Comida

Dime cuál es tu helado favorito y te diré cómo eres

No nos jodáis, la persona que compra un Drácula no tiene nada que ver con la que se pilla un puto Magnum Frac.
helados-thumb
Collage: VICE

Las cosas que nos metemos en la boca son importantes, hasta cierto punto nos definen, pues marcan los límites de lo que somos capaces de aceptar y asimilar en nuestro cuerpo. Es por eso que no es muy habitual ver a gente comiendo neumáticos, arena o colillas mientras pasea distraída por las calles de nuestra ciudad.

Con la llegada del verano, la gente tiene la curiosa costumbre de introducirse alimentos muy fríos en la boca con la intención de apaciguar un calor ambiental insoportable, cosa que no sé yo si realmente ayuda mucho, pues lo único que genera es un incremento exponencial de las ganas de beber agua como consecuencia de los altos límites de azúcar que todas estas mierdas llevan.

Publicidad

Pese a esto, los helados son parte de nuestra historia. Ciertas lágrimas pueden llegar a recorrer nuestras mejillas cuando nos recordamos con 12 o 13 años yendo en bici —todos los recuerdos de verano deben estar ligados a uno de estos vehículos, si no, pierden validez— al colmado de al lado de la playa a comprar unos helados, acompañados de los colegas del pueblo y de una ilusión desmedida.

Es por eso que, al llegar el verano y con la excusa de batallar contra el calor, recurrimos de nuevo a estos aparatos de refacción en un intento de emular esa juventud y esa ilusión; tocar de nuevo esa sensación de amor a la vida que se ha ido disipando desde que empezamos a alejarnos de la infancia y emprendimos ese intento de maduración personal que limitó nuestra vida a trabajar, comer platos precocinados calentados en el microondas y beber durante todo el fin de semana.

Y así estamos, comiendo helados con 25, 35, 45, 55, 65, 75, 85 y, quizás, 95 años. Este ágape nos perseguirá toda la vida y la elección de nuestro polo perfecto nos definirá, incluso aunque muchas veces los helados de nuestra vida también cambien, como nuestras uñas o cabellos, se vayan adaptando a nuevas formas de entender la existencia y al paso del tiempo.

Primero debemos diferenciar entre dos grandes tipos de helados, la gran división del reino del frío, la gran muralla que divide dos arquetipos: los helados de hielo y los helados cremosos.

Publicidad

MIRA:


Cada uno de estos dos grandes bloques contiene infinitas posibilidades y variantes pero todas supeditadas de alguna manera a la personalidad que las engloba. Son como cúmulos de galaxias pero con helados y, por supuesto, conductas. Un cosmos casi infinito cuyo sentido es el equilibrio entre las diferencias, por lo que nuestro papel en él formará parte de un orden mayor, de una belleza cósmica y monumental que, como humanos, seremos incapaces de vislumbrar: los helados de hielo y los helados cremosos.

Los primeros representan ligereza, libertad, ilusión, esperanza y felicidad mientras que los otros son catalizadores de seriedad, responsabilidad, soledad y tristeza, conductas que pueden desembocar en perdición, excesos, adicciones, lujuria, perversión y, finalmente, muerte.

helados polo

Foto vía Flickr | CC BY 2.0

LOS HELADOS DE 'HIELO'

Vale, sí, todos los helados están "helados", pero con esta sección me refiero a esos que claramente remiten a un bloque de hielo de colores, los que tienen un alto contenido de agua, no esos más cremosos y pastosos (que normalmente son de cucurucho, están metidos entre galletas o son de la escuela Magnum). Esta peña del hielo viene servida con los típicos palitos clavados en su parte inferior pero también nos los podemos encontrar en bolsas o en papelinas, como los míticos “Calippo”. Estos helados son más luminosos y nos brindan felicidad porque nos recuerdan a nuestra entrañable inocencia infantil, cuando nuestras mentes pueriles se sentían fuertemente atraídas por sus colores y sabores intensos. El hielo es un viaje al pasado, un viaje que muchas veces es agradable pero otras veces puede ser profundamente febril.

CALIPPO, TUBOS LARGOS Y SIMILARES

Su forma siempre atrae bromas fálicas de terceros que nunca terminan de cuajar y que dejan peor al emisor de la broma que al objeto de la burla. Es una buena arma para detectar capullos, en fin, entended el Calippo como una cimitarra para desnudar a los mediocres. La gente que recurre al Calippo tiene un sentido de la justicia muy desarrollado y no vacila en ofrecerse como blanco fácil para detectar, desenmascarar y reconducir a todos esos cretinos que pueblan este planeta.

POPEYE, EL HELADO BÁSICO

Con “Popeye” me refiero a todos esos helados básicos que consisten en un palo, un bloque de hielo y un solo sabor. Normalmente atraen a gente sencilla, tanto a la que les gusta el olor de una simple flor y con esto se pasan horas entretenidos como a los que prueban la coca y de repente se centran mucho en la coca y su vida se convierte en coca.

polo flash

Foto vía Flickr | CC BY 2.0

Publicidad

TUBITOS FLASH Y MIERDAS ASÍ

En el trabajo hay un tipo que cada viernes se lleva un rollo de papel de váter a casa; cuando vamos a tomar cerveza siempre dice que no tiene suelto y se escaquea de pagar; dicen incluso que en la cena de Navidad del año pasado sirvió a sus invitados sopas de sobre. En fin, es la clase de tipo que les pregunta a sus hijos si quieren tomar un helado y, mientras los chavales ya se imaginan a ellos mismos sentados en una terraza tomando un cucurucho de fresa, el tipo va y se saca unos putos “flashes” de la nevera, rompiendo toda la ilusión. El tipo no detecta la cara de decepción de sus hijos pero ellos sí que ven en sus ojos negros, profundos y vacíos el drama de un padre que cree que está haciendo las cosas bien pero que realmente está rodeado de fracasos.

DRÁCULAS, VAMPIROS Y OTRAS CRIATURAS DEL HORROR

El flirteo heladístico con el horror atrae a personas que no tienen nada que ver con los seguidores del género. Por lo contrario, bajo esta máscara oscura y desagradable se encuentra uno de los helados más sabrosos y queridos por el público. El Drácula fascina a todo el mundo pero atrae especialmente a todas esas personas que creen estar relacionándose con elementos culturales poco conocidos y, hasta cierto punto, underground, pero que realmente forman parte de una comunidad enorme, cercana al mainstream. En fin, fans de System Of A Down, Nach o Rage Against the Machine.

TWISTER, PALOS Y SIMILARES

Tu acercamiento al pasado a veces muestra rostros siniestros. La inocencia de estos colores y formas es realmente, a ojos de los demás, una epiléptica experiencia sensorial, con esas espirales retorciéndose, agarrando y ocultando una verdad desconocida. La gente que consume estos productos necesita urgentemente lidiar de una vez con sus problemas reales, buscarse un curro decente, cobrar y pagar de una vez el alquiler. Repartir flyers de forma esporádica como única fuente de ingresos y darle largas al casero por los cinco meses de alquiler que le debes es una estrategia que en breve descubrirás que no puede alargarse mucho más. No me gusta decir esto a la gente pero, joder, afronta la realidad y reacciona de una vez.

solero helado
Publicidad

SOLERO Y HELADOS RAROS DE FRUTA

Este helado tenía que llamarse “Soltero” pero en algún punto del desarrollo de la campaña de comunicación la letra “t” desapareció. Puede que fuera un error del diseñador o que a la marca no le fascinara la idea de mezclar la idea de la soltería con los helados, cosa extraña, pues la imagen de alguien recién separado, tumbado en un sofá, llorando y devorando un helado es muy recurrente en el imaginario audiovisual. Pese a los intentos de la marca por alejarse de este concepto, efectivamente este tipo de helados “sanos” con un alto porcentaje de frutas naturales ha terminado gustando mucho a los solteros.

Pero no a los solteros tristes y deprimentes sino a los que están orgullosos de su soltería, de poder dedicarse a sí mismos todo su tiempo libre, de no depender de nadie y de “disfrutar de su sexualidad”. Antes de que termine el año ya se han pillado las vacaciones del año siguiente, aprovechando puentes y mierdas así. Se han hecho un buen repaso del calendario y han planificado varios viajes. Ir a ver a Juan y Maite, que ahora viven en Copenhague; una escapada a Formentera; el viaje anual que siempre se hacen a Londres y estar unos días en Extremadura, en el pueblo, que a la familia hay que cuidarla.

Gente que pretende irradiar luz pero de la que todo el mundo sabe que, antes de caer dormida, varias lágrimas recorren su rostro al no poder responderse una sencilla pregunta: “¿Pero soy feliz así?”. Solteros que en el fondo no quieren serlo y ocultan sus dudas en un nuevo concepto: Solero.

Publicidad

BOLSITAS CON COSAS

Me refiero a todos esos helados pequeños que son como chuches y que vienen dentro de bolsas. Tienen formas geométricas "divertidas" o son "monstruitos". En fin, si alguien te ve por la calle comiendo esta mierda pensará que acabas de salir de la cárcel y que esto es todo lo que te has podido comprar con las monedas que te confiscaron en el momento de tu entrada en prisión y que te han devuelto al salir. Entrañable pero siniestro a la vez.

HELADOS CON FORMAS

Estos son los helados que están moldeados con curvaturas que nos recuerdan a vehículos (naves espaciales), partes anatómicas (dedos, caras), animales (tiburones, loros) o frutas (plátanos, fresas). Se trata de gente que busca la diversión en lo evidente. “Un helado es mucho más divertido si tiene forma de gato”; “un perro muerto da menos pena si lo disfrazamos de payasete”. “El día se hace menos duro en la oficina si cada media hora voy al baño y me masturbo”. Esta peña.

HELADOS PUSH UP

Estos son esos helados que están como metidos dentro de un cartón de esos que hay en el interior de un rollo de papel de váter y que con un palo el usuario debe empujar el manjar hacia fuera. Un invento sin sentido propio de la gente que dispara ideas raras, inconexas y extrañas, fruto de no percibir correctamente las situaciones ni el mundo real. “Ahora que ha quedado clarísimo que David y Núria no pueden tener hijos por culpa de David podríamos regalarles una máquina de esas de hacer arroz y decirles que ‘al menos este arroz no se les pasará’, ¿buena idea no?”.

juguetes helado

Fotos vía La Menorquina

Publicidad

HELADOS DENTRO DE JUGUETES

A veces hay helados que vienen empaquetados dentro de juguetes muy complejos, o más bien, juguetes que dentro tienen un puto helado. A veces tiene forma de pájaro “punky” o de animales normales y para acceder al helado hay que sacarles la cabeza. La proporción plástico/comida está muy desequilibrada, siempre a favor del envase. Es un helado que va destinado a niños muy pequeños, o sea, a seres que son incapaces de disfrutar de la comida a menos que haya algún tipo de estímulo especial, como un puto juego. De todas formas siempre será posible encontrarse a adultos que consumen estos productos, la mayoría coleccionistas que conservan estos envases para poder “venderlos por una millonada” cuando estos niños de mierda de ahora de la "generación Alpha", o lo que sea, crezcan y vean que para ser felices necesitan este juguete que les recuerda a una infancia idealizada. Puretas comprando helados de niños porque se creen empresarios brillantes pero que en realidad son unos chapuzas.

LIMÓN O NARANJA CONGELADOS

Coger un limón, vaciarlo, meterle dentro un helado de limón. Venderlo. Es el helado de los entrenadores personales de discursos baratos de motivación y superación personal. Coger a una persona, vaciar su cerebro, meterle dentro unas ideas más atractivas pero, a todas luces, peores y cobrarle por ello. Te dicen que tienes que ser la mejor versión de ti mismo pero te acaban de convertir en un jodido monstruo.

helado de chocolate

Foto vía Flickr | CC BY 2.0

Publicidad

LOS HELADOS 'CREMOSOS'

Bueno, ya hemos llegado a los helados cremosos, esos más grasos y que vienen metidos en conos, sujetados por palitos, perpetrados en tarrinas o embutidos en forma de sándwich entre dos galletas. Es el helado de ese niño que por fin ha descubierto que el auténtico placer se encuentra en la grasa y el chocolate, y no en un pedazo de agua congelada de color. Es la aceptación de la lujuria, la heroína congelada que intentamos (e intentan las marcas) justificar mediante discursos de elegancia y sofisticación. En fin, empecemos.

SUPER CHOC Y ALMENDRADOS

Eras de esos que en el cole se reía de los gordos y los bajitos, jugabas a esa mierda de juego del círculo con los dedos y dabas unos golpes salvajes cuando ganabas. Siempre te han gustado las “bromas físicas” que impliquen un mínimo atisbo de dolor. Eres un mierdas. Ahora te pasas las tardes de verano comiendo este helado que une perfectamente la inocencia de los helados infantiles de hielo y el amargo sabor de los helados cremosos de la madurez. Estás atrapado entre ambos mundos y te sientes completamente perdido. Nadie te quiere y no quieres a nadie, ni a ti mismo.

MAGNUM Y SUCEDÁNEOS

Llega un punto que las personas adultas solo miran este apartado de las cartas de helados. Es “el helado justo”, el producto que se amolda perfectamente a lo que una persona madura es y debe ser: duro, elegante, serio y atractivo por fuera y una bola grasienta débil, inestable e insegura por dentro. Pero también disfrutable, recordadlo, también disfrutable por dentro.

NUESTRO AMIGO, EL FRAC

El Frac se merece una especial atención. El Frac es el helado de las personas tristes, vacías. De esas que miras a los ojos después de follártelas y no ves absolutamente nada. Los que en una situación de saludo exclaman “Bien, ¿y tú?” antes de que nadie les haya preguntado aún “¿Cómo va?”. Gente muerta por dentro que se arrastra por la vida como por defecto. ¿Toca vivir? Pues se vive.

Apretones de manos sin fuerza, gente que se hace ensaladas solo de escarola y zanahoria, los elementos duros e incómodos que todos detestamos. A ellos ya les parece bien. Si prueban la última lata de caviar legal del planeta o el vino más caro del mundo solo dirán “qué bueno”. Esa gente que en un funeral se acerca a la viuda y espeta sin ningún tipo de implicación emocional esa frase de “te acompaño en el sentimiento” y luego se va al bar del tanatorio a pedir un bikini sin queso.

Publicidad
Helados almendrado

Foto vía Flickr | CC BY 2.0

NUESTRO AMIGO, EL ALMENDRADO

De la misma forma, el almendrado se merece una mención de honor. Este helado ya forma parte de los clásicos de la vida, como Ciudadano Kane, Rayuela o hacerle una paja a un amigo para “enseñarle” cómo se hace. El almendrado debería ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO porque aporta una felicidad a las personas que muy pocas otras cosas pueden aportar.

Almendrado somos todos, ricos y pobres, vivos y muertos. Nadie escapa a su inconfundible sabor, a ese placer que se genera al reventar su dura capa repleta de frutos secos (los más nutritivos del planeta). Si me dieran a escoger, lo tendría claro, preferiría comer almendrado a seguir teniendo la capacidad de ser amado.

LOS MAGNUM PREMIUM

Este tipo de helados (Magnums y derivados) flirtean a veces con la idea del lujo y el placer extremo que solo puede experimentar una élite económica. Combinaciones mágicas y extravagantes como chocolate con naranja, mango, caramelo, nuevos chocolates recién descubiertos o menta. Experimentos de placer dignos de las mazmorras BDSM que ocultan algunas familias de San Cugat en su parking particular. Ritos de gozo que pueden terminan mal, muy mal.

CORNETTO Y HELADOS DE CUCURUCHO

Sean de tamaño normal o pequeño estos helados siempre son consumidos por el mismo prototipo de personas. Abuelos y abuelas que encuentran en la blandengue naturaleza de su crema un aliado perfecto para sus dientes y prótesis bucales. Es un helado necesario que tiene en cuenta a esas personas que muy a menudo tendemos a olvidar en esta sociedad egoísta y funcional.

NEGRITÓN

Es increíble que este producto siga existiendo, ¿verdad? Es un helado enorme recubierto por una dura capa de chocolate relleno de nata. La metáfora está ahí, quien quiera que la coja.

SNACKS CONGELADOS

Me refiero a todos esos Snickers, Twix y Mars congelados, productos que en su estado natural pueden parecer un poco empalagosos se tornan ligeros y agradables en su versión helada. Estas marcas buscan un público joven y dinámico (gamers, youtubers, skaters y todo lo que se pueda poner en cursiva) pero al final lo consumen operarios de prensas automáticas de cuarenta y cinco años cuando salen de su curro. Se van a la gasolinera, se pillan un Snicker helado y una litrona y de camino a casa de sus madres, que es donde viven después del divorcio, se lo petan todo entre pecho y espalda. “Snicker y birra” el plan perfecto.

sandwich helado

Foto vía Frigo

Publicidad

HELADOS COMO SANDWICH O ENTRE GALLETAS

Peña aburrida. Peña muy aburrida. Muy, muy, muy aburrida. Pero, ¡eh!, que estos helados están buenísimos, el tema es que la gente los ignora para que no les señalen por la calle y digan “mira, un puto coñazo de persona viniendo por la otra acera”.

HELADOS DE BOLA DE HELADERÍA

Bueno, claro, los NORMALES. Pues eso es lo que eres, normal. Como todo el mundo.

HELADOS DE LECHE (MINIMILK Y TAL)

Aquí tenemos el helado de las señoras casadas de mediana edad angustiadas por el aspecto de su cuerpo cada vez más erosionado por la edad. El helado de los jefes de departamento que vapean, llevan gafas Hawkers y utilizan camisa de manga larga durante todo el año. El de las chicas de 22 a 35 años que trabajan en agencias inmobiliarias y se pasan los fines de semana bebiendo cubatas en discotecas en los que se hacen “bolos” de exconcursantes de MyHyV.

HELADOS CON FORMAS 'DIVERTIDAS'

La versión cremosa de los helados con formas. En el universo de los chocolatismos y las cremosidades las formas son un poco distintas, más aburridas y tediosas. Tenemos un puto pie rosa, un lápiz de vainilla o la cara de un payaso triste, elementos todos ellos sin ningún tipo de luz. Son como cuando un padre juega con su hijo con las Tortugas Ninja, el tipo intenta esforzarse pero su cerebro oscurecido por la vida adulta no le permite tender puentes hacia la imaginación y originalidad; balbucea y duda, es una mezcla de ternura y lástima descomunal.

HELADOS EN TARRINA

Los helados con tarrina son para esas personas que ya está, que se bajan del mundo. Ya no hay nada que les pueda alegrar la semana. Saben que todo será una repetición hasta que se mueran. Sale el sol, desayuno, lavar dientes, autobús, curro, tupper, metro, cena, tele y dormir. Y así siempre. Y la putada es que cuando se jubilen se quedarán con la parte más divertida de la ecuación, el trabajo. Cuando veas a alguien comer un helado de tarrina estarás presenciando un muerto en vida.

Sigue a Pol en @rodellaroficial.

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.