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Salud Mental

La ansiedad y el estrés están arruinando tu aspecto

Tus preocupaciones pueden producir aumento de peso y vejez prematura.

Los resultados de las investigaciones son claros: el estrés nos hace cosas horribles. Por ejemplo, un estudio descubrió que las mujeres que experimentan altos niveles de estrés son 11 veces más propensas a sufrir pérdida de cabello que las mujeres que tienen niveles de estrés moderados o bajos. El estrés laboral también está asociado con el aumento de peso hasta por cinco años. Y el 74 por ciento de los pacientes que padecen acné dicen que el estrés agudiza su enfermedad. Observamos el mismo tipo de efectos en animales: los perros ansiosos encanecen prematuramente y los ratones estresados envejecen más rápido.

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Pero, ¿cómo afecta realmente el estrés a la apariencia física? Existen dos grandes formas.

Primero, cuando estamos estresados hacemos cosas que dañan la manera en que nos vemos. Por ejemplo, fruncimos el ceño o los labios, lo cual puede provocar arrugas con el tiempo. Nos pellizcamos la piel o nos mordemos las uñas. A menudo el exceso de estrés significa tener muy poco tiempo, así que también tendemos a tomar decisiones malas y precipitadas al momento de comer y ganamos peso. "Estás ocupado, así que quizá aproveches los alimentos preparados que tienden a ser altamente azucarados o grasosos", comenta Susan Torres, investigadora australiana que estudia la relación entre salud mental y el consumo dietético. En resumen, el estrés puede causar un autosabotaje.

La otra manera en que afecta el estrés en la apariencia es más compleja y sistémica. Cuando las hormonas del estrés, como el cortisol, interactúan con otras hormonas y neurotransmisores, ocurren cambios psicológicos que a veces se manifiestan de forma externa.


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Por ejemplo, el estrés acelera el ciclo natural de crecimiento de nuestro cabello, lo cual puede promover la pérdida de éste y prolongar la etapa de caída en dicho ciclo. También puede causar canas prematuras, ya que el folículo piloso tiene una cantidad limitada de pigmento; cuando nuestro ciclo capilar se acelera por estrés, el pigmento se vacía más aprisa. Alternativamente, algunas ocasiones el estrés envía señales a los folículos pilosos para que dejen de producir color, lo cual puede volver más débil y delgado el cabello.

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En contraste, el estrés frena el proceso mensual de renovación celular de la piel. Los resultados pueden ser arrugas, piel seca y recuperación tardía de cicatrices de acné. Mientras tanto, el exceso de cortisol desata una reacción en cadena hormonal que estimula la producción excesiva de aceite y puede promover, o por lo menos agravar, las espinillas. De hecho, en un estudio, los niveles de estrés elevados durante los exámenes universitarios se asociaron con una mayor intensidad de acné. Quizá lo más alarmante es que el estrés puede impedir la digestión y por tanto inhibir la absorción de vitaminas esenciales para mantener dientes, piel y cabello saludables.

El estrés crónico también está relacionado causalmente al aumento de peso. Cuando estamos estresados, nuestros cuerpos liberan cortisol, entonces éste interactúa con dos hormonas llamadas neuropeptido Y y leptina para estimular nuestro apetito por comida muy azucarada y grasosa. Por si fuera poco, cuando estamos estresados, la buena comida estimula una liberación opioide (la versión natural de la heroína). Entonces, deviene un ciclo de recompensa adictivo: sentimos estrés, la comida chatarra literalmente nos reconforta y entonces cedemos a la tentación para aliviar el estrés. Incluso, el estrés "aumenta el valor de recompensa de los alimentos deliciosos", explica un estudio. Entre más estresados estemos, más podemos desear alimentos muy azucarados y muy grasosos, y ganamos más peso. El estrés también afecta un sistema de respuesta al estrés llamado eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, el cual puede promover el almacenamiento de grasas particularmente en la región abdominal.

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Es más, el estrés puede estimular el envejecimiento prematuro a nivel celular. Investigaciones sugieren que el estrés está asociado con una longitud telomérica menor. Los telómeros son aquellas piezas pequeñas de ADN al final de los cromosomas, los cuales pueden señalar a los científicos qué tan vieja es una célula de manera precisa. Los telómeros más cortos están asociados, entre otras cosas, con un ciclo vital reducido, una capacidad física disminuida para recuperarse de factores estresantes como heridas y una elasticidad cutánea reducida. En un estudio, las mujeres con mayor nivel de estrés tuvieron longitudes teloméricas similares a mujeres hasta una década más viejas. En otras palabras, el estrés nos envejece no sólo psicológica, sino también biológicamente.

Por último, el estrés afecta nuestro atractivo instintiva y subliminalmente. En un estudio finlandés, los hombres calificaron los rostros de mujeres que tenían mayores niveles de cortisol como menos atractivas que aquellas mujeres con niveles más bajos. El estrés juega un papel crítico en este fenómeno: los niveles altos de cortisol hacen que los individuos parezcan menos fértiles y por tanto reducen su atractivo. Esto tiene sentido, dice el investigador en jefe del estudio, Markus Rantala: el estrés inhibe las hormonas sexuales y éstas influyen en la atracción física.

Existen razones más importantes para evitar el estrés además de la estética. Pero el punto es que nuestros cuerpos no esperan a que "el problema pase" o "aprender a lidiar con ello". De manera manifiesta, nuestros cuerpos comienzan a desgastarse. Quizá cuando hayamos notado estos efectos superficiales, nos demos cuenta todo lo que sacrificamos por estrés.