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Música

Una reflexión sobre la Batalla de los Gallos 2013

La conclusión en última instancia, es que el rap debería estar en manos del Estado.

El jueves pasado, 5 de diciembre, se llevó a cabo la final internacional de Red Bull Batalla de los Gallos en el Estadio Cubierto Islas Malvinas en Buenos Aires, Argentina. Hubo ocho participantes, representando cada uno a su país: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, España, México, Perú y República Dominicana. Toda la final internacional, es decir, las siete batallas más un par de shows intermedios, se pudo ver en live streaming a través del sitio oficial de Batalla de Gallos y ahí mismo en el sitio ya están los videos para que se den un rol si gustan.

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Batalla de los Gallos se mantiene como el único evento en haber reunido en torno suyo, de algún u otro modo a lo largo de su historia, a casi toda la comunidad del rap hecho en español. Es prácticamente la única cosa sobre la que cualquier entusiasta del rap, de Barcelona a Santiago de Chile, tiene una opinión sentida y decidida al respecto (bueno, tal vez sobre Kase-O también, pero y ya). El hecho de que lo del jueves pasado (una final internacional después de cinco años) haya podido ser disfrutado en tiempo real pone de nuevo a Red Bull en los anales de la historia del rap en español: es la primera vez que toda la comunidad del rap hispanoparlante tenemos la oportunidad de vivir algo así. Se hizo trending topic en tuiter y en sus momentos más álgidos hasta se sintió un tufillo a tensión mundialista. ¡Ha! En ese sentido, esta final internacional fue un éxito rotundo y quedará en la memoria, y esperemos que sea sólo el inicio de una nueva etapa para la marca.

Pero por primera vez, y gracias a que todos lo vimos y hablamos de ello en las redes sociales, también parece que quedaron claras las verdaderas posibilidades de Batalla de Gallos. La crítica sustancial a todo el evento es en realidad bastante sencilla: el nivel de freestyle battle rap fue bajísimo, en 7 de los 8 concursantes y el único bueno de los ocho fue Stigma, el chileno, que perdió la semifinal contra el local, Dtoke, el gran ganador de la noche, a quienes los jueces favorecieron precipitadamente en sus tres rondas. Decir que Dtoke, el argentino, ganó ese tiro específico contra el chileno Stigma en la semi, aunque el chileno tenga mejor nivel de rap (que es, tal vez, el argumento de los jueces), es algo que podemos discutir todo una borrachera y no nos vamos a poner de acuerdo. Y está bien, aquí el tema es que NO DEBE IMPORTAR eso. La batalla final fue Dtoke, argentino, contra Jony B, el mexicano, orgullo de Ciudad Acuña, Coahuila señores. Pero la batalla final fue un desierto, en términos de rap. Estuvo wack.

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Lo que más sentí al ver esta final en el streaming, en 2013, habiendo participado como juez en todos los capítulos mexicanos (incluida la final internacional de 2008 en el museo Anahuacali), fue una terrible amnesia histórica. Como si los cinco años que pasaron entre el coronamiento de Hadrián y esta final en Buenos Aires, no hubieran pasado. Es decir, en muchos sentidos esta final llegó cinco años tarde. No sé cómo haya sido en otros lugares, pero ningún otro evento de rap en México ha causado tantos traumas y tantas alegrías ni ha generado tantas buenas historias de éxito y de fracaso como Batalla de los Gallos. Pero eso fue más en el 2008, cuando fungió de modo patente un rol como semillero y escaparate de nuevos talentos y trajo consigo una especie de “nueva escuela”. El hueco que dejó Red Bull estos cinco años, hizo que la misma banda rapper encontrara sus medios. Tantos años de espera, hicieron que el ánimo se desvirtuara; y reflejo de ello es el sabor agridulce que dejó a muchos la final nacional en Monterrey.

Ahora en México, por ejemplo, existe algo como la liga de batallas de rap SPIT, única en su tipo en el rap en español. La diferencia entre SPIT y Batalla de Gallos es sustancial y súper elocuente en sí misma de la tremenda evolución que ha habido: 1) son batallas de rap, NO de freestyle rap; es decir, las preparas y escribes desde antes; 2) el tiro está cantado con anticipación, como match de box, por lo que no cualquiera puede entrar; 3) cada ronda es de tres minutos y no de uno; y 4) son a capela. Jony B, el coahuilense que llegó a la final en la final internacional de Batalla de Gallos, probablemente no sería aceptado a participar en SPIT: como MC, no tiene la habilidad suficiente. El fundador y mente maestra detrás de SPIT es Eptos Uno, quien representó a México en la final internacional de Batalla de los Gallos en el 2007 en Caracas, Venezuela. Así de clarito el círculo.

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Se nos olvida que la idea de hacer un evento de batallas de freestyle de una magnitud tan grande, es mérito exclusivo de Red Bull. Y han hecho con esta idea lo que han juzgado mejor para su buen desarrollo. Pero es Red Bull quien ha puesto, no sólo las reglas del juego, sino la idea misma del juego. Y Red Bull no es un ministerio de cultura. Ni tampoco un ministerio del rap en español. Su interés es comercial. Esto es una realidad, ni siquiera es una crítica, es un comentario meramente descriptivo. Todos celebramos un plan de marketing que consiste en intentar legitimarse o adquirir validez en una comunidad, con valores estéticos como sutileza y discreción y fincado en pilares conceptuales como construcción de escena, producción de eventos, reunión de talentos, etc. Mucho mejor que hacer comerciales. Pero sigue siendo un plan de marketing y responde a intereses específicos.

El interés de Red Bull en el rap en español llega hasta donde los límites de su interés comercial. Insisto en que esto ni es bueno ni malo, es como es y en general ha sido positivo, y ni siquiera en la onda de “mejor eso que nada”, sino realmente ha tenido un impacto cuantificable. Y justo, en esa medida, es importante quitarle un poco del peso que actualmente conlleva a nivel “escena de TODO el rap en español”. Pues lo que ha pasado a lo largo de los años, es simplemente que se ha convertido en una especie de monopolio: la realidad es que no existe ni ha existido otro jugador así de grande a nivel Hispanoamérica que pudiera competir con la oferta de Red Bull, es decir, que esté dispuesto a invertir de ese modo en el rap hecho en español. Y eso ha hecho que le demos un peso que no es necesario darle.

La conclusión en última instancia, es que el rap debería estar en manos del Estado. ¡Ha! Pero estamos a años luz de que eso suceda. Y en lo que sucede, tal vez podamos comenzar por preparar Batalla de Gallos 2014, para que sea lo que más le conviene: un escaparate para nuevos y desconocidos talentos. Pero, al menos por el momento, nada más. Es decir, Red Bull debe pensar en mejorar los mecanismos de elección de los concursantes, hacer más fechas de eliminación locales, o de plano volverlo una liga con enfrentamientos mensuales. Las posibilidades son bastantes. Mi preferida y es una en la que he insistido particularmente, es que se hicieran batallas de freestyle temáticas. Como debates. Pero no sé si sea del interés de Red Bull.