Matías, al acabar la clase. Fotos por ARCA Lab.Por más que he tratado de recorrer el camino lo más lento posible, ya soy un adulto. Ya hice mi primer dieta, la espalda me duele después del after y paso sentada 12 horas al día enfrente de una computadora. El ejercicio es una necesidad que mi cuerpo casi treintón pide a gritos, pero a mí lo que gusta es fiestear, chupar y llegar al punto de bailar con los ojos cerrados.
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Ya había escuchado de raves mañaneros en Brooklyn, a los que la gente va antes de trabajar, y en los cuales se toma té negro en vez de gin. Incluso llegué a pensar en la posibilidad de un día organizar algo así en México, pero nunca se concretó. Por eso, no hubo mejor noticia para mi mala condición física que la brillante idea del Aerobizco (creación de 8106 y Arca-Lab). El concepto sonaba mejor que los raves sanos de Brooklyn: era en la noche, cuando no tienes que escuchar el despertador, y tenía un gran line up de DJ's y maestros de aerobics: Mijo, Toy Selectah, y Matías Aguayo.
He visto a Matías Aguayo muchas veces en mi vida: en fiestas, conciertos y en clubs como el Roy, aunque la mejor de todas fue una vez en el MUAC hace cuatro años, a medio día y en una terraza. Matías siempre enamora a su público —sobre todo si toca en un venue pequeño— gracias a su increíble carisma, cuya imagen es representada por una sonrisa gigante con la que observa al público durante todos sus sets.
Esta vez, como en el MUAC, la experiencia fue obviamente bastante diferente a la de una presentación suya común y corriente: mientras un maestro que parecía militar nos hacía sudar hasta que no pudiéramos movernos, Matías ponía música a no menos de 140bpms, chiflaba, gritaba y hasta se puso a hacer algunos pasos de aerobics cada que pudo.
Entre sentadillas, brincadas de cuerda, golpes de box y, obviamente, mallones de colores, todos los asistentes sudamos hasta terminar con una sonrisa al estilo Aguayo. La temporada de Aerobizco se acabó, la idea del ejercicio semanal fue una ilusión, y ahora trataré de bailar sola, en mi hogar, recordando la coreografía que ahí me enseñaron. Por lo pronto, espero los estragos del paso del tiempo, sentada, con una Coca Light en mano, justo como estoy mientras escribo esto.Échense el mixtape que hizo Matías para esa clase aquí abajo.
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