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Música

La filosofía de David Lynch sobre tomar café

En mi búsqueda para gozar de una 'gran taza de café' tanto como el Agente Especial Dale Cooper, de Twin Peaks, le pedí ayuda a David Lynch, músico y maestro cafetero, para que me dijera cómo lograrlo.

Ilustración por Domitille Collardey

Yo, como toda hija de vecino, bebo café de la tiendita de la esquina: aguado, colmado con esencia de pelo de gato de trastienda y cebollas hervidas. También he tomado un café que reanimaría a un muerto y que sabe a fuego. Pero en el fondo, me vuelve loca el café helado que venden por 50 pesos.

A menudo se me puede encontrar en una cafetería "nice" soltando monedas como si tuviera un grave problema de ludopatía, en el que un vaso de café helado sería como mi apuesta doble. El café del que hablo casi siempre posee notas de “pelotas de tenis y Twizzlers” (así me lo vendió en una ocasión un barista con un enorme bigote en menos de tres minutos). Pero al darle el primer sorbo no me quedo impresionada. Me siento defraudada. No puedo evitar pensar que quizá el problema no sea el café.

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No fue hasta que posé mi mirada hipercafeinada en el agente especial Dale Cooper de Twin Peaks que todo cambió para mí, y empecé a replantearme el concepto que tenía del acto de beber café por completo.

Aunque adoro a la señora del leño, envidio las torres de donas de la oficina del sheriff de Twin Peaks y me paso las noches en vela pensando quién carajo mató a Laura Palmer, no hay nada que me resulte más cautivador que la maestría con la que el agente Dale Cooper lleva a cabo el ritual de beber café. Si buscáramos la palabra ‘zen’ en el diccionario, estoy segura de que aparecería una foto de su taza de porcelana junto a la definición.

Sin duda es en ese primer sorbo de su ‘damn fine cup of coffee’ donde reside el secreto para gozar de una experiencia que creo que todavía no he vivido. ¿Qué ponían en el filtro? ¿Debería mudarme al estado de Washington? Dale, amigo, si el café que tomabas contenía arsénico o algún tipo de brebaje misterioso tipo Tang, comparte el secreto conmigo.

Dado que en mi realidad no cuento con los consejos del agente Cooper, me embarqué en una búsqueda de respuestas certeras a cómo cambiar para siempre mi mentalidad respecto a los aromáticos granos. Cosas del destino —o quizás como respuesta a mis señales de humo de café torrefacto—, David Lynch se ofreció generosamente a alumbrar mi camino. Además de ser un gran músico, cineasta, dueño de una de las mejores discotecas de París y el padre del agente Cooper y de una de las mejores series de televisión de todos los tiempos, David ha creado su propia marca de café y se ha convertido en un maestro en el arte filosófico de beber café (tomando unas veinte tazas al día, para ser exactos).

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NOISEY: Hola, David. Me acordé inmediatamente de ti porque el tema del café es… abrumador. ¿Recuerdas la primera vez que tomaste una taza de café?

David Lynch:No recuerdo la primera vez, exactamente, pero creo recordar que me empezó a gustar el café a una edad muy temprana.

¿Qué tan temprana?

No lo sé, pero era muy pequeño. Quizá tendría tres años.

¿Tres?

No estoy seguro, pero de pequeño me encantaba el olor del café tostado.

Oye, y ¿qué es para ti una ‘buena’ taza?

Para mí es el sabor. No debería ser amargo, sino más bien suave y con mucho cuerpo. Me gusta tomar cafés con leche o capuchinos. En cualquier caso, el café debe tener una capa de espuma dorada. Puede ser algo tan bonito, Helen.

Y, ¿qué sería un café malo?

Un café malo sabría ácido y amargo y, a pesar de que escondido por ahí haya un buen sabor, este queda eclipsado por esa acidez y esa amargura. No hay nada más frustrante que estar deseando tomar un buen café y que te den uno malo.

En los últimos 15 años el café ha evolucionado mucho, desde ese brebaje horrible que elaboraban las empresas cafeteras.

Sí, bueno, creo que Italia siempre ha producido muy buen café. Pero sí, en Estados Unidos hemos evolucionado mucho.

Gracias a Dios. Hablando de empresas cafeteras estadounidenses, he probado tu café, David Lynch Signature Cup. ¿Qué te llevó a crear tu propia marca de café?

La verdad es que no fue idea mía. Un día vino un amigo a casa y me dijo, “David, bebes tanto café que deberías tener tu propia marca”, y una cosa llevó a la otra. Hice muchísimas catas a ciegas. Otro amigo me dijo, “conozco a unos tipos de Long Beach que tienen el mejor café”, pero lo probé y era horrible. Así que continué probando diferentes cafés y mezclas y terminé escogiendo esta casi todas las veces en las catas a ciegas.

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¿Utilizas una terminología especial para describir el café?

Los catadores de vino tienen como un millón de términos distintos [risas], pero al final se trata de lo que realmente te gusta. Por lo tanto, si cuando lo bebes salen palabras de tu boca y un “gran sabor” son las palabras que crees que encajan, y cuando lo hayas terminado sigues pensando que sabía bien, la terminología a utilizar sería “gran café”.

Así es como me gusta a mí también describir el buen café. No hay que complicarse. Nadie consigue hacer que el café parezca algo increíble mejor que el agente Dale Cooper de Twin Peaks. ¿Qué tipo de café crees que seleccionaría de la gama de David Lynch Signature Cup?

El agente Cooper bebe mucho café de restaurante. Sería uno de tueste casero, por lo que el David Lynch Signature Cup Coffee House Roast le encantaría, ya que tiene mucho sabor y no es ácido ni amargo. Seguramente pediría varias tazas.

Bueno, no le culpo. Yo también bebo mucho café. ¿Crees que el café te ayuda a inspirarte?

Sí. Cuando estaba en prepa leí un libro llamado The Art Spirit, de Robert Henri, en el que habla de un espíritu artístico que se transformó para mí en la vida artística. Para mí el café es parte de la vida artística. No sé muy bien cómo funciona, pero te hace sentir muy bien y favorece el proceso creativo. Lo que es seguro es que está estrechamente relacionado con la pintura.

¿Qué es una taza de café para ti, en esencia?

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Una buena amiga.

He oído que hacías como Balzac y llegabas a tomarte veinte tazas al día. ¿Cuánto bebes actualmente?

Creo que unas diez. Es cierto que solía beber veinte, pero eran vasos pequeños de poliestireno. Ahora bebo café en tazas grandes.

Si me bebo más de dos tazas empiezo a temblar. Debes de estar más evolucionado como ser humano para ser capaz de tomar tanto café.

[Risas] La verdad es que me encanta… nunca dejo de tomar. Pero mi truco es no beber más a partir de las 5:30 de la tarde.

Ese es un buen consejo. ¿Cómo tomas el café?

Casi siempre capuchinos, pero también me gustan los lattes. Me acabo de comprar dos máquinas de espresso que son increíbles.

¿De qué tipo?

Máquinas La Marzocco con doble caldera. Una vez que las tienes ajustadas, cada taza sale igual que la anterior. Son tan bonitas, Helen. El café es algo tan extraño. Tienes muchas cosas para hacerlo. La gente encuentra algo que les gusta y se inventan sus propios sistemas. Hay cosas geniales en el mundo del café hoy en día, pero tienes que ver qué es lo que te gusta más y de ahí ya puedes morir feliz.

Buen consejo. Para los que no lo han probado jamás, ¿algún consejo sobre por dónde empezar en el mundo del café?

Bueno, en el momento en que prueben mi café, la David Lynch Signature Cup, me temo que cualquier otra marca les decepcionará [risas]. El mundo del café es maravilloso.

Totalmente de acuerdo. Voy a deleitarme con una taza en cuanto pueda.

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Espero que esté muy buena.

Gracias, David.

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