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Música

Usé Tinder para ligar en el Nrmal

“Voy al Nrmal, ¿chelas? ¿toque?”. Desperté el domingo en la mañana con nuevos matches y un mensaje.

Me uní a Tinder hace un mes gracias a la constante presión social ejercida por mi mejor amiga. Para ese entonces ella tenía más de 100 matches y no hacía mas que tener los ojos y los dedos pegados al celular mientras hablaba con, los que eran para mí, secuestradores o tetos que en realidad son asesinos seriales en potencia. Aún así, gracias a ese palabrerío barato de que las nuevas generaciones están siempre en línea, me convenció. Decidí darle una oportunidad a la flama naranja. Escogí mis mejores fotos, puse una descripción neutral y me aventé un clavado al mundo de los corazones y las “X”.

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Una semana después, tal como lo había predicho mi amiga, tenía bastantes matches y muchas pláticas banales con güeyes que, al igual que yo, hablaban probablemente de lo mismo con otro bonche de posibles “parejas” o lo que sea que estén buscando en Tinder. Sin mentir. Para mí fue divertido hasta la parte en donde tienes que conocer a los candidatos. En general, en relaciones públicas, apesto. Nunca sé muy bien qué decir cuando se trata de venderle a alguien más quién soy. Eso, aunado a un pánico pendejo que me hacía creer que todos mis pretendientes eran falsos y pertenecían a una mafia de trata, me mantuvo siempre alejada de las “primeras citas”. Perfiles como el del chico pañalero de aquí abajo apuntaban a que mi teoría era cierta, si no me creen, échense la descripción sin tratar de sentirse incómodos. De nuevo, gracias a la histérica de mi amiga, decidí buscar alguna solución para el conflicto que me causan los primeros encuentros. Inesperadamente el Nrmal se me cruzó y pensé que era una buena idea hacer la prueba de buscar una date para el festival. Ahí nadie me iba a raptar y la música funcionaba como pretexto para no tener que decir nada.

Día 1

El sábado llegué temprano para ver a Missing Human. Mientras me hundía en las redes de la música electrónica suavecita de este señor, acorté la distancia a 2 km (distancia mínima que Tinder te permite establecer) y empecé a regalar corazones. Después de 5 minutos de selección me quedé sin posibles parejas y ninguna respuesta.

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Un día antes del festival, uno de mis antiguos matches me insinuó que iba. Me animé a escribirle que ya estaba dentro del campo con menos pasto que militares viendo a Simpson Ahuevo. Nos topamos cuando empezó Bocafloja. Nos fuimos juntos al escenario rojo. Estando ahí nos aburrimos mutuamente de estarnos escupiendo en la cara y gritándonos en el oído para entendernos mientras sonaba el Último Vecino. Fue un infierno. Fingí hambre. El escogió de pretexto el baño. Nos separamos. Volví a intentar encontrar posibles parejas sin ningún resultado. Apliqué el viejo truco del anzuelo. Tomé una foto y la adjunté dentro del apartado de momentos que tiene Tinder (un espacio que funciona para informar a tus tórtolos sobre lo que estas haciendo) con la esperanza de que alguno de mis previos matches estuviera dentro del Nrmal.

Sin mucho éxito y cansada de ser el único ser humano usando esa aplicación dentro de Festival, me rendí.

Día 2

En la madrugada cambié la descripción insípida de mi perfil en Tinder para ver si cambiando esa variante el experimento funcionaba. Puse algo así como “Voy al Nrmal, ¿chelas? ¿toque?”. Desperté el domingo en la mañana con nuevos matches y un mensaje.

Ya estando ahí, viendo Twin Peaks, volví activar el radar para ver si podía encontrar a alguien. Me topé con algunos militares que buscan el amor por Tinder y uno que otro señor que me imagino trabaja por la zona. De nuevo, se me acabó la gente disponible dentro del rango antes de encontrar a un nuevo posible candidato para flirtear dentro del festival.

Me cansé. Guardé mi celular. No le escribí al regiomontano buenaonda. Mi idea de un festival es ir a romperte los sesos mientras escuchas la música que te gusta. Para conocer gente mientras eso pasa, se necesita un cerebro multitasking y amor por el proceso socialización. Yo no tengo ninguna de esas dos cosas. A pesar de que este experimento fue un fracaso, no estoy diciendo con esto que los festivales no funcionen para ligar vía internet, simplemente no es el lugar ideal para todos. Si quieren mi consejo, busquen a sus dates antes y no durante el evento. Nadie está regalando corazones verdes mientras escucha su música favorita. Al final, lo importante en los festivales está arriba del escenario, no a 500 metros de distancia con el dedo hinchado por la búsqueda de amor desesperado.

Si quieren flirtear con Gio, síganla en twitter como @JuanaFRZ