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Música

Mi primera vez con el Nrmal

Como todas mis primeras veces, lo que me faltó fue tiempo.

Estaba parada en medio de la playa. Nerviosa. El escenario lo tenía de frente. Tres en punto. No había nadie. El letrero de Noisey, la carita feliz, los vatos vendiendo cerveza, la carpa del toro volador, la arena/lodo. Yo. Treinta minutos para que saliera System Error. Escuchaba a Rancho Shampoo. Sabía que a pocos metros había columpios, sube y bajas, globos, pasto, personas.

La gente empezó a llegar a la playa veinticinco minutos después de las tres. Ya traían sus vasos llenos de cerveza o energetizante. Ya eran necesarios los lentes de sol. Ya estaba empezando de este lado el desmadre.

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A pesar de que todos los festivales de música son (valga la redundancia) para ir escuchar música, este tipo de eventos siempre se prestan para la recreación a partir de drogas. Consumo máximo de alcohol. Un especie de desfile de moda urbana y espacio idóneo para la búsqueda de una pareja que te lleve a satisfacer el deseo carnal.

Pasó todo lo anterior. Seguro. Algunos consiguieron faje. Otros más anduvieron pachecos. Muchos estrenaron nuevo outfit. Varios regresaron la cerveza. Caliente. Con restos de comida. A pesar de que, si lo vemos desde esta perspectiva, todos los festivales son iguales, siempre existe una constante diferente que le inyecta personalidad al desmadre de empedar-coger-drogarte. Esta vez, esa constante fue el asombro.

Probablemente esa sea la palabra correcta. "Asombro". Cuando me piden que describa lo que sucedió en el festival, la primer imagen que construye mi cerebro es siempre la misma: cualquier persona (mujer/hombre/niño/anciano) con la boca totalmente abierta, ojos en blanco, mucha saliva.

Esta fue la primera vez que el Nrmal se presenta en el DF. Y si no todos, me atrevo a decir que la mayoría, no tenía idea de lo que iban a presenciar. La causa de la baba espesa derramada por todos lados fue el abanico de opciones musicales que se repartían en tres escenarios y una carpa. Salió bien. A pesar de estar rodeados de militares armados con trajes cargo, no hubo paniqueo. Tampoco muertos. No vi ni a una sola persona dándolas. Todos éramos zombies con mandíbulas desencajadas. Sólo eso, lo demás bastante tranquilo.

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Me topé a Kelela en el área de comida. Parada entre mucha gente esperando su taco gigante. O nadie de los que estaban por ahí sabían quién era, o al igual que a mí, el exceso de fluido orgánico no les permitió acercarse. Lo mismo pasó con Paul Marmota y con José (El sueño de la casa propia). Había tanta cercanía entre público y artistas que nos confundíamos los unos con los otros.

La gente iba de la playa al jardín, del jardín a la playa. Yo hacía lo mismo. Corría. Bailaba. Saltaba de música electrónica, a metal tranquilo, regresaba a escuchar cumbia, luego R&B, después jazz. Estaba ahí, siempre a mitad del camino hacia el otro escenario, total y completamente confundida.

Al principio me eche todo de corrido, desde Sytem Error hasta Superpoze. Como la onda era electrónica, a pesar de sus diferentes variantes, me acostumbre a mover la cabeza de manera casi sistematizada. A los lados gente haciendo lo mismo. Había un güey descalzo con su perro amarrado con un mecate bailando casi sobre el escenario. Se la estaba pasando bastante bien.

Después entró Paul Marmota. Las personas que antes veían al vato descalzo como un extraterrestre con pésimas ritmo ahora le copiaban el baile. Estuve medio tiempo, luego corrí para ver un cacho de Matías Aguayo. El escenario era parecido. Mucha gente moviéndose sin ningún tipo de coordinación. Quise hacer lo mismo, pero no entendía el ritmo, cada que lo intentaba terminaba bailando una especie de baile tradicional veracruzano. Ridículo.

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Me hice a un lado y me postre frente al otro escenario, seguía Barn Owl. Mi tirada fue sentarme, las piernas me temblaban muchísimo. La masa que zapateaba diez minutos antes, hizo lo mismo. Nos dejaron caer sonido experimental con muchas pausas. Todo empezó a moverse en cámara lenta.

Acto seguido vino Wolf Eyes. Vatos con greña larga y una propuesta de metal electrónico no eufórico. No entendí nada. Me fui a ver a Pional. Caí en cuenta que a poco metros se formaban dos mundos completamente diferentes. Mercurio y Jupiter. Tierra y Marte. No terminaba de procesar a Pional cuando ya estaba rumbo al escenario de Anika. Se les fue el sonido. Me fui a ver a la Minitk del Miedo. La gente para ese punto ya no sabía ni su nombre. Los colombianos les pidieron que se agacharan, pero nadie captó nada. Algunos ya bastante fritos se sentaron pensando que la instrucción era esa.

Luego vino Kelela. Derritió bocinas. Me llegó el asombro. Eche saliva a montones. De lo demás ya no me acuerdo. Para Blood Orange la confusión era tal, que no coordinaba mis movimientos. Esta fue mi primera vez con el Nrmal. Estuvo buena. Aunque lo que nos faltó fue tiempo. Como todas las primeras veces, me quedé con la sensación, de que terminó muy rápido.

Acá hay más fotos del Nrmal.