asocia con grupos más conservadores, así que simplemente ser una banda de puros integrantes queer, es una declaración», dice Emily Bielagus de Kings. «Cuando tienes un grupo de gente diciendo, "somos todos queer y hacemos esto", lo hace político. Estamos encontrando la manera de meternos». Bielagus y Bishop usan acordes tradicionales del country, hablan sobre temas country —amor, matrimonio, desamor— pero sólo usan pronombres femeninos. Pero tampoco se apenan de ser queer. Más allá del ritmo y las armonías de That's Fine de su último EP, ellas cantan: «there's a church on the corner won't let us in / Got a preacher says that we are living in sin».

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Owen Taylor y Julia Steele de My Gay Banjo vienen de un pasado de activismo (Taylor toca con un banjo autografiado por Pete Seeger) y son más externamente políticos. «Siempre he asumido que somos explícitamente gay en nuestras letras», dice Taylor (escucha su brillante canción "Limp Wrist and a Steady Hand"). Y para su tercer álbum, Country Boys in the City, Steele Allen escribió un tributo musical a Chelsea Manning. «No lo rechazamos», enfatiza Taylor. «Nuestra banda se llama My Gay Banjo, no hay como ocultarlo». El dueto fue invitado a audicionar en America's Got Talent y aunque decidieron no hacerlo, Steele Allen estaba «intrigada de que harían cuando tuvieran que decir 'gay' en vivo frente a 10 millones de personas».

Uno de los objetivos de Pittelman al momento de componer es subvertir las ideologías heteronormativas del country. En un reciente boletín vía email de Brooklyn Queer Country, ella informó a sus fans y amigos: «Hemos estado ocupados puliendo nuevas canciones, recuperando temas country como camionetas pick-ups y la inesperada seguridad de nuestra propia agenda queer». Me dice, «tu corazón encuentra la música que necesita, cuando quiera que sea. Y no sirve de nada cuando tienes el corazón roto y no eres heterosexual y no puedes encontrar tu música». Exactamente lo que le pasó a ella.

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Owen Taylor de My Gay Banjo

Pittelman creció en Nueva York pero su padre dirigía una compañía llamada Heartland Music que compilaba álbumes de figuras country para vender por televisión. Regresaba a casa de sus viajes a Nashville con álbumes de Don Williams y Oak Ridge Boys. «Fue una educación musical a la que me resistí totalmente. Yo pensaba: "¡Escucharé The Cure!"», recuerda Karen, y se unió a una banda de punk queer. «Entonces me rompieron el corazón y depronto, lo único que quería escuchar y escribir era música country». Irónicamente, catar estas canciones, de un género históricamente conservador, fue como conoció a Redfield (y luego unieron fuerzas con el bajista de la banda Braque Hershberger y la baterista Tami Johnson). «Fue una experiencia increíble poder escribir algo que venía de mucho dolor y crear algo lleno de júbilo junto con este grupo de personas», recuerda.

Al fondo del Branded Saloon, durante una edición reciente de Queer Country Monthly, la felicidad era palpable. Kings tocó y bromearon con el público mientras el pequeño escenario de madera se empezó a llenar de amigos, fans del country local y miembros de otras bandas de la escena. Pittelman entró apretada por el público, saludando amigos, Betsy Crenshaw del grupo pionero de bluegrass The Travelling Milies («las tías alocadas de la música country»), James Wilson de la banda de Brooklyn The Paisley Fields y el músico local Justin Valhala (a quien Pittelman llama «un unicornio de voz dulce del queer country»). Ella y The Sorrows tomaron el escenario más tarde, seguida de una conmovedora presentación del super grupo de queer country Small Talk. Al final de la noche, la duela parecía vibrar con energía.

Queer Country Monthly es sólo la primera fase del plan de Gay Ole Opry para abrir a la música country. En julio, Queer Country West, encabezado por el músico de soul de Bay Area, Eli Conley, sostuvo su primer evento en Oakland. Una edición de Nashville puede que aún se encuentre lejos, es verdad. Pero los salvajemente talentosos artistas que hacen la escena queer country en Brooklyn son un recordatorio para la intransigente industria musical country, de que originalmente es para todos los rancheros. «Se trata de reclamar esta música y comprobar que cualquiera que la ame puede hacerla», dice Karen. «¡Y entonces encontrar los medios para producción y para crear cualquier tipo de música radical!»