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Música

El Big Bang del Rock & Roll y (poco probable) el primer concierto interracial

Esta es la historia del primer concierto de rock en el universo. Todo se lo debemos a un tal Alan Freed.

The Moondog Coronation Ball. Éste fue el nombre que el locutor radiofónico y promotor musical Alan Freed le dio a aquel evento, el primer concierto de rock and roll. Pero me detendré rápidamente en este personaje antes de pasar a lo que importa más en esta ocasión.

Así pues, Freed, también conocido como Moondog –de ahí el nombre del concierto– contaba con un programa de radio en la estación WJW, en Cleveland (y antes estuvo en WAKR, en Ohio). En él se encargaba básicamente de poner música que era considerada negra: Rythm and Blues, Jazz, Blues y Country (ésta más bien muy blanca), etcétera, eran escuchados durante la media hora que duraba su programa. Es más, se dice que Freed se hacía pasar por negro para poner música negra en el radio, pero lo más importante, sin duda, es que se le da el beneficio de la duda: el mismo Freed fue quien acuñó (o creó, pues) el término Rock & Roll para el género musical que se estaba desarrollando en la década que siguió a la Segunda Gran Guerra.

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En este mismo sentido, no sólo Breed fue un transgresor de la segregación racial de los Estados Unidos de la década de los 50, sino que, podríamos decir, inculcó el gusto por la música que marcó una generación y que acabó por transformar el rumbo de la música. El Moondog Coronation Ball fue justamente eso: la coronación de estos dos aportes de Breed. Por un lado, se trató de un evento, del primero públicamente organizado, que estaría plena e impúdicamente repleto de música nueva para jóvenes (con música de los jóvenes, pues). Y, por el otro lado, se convertiría en uno de los primeros –o el primero– eventos en donde se permitió la mezcla de razas (pareciera que hablo de perros. Detesto este tipo de lenguaje). Pero sí, se permitió que negros y blancos se pusieran a bailar juntitos y muy pegaditos.

Breed y Lew Platt (otro promotor del Moondog) no tenían mucha idea de cómo organizar un evento. No tenían, tampoco, idea de cuánta gente invitar, de cómo invitarla, de cómo anunciar el evento, ni mucho menos de cuántos boletos imprimir. Las consecuencias de su falta de experiencia se harían notar. Decidieron, pues, utilizar la Cleveland Arena, que tenía capacidad para unas diez mil personas. En realidad era mucho para aquellos años, y mandaron imprimir un primer tiraje de siete mil boletos de entre 1.50 y 1.75 dólares cada uno. Más adelante, el cuñado de otro promotor, Leo Mintz (quien también era dueño de la tienda de discos Rendezvous), decidió imprimir otros dos mil boletos que supuestamente se vendieron en un solo día. Días más tarde, se sabría que ellos no fueron los únicos que estaban imprimiendo y vendiendo los boletos para este magno evento; no se tenía idea de cuántos se habían vendido en total.

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El día llegó y las filas de personas, que en su mayoría eran afroamericanas (lo resalto porque me estoy refiriendo a una particular época), abarcaban cuadras y cuadras a las afueras de la Cleveland Arena. Nadie esperaba esto y nadie sabía qué esperar del evento. Era la primera vez que la gente iba a un lugar de estas dimensiones a bailar y a escuchar música.

Cuando el lugar se llenó, las puertas se cerraron, pero cientos de personas, por no decir miles, se quedaron fuera. Gritaban y exigían que les dejaran entrar; todos tenían su boleto. Un portazo se veía venir y así sucedió. La gente que estaba afuera rompió los vidrios de las puertas y comenzaron a entrar.

En este momento, el saxofonista y headliner Paul “Hucklebuck” Williams, comenzaba su turno. Fue el primero. Fue quien comenzó a tocar en el primer concierto de Rock de la historia. Inauguraba, pues y sin saberlo, un concierto que terminaría con su acto. La policía y los bomberos no tardaron en llegar. ¿Negros y blancos juntos? ¿Rock & Roll? ¿Blancos y negros bailando Rock & Roll? Las autoridades, justo cuando Williams terminó de tocar, pidieron a los músicos que dejaran de tocar y que salieran del edificio. La cosa se iba a poner de la chingada.

Tanta gente en un lugar que a pesar de ser amplio, su capacidad se vio rebasada, auguraba caos. Tenemos un chingo de ejemplos contemporáneos… En fin, la venta de boletos sin control, la cantidad de gente que se quedó afuera, enojada, aunada al arribo de la policía y bomberos, así como una gran cantidad de whisky (testimonios indican que al día siguiente el piso estaba casi tapizado de botellas de este alcohol) propició que la gente perdiera el control. ¡Hubo gente apuñalada! Mangueras con agua a presión fueron utilizadas en contra del público para dispersarlo; parecía manifestación.

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Más tarde, por más que las mismas autoridades y los sectores conservadores de la sociedad estadounidense condenaron este evento, mucha gente, basándose en el crítico de música John Soeder, consideró a este episodio como el Big Bang del Rock & Roll.

Breed y Mintz fueron visionarios, transgresores y valientes. El segundo, viendo que en sus tiendas de discos muchos jóvenes blancos iban a comprar más que nada el R&B de los afroamericanos, decidió potencializar su difusión. Porque sí, todo a final de cuentas se trata de dinero. Y de hecho, fue el mismo Mintz quien presentó este tipo de música a Breed para que la transmitiera en sus programas radiofónicos. Breed se tomó su papel en serio. Se hizo llamar The King of the Moondoggers y creó una enorme audiencia. Eso, de cierto modo, fue lo que derivó en el Moondog Coronation Ball.

A pesar de que pueda dársele el crédito a estos dos personajes por haber montado el primer concierto oficial del recién bautizado Rock & Roll, su importancia radica en haberse atrevido a romper las barreras raciales que existían en sus tiempos y espacios, haya sido por el baro o no, pero eso sí, qué mejor que haberlo hecho a través de la música. Y en este sentido, pensándolo y sin tener los elementos necesarios para afirmarlo, pero me atrevo a hacerlo, pudo haberse tratado también de uno de los primeros eventos en los que la música ejerció un papel social de suma importancia, y sin embargo no es tan conocido. Podríamos conciderarlo como un Woodstock. Lo es, lo fue. Pero bueno, The Moondog Coronation Ball no ha pasado desapercibido. Se rememora y se realizan conciertos en honor de este Big Bang no únicamente del rocanrol, sino de la muestra de que no importa qué color tengamos en la piel.

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