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Música

Ana Tijoux: catarsis, poesía y música

Para ella, escribir hip-hop es como ir al psiquiatra. "A mí me ha servido como una especie de sanación, de entender".

En una conversación que tuve con Ana Tijoux hace casi cuatro años, un año después de que comenzara a sonar su álbum 1977 por los rincones más diversos del mundo latino, la chilena me confesaba que le costaba trabajo creerle a algunos músicos cuando se ponían en papel de predicadores, que se asumían como participantes conscientes de la sociedad. Siempre se pregunta: "¿Te creo o no te creo?". Cuando se trata de ligar conciencia social y política con la música, la sospecha llega y, sobre todo, un desequilibrio en la calidad entre música y letras. Ella misma me decía que le ha tocado escuchar gente cuyas letras le gustan mucho pero cuya música le disgusta, y ha escuchado gente que tiene un discurso increíble, pero donde la música sale perdiendo. "Preferiría leerlo", ha pensado en ocasiones. O qué bonito suena, pero no dice nada.

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Ella se manifestó en aquella conversación a favor de dejar espacio al inconsciente, al surrealismo, a la locura, antes que dar prioridad al compromiso social y lo consciente. Ahora que está estrenándose su nuevo disco, Vengo, en el que abundan frases dichas con vehemencia acerca de montones de temas de preocupación mundial (poder insaciable, esencias a prueba de balas, la historia no dicha de nuestros ancestros…), inevitablemente pienso en aquella conversación. Porque siempre he pensado que de Ana Tijoux resulta difícil dudar. Lo suyo es tan honesto como su potente sencillez sobre los escenarios y tan desfachatado como esas interrupciones de nuestra conversación aquella para discutir con su mamá. Y toda esa contundencia que se percibe detrás de cada frase y toda esa duda a la que siempre alude ("busco el error como forma de respuesta", "todos somos erroristas"), forma parte de una coherencia de la que forma parte incluso la locura ("Una vida sin locura no es vida, es un pedazo, un retazo, el murmullo de un zarpazo, el trazo se delínea sin miedo al fracaso").

Cuando disfrutemos de cada una de las frases que va disparando sobre samples multiculturales e increíbles exploraciones de la música andina, hay que agradecer que allá por finales de los 90, cuando estaba en la prepa, lo único que tuviera claro fuera que la poesía y el surrealismo la habían marcado, y que los integrantes de Arraya Homie Clan le sugirieran comenzar a rimar. Ella todavía tardó un rato antes de vencer la timidez, pero cuando comenzó a hablar, nadie la paró. Dice que para ella, fue la mejor manera de combinar catarsis, poesía y música.

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Hoy, a poco más de tres lustros de aquel primer clavado en el hip-hop y ya convertida en una MC de fama internacional, Ana tiene tan claro que el hip-hop es un género poderoso que incluso ha llegado a comparar una canción con una navaja que corta el orden preestablecido. Sabe que quienes lo practiquen deben poseer varios ingredientes: voz, estilo, carisma y contenido. Cuando están los cuatro ingredientes, se produce algo mágico. "Y no pasa seguido; hay mucha gente que rima, pero hay poca que puedes decir que se desmarca". Ella, sin duda, se ha desmarcado.

Las letras para ella son una necesidad. A veces retoma un tema y lo piensa mucho; dudas casi existenciales que, al momento de escribirlas, ya no son dudas. Ahí radica el efecto de catarsis. Para ella, escribir hip-hop es como ir al psiquiatra. "A mí me ha servido como una especie de sanación, de entender".

Hoy, la terapia se ha vuelto cada vez más compleja y, a la vez, más lúdica. De la necesidad personalísima de plasmar sus dudas de una manera "poco comercial" en Kaos, su primer disco, con un rap old style, casi monótono, hoy la catarsis se ha vuelto una celebración, en la que los guiños autobiográficos y la reflexión introspectiva han dado paso a la extroversión y la danza magnética de la verdad. Una de las razones por las que no podremos dejar de escuchar sus canciones es porque hay en ellas todo lo contrario a un discurso panfletario y mentiroso. Se trata de reflexiones netamente personales de una rapera tan genuina que nunca le veremos fascinada por la luz pasando a través de los diamantes. Ella misma es la luz, y su letras y su carisma, los diamantes.

@peach_melba