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Pasamos un día con los bomberos españoles que ayudan a los refugiados en Lesbos

Cinco mil refugiados atrapados en la isla griega anhelan ser trasladados a la Grecia continental para continuar su viaje hacia Europa occidental. El acuerdo de la UE con Turquía y el cierre de la frontera macedonia agravan la crisis.
Refugiados recién llegados a la playa al sur de Mitilene. (Imagen por Carlos Escaño)
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Cinco mil refugiados sirios, iraquíes, kurdos, paquistaníes, afganos, bangladesíes, argelinos, marroquíes e incluso subsaharianos están atrapados en Lesbos tras el anuncio del acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía y el cierre de las fronteras macedonias, ambos hechos anunciados el pasado 7 de marzo.

Cinco años después del estallido de la guerra en Siria y la llegada de los primeros dinghys — precarios botes plásticos con unos 60 pasajeros de media, la mitad de los cuales suelen ser niños —, la confusión reina y la presión demográfica aumenta.

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"La Grecia continental está ya abarrotada con otros 40.000 refugiados", explica a VICE News la responsable de ACNUR en Atenas Stella Nanou. El flujo de salida a Atenas se ha reducido drásticamente.

Actualmente llegan a Lesbos desde la costa turca — separada por 9 kilómetros al norte de la isla y 21 al sur — 1.500 refugiados diarios, frente a la máxima de 30.000 alcanzada el pasado verano y que duplicaba a diario la población de la capital, Mitilene. Pero Lesbos y Grecia han pasado de ser un lugar de tránsito para 856.723 migrantes en 2015 — según ACNUR —, a ser sitio de escala permanente desde el cierre, este marzo, de la frontera de Idomeni, donde se concentran más de 13.000 de los 45.000 que hay en toda Grecia.

El noventa por ciento de los botes son interceptados en alta mar por los barcos del Frontex y las fragatas de guardacostas griegos y el diez por ciento restante llega a la orilla, según reportan las ONGs de rescatadores profesionales que operan en agua. La cifra exacta de ahogados se desconoce, pero la Organización Internacional de Migraciones lleva un recuento diario de cadáveres encontrados que señala 354 en el Egeo, en lo que va de 2016, del total de 464 de todo el Mediterráneo.

De las cinco ONGs de rescatadores con permiso para hacer vigilancia en embarcaciones y vigilar la orilla, dos son españolas: PROEM-AID — tres de cuyos miembros fueron detenidos en enero y esperan en España para saber si se enfrentarán a un juicio por tráfico de personas — y Proactiva Open Arms. Otra es holandesa, Stichting Bootvluchteling; y dos internacionales, Refugee rescue, con mayoría de efectivos irlandeses y Emergency Response Centre International/ERCI, de mayoría griega.

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En imágenes: el campamento griego de Idomeni, el purgatorio de 13.000 almas migrantes. Leer más aquí.

La madrugada del 3 de marzo, en la playa de Camp Fire, junto al aeropuerto al sur de Mitilene, el bombero Onio Reina, coordinador el Equipo 6 PROEM-AID en Lesbos otea con prismáticos el horizonte negro del Egeo. De pronto da aviso de que, entre ola y ola, se ve un punto con trayectoria hacia la anexa playa de Cantina B y el centenar de voluntarios, de ONGs o individuales, vuelan en coches por la carretera sin arcén.

Alguien comunica a ACNUR — encargada del envío de autobuses para trasladar a los refugiados al único centro de registro oficial, el campamento de Moria — y se disponen mantas en el suelo, cajas de ropa, y pañales.

Los voluntarios aguzan la vista, al igual que la decena de periodistas, reporteros gráficos y de TV. La barca fantasma que se acerca parece irreal, escapada a Caronte en un libro de mitología.

Los voluntarios de PROEM-AID se meten en el aguahasta que esta les llega al pecho con neoprenos y hacen señas a los ocupantes del dinghy.

"Welcome to Europe", "Safe now", "Keep calm", son las primeras palabras que intercambian con los navegantes mientras apagan el motor para evitar accidentes en el desembarco. "Una, dos… ¡tres!" y con la fuerza de sus brazos suben a orilla seca el bote con 60 personas, mochilas y, en este caso, una anciana en silla de ruedas.

"Evitar que choquen contra acantilados, lleguen a playas escarpadas donde no pueden desembarcar o se mojen más, es clave", explica Onio Reina. "Llegan débiles, con hipotermia y les queda mucho tramo por delante. Heridos o enfermos no resistirán", explica.

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Bajan tiritando, llorando, algunos sonriendo, otros en shock. "¡Thank you!" repiten a cada persona que traspasan con sus miradas.

Un hombre reune a sus tres hijos y da a entender que es "Ayad, de Irak", padre de Mustafa, de 15 años, Marian, de 11, y Ali, de 6. Tenía otro hijo de 8 años, Muse. Con un gesto de rebanar el cuello deja claro que lo mataron.

Los voluntarios gritan pidiendo manos y los presentes ayudan secando, vistiendo, envolviendo pies en láminas como de papel de plata que son mantas térmicas, calentando con el vapor del aliento a bebés que lloran mientras sus padres se cambian. Un bombero atiende con una nariz de payaso y logra sonrisas.

En seis horas, tres dinghys llegan a distintos puntos de los 3 kilómetros en línea recta que hay desde la playa de Cantina B a Lasia, a ambos lados de Camp Fire. Los dos primeros desembarcos son mixtos, de sirios e iraquíes. El tercero, de paquistaníes, es el que llega en peores condiciones. Los autobuses los llevan a Moria a cuyas puertas harán cola. Muchos no tienen calzado.

Una bombera de PROEM-AID seca los pies a una niña acabada de desembarcar. (Imagen por Carlos Escaño)

Cada barcaza con 60 ocupantes supone 90.000 euros para los traficantes de la costa turca, 1.500 por persona. El precio baja hasta 600 euros en las madrugadas de tormenta eléctrica cuando las posibilidades de muerte aumentan considerablemente. El ticket de ferry entre Mitilene y Turquía para cualquiera turista que no huye de ninguna guerra cuesta 10 euros.

Los refugiados son registrados con sus datos, una foto, y una copia de su documentos. Se quedan en Moria, donde oficialmente hay capacidad para entre 1.500 y 2.000 personas aunque fuentes del voluntariado interno aseguran que acoge a 3.000, o en Kara Tepe, que tiene capacidad para 2.000 personas en 158 casas prefabricadas de ACNUR, o serán trasladados a Pikpa, que cuenta con 400 plazas para gente "especialmente vulnerables" — menores no acompañados, discapacitados, familias monoparentales, mujeres maltratadas, homosexuales y transexuales.

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Existe también el campamento extraoficial Better Days for Moria, abierto en noviembre en una colina cercana. Raül Torras, estudiante de Ciencias Políticas de 22 años, nacido en Vic, Barcelona, y coordinador del campamento, cuenta a VICE News que, aunque se creó para "ayudar a los que aguardaban en la cola de Moria, hemos mutado primero a un campamento de tránsito para 400 personas dando plazas extra de alojamiento y servicio sanitario, de vestuario y alimentación 24 horas porque Moria de noche no los ofrece. Y ahora somos un campamento de permanencia ya que al arrancar marzo han dejado de registrar a paquistaníes, afganos, bangladesíes, argelinos, marroquíes".

El empeoramiento de la situación, agravado el día 7 tras el anuncio del acuerdo entre la UE y Turquía, hace que el pesimismo crezca en Lesbos entre refugiados, voluntarios y autoridades. Sirios, iraquíes y kurdos podrían ser deportados a Turquía e incluso de ahí a países fronterizos en conflicto. En el mejor de los casos, quedarán atrapados en Grecia por tiempo indeterminado.

"Tras el anuncio, reina la confusión", declara a VICE News el alcalde Spiros Galinos, del partido conservador Griegos Independientes. Si bien él respalda que a partir de ahora sea en Turquía donde se decida quién es refugiado político, "y sean enviados por cupos en avión a los países de destino, para garantizarles un pasaje seguro", considera que "devolver a Turquía a quienes ya han llegado sería ponerlos de nuevo en manos de las mafias de traficantes".

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'¿Por qué cierran las fronteras? Pasaremos. No tenemos otra opción. El ser humano ama la vida. Y nosotros queremos vivir, tener hijos'.

En el campamento de Kara Tepe, los sirios primeros confían en que las imágenes de su guerra jueguen a su favor. "Somos sirios de Alepo", declara Ibrahim Osman, de 38 años, con una extensa familia. "No volver Turquía", repite. "Ya estamos Europa, esto es Grecia, así que vamos, no sólo Alemania, cualquier país seguro".

En misma sintonía se expresa el matrimonio de Mohammed Jjo, licenciado en Filología inglesa, y Slava Nadir, kurdosirios de 26 y 21 años respectivamente. "No vendríamos si pudiéramos quedarnos en Siria. ¿Por qué cierran las fronteras? Pasaremos. No tenemos otra opción. El ser humano ama la vida. Y nosotros queremos vivir, tener hijos".

Su compatriota Bashar Abdulkary, de 14 años impresiona con sus dibujos sobre la travesía en barca y el campamento de Kara Tepe. "Mirad lo que pintó aún en Siria", dice su hermano Shvan de 16 años mientras enseña en su móvil un cuadro del niño ahogado Aylan Kurdi. "Tenía miedo de que me pasara lo mismo", dice el pequeño artista.

A pocas casetas, los iraquíes temen aún másla deportación. "Nos creíamos a salvo al llegar a esta isla", explica en perfecto inglés Salim Noh, gestor hospitalario, de 27 años. "Nos abrazamos en la orilla porque, tras un mes en un bosque turco, empapados por la lluvia y enfermos, dijimos, 'aquí los europeos nos salvarán'. Pero ahora, las noticias del pacto y cierre de frontera nos hacen preguntarnos: "¿nos deportará Europa a Turquía?".

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La desconfianza en Turquía es total. "Ya hemos sufrido su trato", argumenta Salim. "En sus manos podemos acabar de vuelta al infierno de Irak", añade. Su hermana Saham, 20 años, estudiante de Filología inglesa sentencia: "preferimos morir aquí que regresar y caer en manos de ISIS que tortura a nuestro pueblo yazidí".

En Kara Tepe reaparece Ayad A.Toman. Comparte la casa prefabricada con, entre otros, la señora de 70 años que llegó en silla de ruedas, Sabri Ali, y otra niña de 11 años. Ella nos enseña su vientre tiroteado. "ISIS se lo hizo. Ya no tendrá hijos", explica Ayad. "ISIS no musulmanes, ISIS terroristas. Nosotros, musulmanes y cristianos, somos humanos".

'Si no sigo mi camino, me suicidaré'.

Los 400 paquistaníes, afganos, bangladesíes alojados en Better Days se saben en las peores circunstancias. Realizaron una manifestación el 8 de marzo en la que clamaban: "Wake up Europe: open de Borders" [Europa despierta: abre las fronteras].

Cuatrocientos paquistaníes, afganos, bangladesíes, argelinos y marroquíes se manifiestan en el campo de refugiados Better Days for Moria por la apertura de fronteras de Europa. (Imagen por Carlos Escaño)

Sha, un paquistaní llegado hace cinco meses, dice que "cuando las fronteras estaban abiertas" se quedó "para ayudar a los que venían". Reniega de "la etiqueta de inmigrante económico" y explica que él huye del conflicto entre Paquistán y Baluchistán.

Aadeel Ilyas, también paquistaní, de 24 años, quien tiene un Máster en Contabilidad y Finanzas, llegó hace diez días. "Claro que sirios e iraquíes sufren guerras, pero ¿alguien en Europa se acuerda de la matanza en la escuela de Peshawar en 2014?", expresa refiriéndose al asesinato de 150 personas, en su mayoría niños. "Todos en Pakistán estamos en peligro. Merecemos el mismo respeto que sirios e iraquíes. Si no sigo mi camino, me suicidaré".

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El futuro es un enigma en Lesbos. Y el futuro es mañana. Mientras la UE repite que el pacto con Turquía frenará el flujo en el Egeo, un enorme ferry con capacidad para 1.500 personas varado en el puerto de Mitilene delata que las autoridades locales se preparan para un aumento de llegadas en cuanto, con la primavera, mejore el tiempo.

El verano puede ser superposición de crisis, pues la asociación de entidades turísticas y hoteleras contabiliza un 80 por ciento de cancelaciones de vuelos. El turismo es, junto con el olivar, la base económica de este archipiélago de belleza paradisiaca, en un país azotado por el colapso económico y financiero. Población y autoridades locales temen convertirse, solos ante el reto, en ese socorrista que se ahoga con el bañista al que intentaba salvar.

"El plan B que nos queda, si la UE no aplica ya el reparto de cupos por países, es firmar pactos con países, regiones, municipios solidarios. De España ya hemos llegado a acuerdo con Mónica Oltra, [vicepresidenta] de Valencia, pero ahora depende del visto bueno del Gobierno central", narra la gobernadora de las Islas del Norte del Egeo, Christiana Kalogirou, del partido conservador Nueva Democracia. Y el alcalde Galinos anuncia una visita inminente a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

Entre tanto se aguardan resultados de esos contactos políticos, el equipo 7 de PROEM-AID, coordinado por el bombero Álvaro de León, da el relevo. "Seguiremos en Lesbos mientras siga esta crisis humanitaria y los ciudadanos nos aporten recursos para continuar ayudando".

España y la UE dan la espalda a las Ciudades Refugio, pero ellas no se rinden. Leer más aquí.

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