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Identidad

Las feministas que llevan cambiando los Sanfermines 40 años

Aportar una visión feminista a las fiestas mayores de Pamplona no es algo de los últimos años, sino que comenzó en el año 1977.
Una mujer muestra un pañuelo con el lema "No a las agresiones sexuales". Foto vía Reuters.

Hasta hace unos años, el encargado de lanzar el Chupinazo que da inicio a los Sanfermines se olvidaba de la mitad de la población pamplonesa. Hasta hace unos años, las mujeres no podían formar parte de las peñas de las fiestas y mucho menos presidirlas. Hasta hace unos años, uno de los eventos estrella del programa de fiestas de los Sanfermines era el Día del Marido Suelto (DIMASU).

Aportar una visión feminista a las fiestas mayores de Pamplona no ha sido un sprint de los últimos años. Ha sido una carrera de fondo que comenzó en 1977, año en el que el movimiento feminista "considerado como tal comienza a caminar en Navarra, después de la muerte de una mujer que se estaba practicando un aborto a sí misma", recuerda Tere Sáez, miembro y portavoz de la organización feminista Andrea/Lunes Lilas. Y desde ese momento han ido actuando en varios aspectos de la ciudad, aportándoles una visión feminista.

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"Salimos de una peña y oímos a los hombres cómo decían 'pero si están buenas'. Se pensaban que las feministas éramos poco menos que seres con rabo y cuernos"

"En Sanfermines, lo primero que hicimos fue reivindicar los espacios en los años ochenta: nuestro lema era 'la calle y la noche también son nuestras'. Esto lo decíamos hace ya cuarenta años", indica Sáez. En los encierros solo corrían hombres, el Chupinazo "que es el momento más importante de las fiestas, se lanzaba siempre por hombres", recuerda Sáez. Y las peñas, otro de los componentes más fuertes de los Sanfermines, también eran espacios donde las mujeres estaban vetadas: ni podían pertenecer a una ni mucho menos presidirla. "En los ochenta comenzamos a intervenir en las peñas, dimos charlas, tuvimos reuniones… siempre recuerdo una charla que dimos para las peñas y al salir oímos a los hombres decir 'pero si están buenas'", ríe. "Se pensaban que las feministas éramos poco menos que seres con rabo y cuernos".

Pero las peñas eran solo una parte de la fiesta, había que ir al resto de actos y ya en la parte institucional. Empezaron a plantear al Ayuntamiento "por qué ninguna mujer había tirado ningún Chupinazo, por qué las mujeres no aparecían en los carteles… porque cuando aparecíamos en los carteles era como objetos y sexualizadas". En la década de los ochenta pidieron que "los mensajes lanzados en el Chupinazo tuvieran en cuenta a las mujeres, también con mensajes de respeto de los espacios y de diversidad". Entre otras modificaciones, a partir de ese momento, se cambió el tradicional "Pamploneses, viva San Fermín" incluyendo a las mujeres y quedó en el actual "Pamploneses, pamplonesas, viva San Fermín".

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Una chica corriendo en uno de los encierros de 2014. Fotografía vía Reuters.

Ellas han tocado todos los palos de la fiesta. Los encierros, otro de los momentos clave de las fiestas de San Fermín, "eran espacios reservados para los hombres". Por ello, organizaron un encierro exclusivo para mujeres. "Trajimos a la torera Cristina Sánchez para que lo encabezara, porque consideramos que en los encierros debe participar quien quiera, ser mujer no debe ser excluyente". A día de hoy, aún las mujeres siguen siendo minoría en los encierros.

La inseguridad de las calles

La calle ha sido un espacio no seguro para las mujeres desde los inicios de las fiestas. "Por eso a finales de los años ochenta negociamos con el entonces alcalde, Julián Balduz, varios servicios pensados para las mujeres", entre los que se encontraba poner en marcha "un número de teléfono para que aquellas mujeres a las que les ocurría algo pudieran contactar con nosotras", recuerda Sáez.

También negociaron con el Consistorio iniciar "el transporte nocturno, que en aquellos años se convirtió en lo que llamaban 'taxis rosas'", pensados para llevar en exclusiva a mujeres a sus casas. "Que hoy tengamos un servicio de transporte público durante todo el día y la noche en Sanfermines fue un logro de las feministas", sentencia Tere Sáez. También se organizaron junto a ginecólogas para repartir "píldora postcoital a aquellas mujeres que habían sido violadas y también a aquellas que habían mantenido relaciones sin protección". Un acto demasiado subversivo para la Navarra de aquellos años ya que esto las llevó a juicio.

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"Desde el Ayuntamiento no querían reconocer que en Sanfermines se estaban produciendo violaciones a mujeres porque daba mala imagen"

Sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos, a nivel institucional se encontraron con "negación de la realidad, desde el Ayuntamiento no querían reconocer que en Sanfermines se estaban produciendo violaciones a mujeres porque daba mala imagen". También se negaban sistemáticamente a "aportar datos de mujeres atendidas por los servicios sanitarios tras haber sido violadas. Estos datos empezaron a darlos después del asesinato de Nagore Laffage".

Nagore Laffage y la violación múltiple, puntos de inflexión

Nagore Laffage era una joven enfermera guipuzcoana que estaba disfrutando de las fiestas de San Fermín en el año 2008. Diego Yllanes, compañero de trabajo y psicólogo, la mató después de que ella se negara a tener relaciones con él. "El asesinato de Nagore fue un punto de inflexión, porque todo lo que llevábamos denunciando años, lo que habíamos avisado… llegó en forma de asesinato".

Tere Sáez. Fotografía por la entrevistadora.

A partir de ese momento pudieron empezar a trabajar mejor con algunas organizaciones. "De hecho algunas peñas vinieron a nosotras y nos reconocieron que hasta ese momento habían sido unos inconscientes, que no habían sabido ver lo que ocurría de verdad", recuerda Tere Sáez. Este año, además, es especialmente duro para el colectivo, puesto que el asesino, Diego Yllanes, ya disfruta del tercer grado y solo acude a prisión para dormir.

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"La reacción que tuvo el año pasado la ciudad de Pamplona ante el caso de la Manada no fue fruto de un día, sino del trabajo que lleva haciéndose aquí décadas"

También, porque se cumple un año desde la presunta violación de 'la Manada'. "La reacción que tuvo el año pasado la ciudad de Pamplona ante el caso de la Manada no fue fruto de un día, sino del trabajo que lleva haciéndose aquí décadas", reconoce Sáez. El pasado 7 de julio de 2016, miles de personas se echaron a la calle para condenar la agresión sexual sufrida por una joven a manos de cinco hombres. Fue, según recuerdan, una de las manifestaciones más numerosas que se han producido en la ciudad.

Entre un caso y otro no solo dista la reacción de la ciudadanía, sino la reacción institucional. "Ahora, el Ayuntamiento admite que estas agresiones ocurren, se han contado en las Mesas de fiestas. El hecho de que Joseba Asiron, actual alcalde de Pamplona, acuda a Madrid a contarlo y a mostrar qué medidas se toman desde el Ayuntamiento de Pamplona es un paso grandísimo, porque venimos de la absoluta negación de los hechos a nivel institucional".

El nuevo lema: "La culpa va a cambiar de bando"

Además del plano festivo, de programas y actos, había que ahondar en la conciencia de qué son las agresiones. Hasta hace unos años, reconoce Sáez, "molestaba que te tocaran el culo, que te agarrasen los brazos, que te sacaran a bailar contra tu voluntad… pero no lo interpretabas como una agresión machista". Ahora sí, gracias a una labor de concienciación que ha ido acompañada también de una eliminación de la culpa sobre las víctimas.

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"Verter la responsabilidad sobre las víctimas de agresiones machistas o el llamado victim blaming es algo muy común todavía"

Verter la responsabilidad sobre las víctimas de agresiones machistas o el llamado victim blaming es algo "muy común todavía. Cuando alguna mujer sufre una violación aún piensa que le miró, que se tomó una copa con él, que igual ese pantalón blanco era muy corto… y todo eso hemos tenido que cambiarlo". Por ello, su lema para este año es "La culpa va a cambiar de bando", ya que consideran que las mujeres no deben sentirse responsables por vestir o actuar de un modo. "Lo que hay que cuestionar es el 'machirulismo', no a las mujeres", sentencia Sáez.

El Chupinazo del 'no a las agresiones'

Andrea/Lunes Lilas fue una de las cuatro candidatas a lanzar el Chupinazo este año. El voto de la población de Pamplona decidió que lo lanzara la DYA, una organización sin ánimo de lucro que presta auxilio en situación de peligro. De haber conseguido lanzar el Chupinazo, hubieran dejado en boca de Asun Casasola, madre de Nagore Laffage, el mensaje a lanzar.

Tere Sáez cree que "era el año, tras la respuesta de la población en los anteriores Sanfermines, en octubre será el juicio a la Manada, el tercer grado de Yllanes… era el momento de decir 'no' a las agresiones, de decir que la culpa de verdad va a cambiar de bando".

"A pesar de lo que sucede, lo que sucedió y lo que puede suceder… hemos conseguido hacer de Iruña una ciudad de acogida para las mujeres"

Tere Sáez considera que "los grupos políticos debieron hacer campaña, porque no lo lanzaba Andrea/Lunes Lilas, sino Asun Casasola. También era una manera de que la población le reconociera a Asun Casasola lo que no le reconoció la justicia", argumenta Sáez. Que fueran finalmente elegidas era una labor complicada, no solo por la potencia que tiene la DYA en el marco de Pamplona, sino "porque aún hay muchos sectores muy ligados a Yllanes, que nunca han querido reconocer el asesinato".

Sea como sea, afrontan las fiestas con ganas de ocupar espacios y hacerlo de manera libre y sin culpas. "A pesar de lo que sucede, lo que sucedió y lo que puede suceder… hemos conseguido hacer de Iruña una ciudad de acogida para las mujeres. Este es hoy el cambio que se ve", finaliza Tere Sáez.