Educación

La educación superior digital: herramienta para la inclusión

Estos emprendimientos ofrecen alternativas para estudiar en línea y desarrollar habilidades para obtener un mejor empleo en Latinoamérica
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Este contenido es hecho en colaboración con el Banco Mundial.

Raquel y Magenta viven en la Ciudad de México y no podrían ser más distintas. La primera se dedicó al hogar y a su familia por más de una década y la segunda es una mujer transexual, que hasta 2017 se dedicaba al diseño gráfico, con jornadas laborales de más de 15 horas diarias. Pero en Laboratoria, una startup que ofrece cursos de programación y mentoría, encontraron un lugar común, en el que ahora se reconocen como amigas. 

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Ahora ambas trabajan en empresas internacionales, Black Rock y Globant, respectivamente. Magenta ha visto triplicarse su ingreso de diseñadora pues ahora trabaja como programadora. Para Raquel, además del económico hay un salario emocional adicional: “He ganado confianza. Antes me sentía una fracasada y ahora mi hija (de 10 años) me ve con otros ojos y me dice que quiere ser como yo”.

Laboratoria apostó por la creación de cursos intensivos y cortos (seis meses) como una respuesta a dos necesidades del mercado: por un lado, la de las empresas que cada vez necesitan más personas capacitadas en áreas técnicas o en nuevas tecnologías, como programación o inteligencia artificial, y por el otro, la de las personas que buscan desarrollar aún más sus habilidades o descubrir nuevos talentos que les abran la puerta a otras fuentes de empleo mejor remuneradas.

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“El sector tecnológico ofrece tres veces mejores salarios, en promedio, en comparación con los demás sectores. Además, suele ser flexible con el trabajo a distancia y de cultura innovadora”, advierte Ofelia Reyes de la Rosa, manager del Bootcamp de Laboratoria México. 

En décadas pasadas, los cambios en las empresas, en el mercado e incluso en los hábitos de consumo tomaban años. Ahora, la velocidad con la que llegan nuevas tendencias puede suceder de un día para otro, en esta carrera vertiginosa la educación digital juega un papel crucial para que las personas puedan acceder a capacitación que también se enfoque en competencias digitales para aspirar a mejores oportunidades de empleo e inclusión pues, según datos de la UNESCO, para el año 2050, 75% de los empleos estarán relacionados con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

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Una ventana de oportunidades

Antes de la pandemia, el mercado laboral ya estaba viviendo una transformación, pues cada vez se requerían menos manos para la producción de bienes y aumentaba la demanda para puestos de trabajo que no existían hace 20 años, creando una necesidad de habilidades finas o específicas ligadas a herramientas tecnológicas, advierte el estudio Efecto Viral: COVID-19 y la transformación acelerada del empleo en América Latina y el Caribe, publicado por el Banco Mundial.

Las escuelas digitales suelen reaccionar más ágilmente a estas nuevas tendencias. “Tenemos científicos de datos que se dedican a rastrear las nuevas tendencias. Ahora bien, no buscamos competir con la educación tradicional, pues creemos que tenemos objetivos distintos.

Nosotros lo que proponemos es educación online efectiva, para el desarrollo de habilidades”, dice Ingrid Zúñiga, gerente de Comunicación de Platzi, otra de las empresas pioneras en educación digital en Latinoamérica, forjada en Colombia, en 2015.

La oferta educativa digital, si bien no sustituye a la educación universitaria formal, puede representar una ventana de oportunidad para muchas personas. María Marta Ferreyra es economista sénior en la Oficina del Economista en Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial y explica que estas opciones proveen al estudiante competencias que lo vuelven altamente empleable en un periodo corto de tiempo. 

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“Comparemos, por ejemplo, al graduado promedio de una carrera corta de educación superior con un estudiante que comenzó una carrera universitaria tradicional pero no la concluyo. La evidencia indica que el graduado de la carrera corta obtiene mejores resultados laborales – menor desempleo, mayor tasa de empleo formal, y mayores salarios. Dado que más de la mitad de los estudiantes de carreras tradicionales abandona, este resultado es de gran importancia”, destaca la experta.

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Señala también que, dada la velocidad actual de los cambios tecnológicos, el entrenamiento debe ser rápido. Además, debe permitir que el estudiante siga aprendiendo a lo largo de su vida, sin tener que dedicar nuevamente cinco o seis años a su educación.

Por ejemplo, según proyecciones del Foro Económico Mundial, 85 millones de empleos habrán sido destruidos por la automatización para 2025, pero también se crearán 97 millones de nuevos empleos relacionados principalmente con la inteligencia artificial y el big data.

Y es que justamente las empresas cada vez están demandando más habilidades específicas, relacionadas con esta transformación hacia lo digital, que pueden ir acompañadas -o no- por un diploma universitario. “La tecnología cambia tan rápido, que lo que buscamos es desarrollar la habilidad para aprender lo que venga”, nos dice Aida Chávez Zapata, co-directora de Hola Code, emprendimiento educativo que se enfoca en un mercado particular que muchas veces queda relegado en la planeación de las políticas públicas: migrantes -principalmente de Latinoamérica- que se ven forzados a permanecer en México. 

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“Vemos un potencial muy importante en estas personas, multiculturales, que hablan inglés perfectamente, pero que, por temas burocráticos, como homologación de estudios, no pueden acceder a fuentes de empleos más allá de call centers bilingües. Son personas que tienen mucho potencial”, nos dice Chávez Zapata.

Las lecciones de la pandemia       

Con el confinamiento de millones de personas por la pandemia, la demanda de productos y servicios que no eran de primera necesidad sufrió un freno en seco, provocando el cierre temporal o definitivo de empresas y el despido de aproximadamente 26 millones de personas en la región, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Una de ellas fue Francisca, que pasó de empacar 100 cajas a la semana de artículos promocionales para eventos a cero en los primeros 12 meses de la pandemia. “Mi esposo se hizo cargo de los gastos y no puede solo. La pandemia nos paró a todos, pero mis hijas (de ocho y 11 años) siguen creciendo y su ropa y zapatos les dejaron de quedar”. 

La primera vez que Francisca tuvo una conexión a internet tenía 33 años. Le tomó cerca de cinco años saber que su celular podía ser la llave que abriera la puerta para concluir sus estudios de preparatoria en la modalidad en línea y así, finalmente, tener la posibilidad de dejar de trabajar como empacadora en fábricas, a destajo, sin seguridad social ni prestaciones.

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Por eso Francisca, aun en medio de la pandemia, está decidida a terminar la preparatoria en línea y con eso poder acceder a otras opciones de empleo. “Soy bien trabajadora y aprendo rápido. Jamás me escucharás decirlo que no a un trabajo. Pero necesito algo más seguro”. 

El caso de Francisca no es algo aislado, por ello es que María Marta Ferreyra tiene la expectativa de que las y los estudiantes latinoamericanos se inclinen cada vez más por una formación rápida y más orientada hacia las ocupaciones cuya demanda ha crecido, que están relacionadas con sectores tales como tecnología, servicios online, y salud. 

“La incertidumbre económica que ha dejado la pandemia por Covid-19, y la disminución de los ingresos en muchos hogares debe haber creado la necesidad de adquirir nuevas competencias que proporcionen empleo rápido, todo lo cual debería haber aumentado el interés de los jóvenes por estas opciones alternativas”, comenta la especialista del Banco Mundial.

El ritmo con el que Francisca se reincorpora a los estudios es aún lento, pues debe compaginarlo con sus tareas del hogar y el cuidado de sus hijas (quienes con la pandemia también tuvieron que comenzar su aprendizaje en línea). “Con todas mis responsabilidades la escuela en línea es la única opción que tengo para terminar la preparatoria. No podría darme el lujo de ir a un sistema escolarizado”, advierte. 

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Justamente en esta flexibilidad radica una de las mayores fortalezas del aprendizaje digital, pues las y los estudiantes pueden adaptar su tiempo de estudio a las demás actividades. Además, de poder escoger las materias que consideran pueden redituarles un mayor beneficio, pero ¿habría convenido más a Francisca elegir estudiar una carrera corta enfocada en competencias digitales en línea en lugar de cursar el bachillerato?

María Marta Ferreyra considera que las carreras cortas son una buena opción para las y los jóvenes como Francisca, porque generalmente están estructuradas para permitir que el estudiante trabaje mientras estudia. En las mejores de esas carreras, la institución interactúa con el sector privado y asiste al estudiante en la búsqueda de empleo, lo cual es claramente beneficioso para el estudiante. 

“Estas carreras se ajustan (a sus necesidades) mejor que las carreras universitarias tradicionales. La razón es que son cortas y flexibles, y las instituciones generalmente están en contacto con las empresas para saber qué necesitan ellas. Dados los grandes cambios en la actividad económica inducidos por la pandemia, es de esperar que estos programas respondan dinámicamente a las nuevas necesidades de las empresas y los estudiantes”, afirma la experta del Banco Mundial.

Adaptabilidad y rapidez 

“Estaba en un hoyo, completamente deprimida. Me acababan de despedir por un tema de discriminación”, relata Magenta, mujer trans de 35 años. Entonces fue que cambió el diseño gráfico por el código de computación. “Alguien me habló de Laboratoria y recordé que en la prepa tuve clases de HTML y me habían gustado. Pensé que no tenía nada que perder”.

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En 2019, la consultora IDC y la empresa de telecomunicaciones CISCO coincidieron en que en América Latina había un déficit de cerca de medio millón de programadores, sin que las universidades hayan podido satisfacer esta demanda. Esta demanda aumentó tras la pandemia por COVID-19, cuando el teletrabajo o trabajo a distancia fue empujado por el confinamiento, concuerdan las tres voces consultadas. 

La respuesta por parte de las personas con empleo o en busca de uno fue justamente prepararse para obtener este tipo de habilidades. “En la primera etapa de la cuarentena (en Platzi) tuvimos un aumento de 60% en inscripciones”, advierte Ingrid Zúñiga. Además de señalar que empezaron a notar que las y los estudiantes comenzaban a superar los 30 años de edad.

Magenta es un ejemplo de esto pues reconoce que ella estudió una carrera, pero eso no significa que tenga que dedicarse toda la vida a lo mismo. “Si el mundo cambia, tú también puedes hacerlo. Al final me atreví”, dice.

La educación digital abre las puertas a cada vez más personas que ven en ella un camino para acceder a más opciones de empleo y con eso aumentar su propia movilidad social, como Raquel que ahora se ha convertido en la nueva superheroína de su hija, como Magenta, que como mujer trans se siente aceptada y valorada en un trabajo dentro de una empresa transnacional, o como Francisca que espera convertirse en el modelo de perseverancia que sus hijas necesitan.

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