“Matanga dijo la changa”: el oscuro origen de esta frase mexicana
Ilustración por @mauricioosm.

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Cultură

“Matanga dijo la changa”: el oscuro origen de esta frase mexicana

¿Un juego infantil o racismo colonial?

Artículo publicado por VICE México.

Matanga dijo la changa: el curso de la vida de un mexicano, tal vez, se puede medir en las veces que esa frase, victoriosa, sarcástica y cínica se haya impreso en su corazón como una derrota frente a la que no puede hacer nada. La frase omnipresente que designa nuestra existencia como “la ley de herodes”: te chingas o te jodes, que reafirma de manera inequívoca que a los mexicanos nada les gusta como joderse entre sí —está inscrito en nosotros como el color rojo de nuestra sangre—.

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Todo inició con una historia de Instagram de una amiga, preguntándose de dónde sale semejante garabato vocal que, al parecer, es atemporal para el imaginario mexicano: ¿qué es más mexicano que una frase que grita victoriosamente que te robaron algo y no puedes hacer nada al respecto? El inmortal Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, lo sabía bien, esparciendo el “matanga” a todos los rincones de latinoamérica (probablemente también a Brasil aunque desconozco la traducción) a través del entrañable personaje de La Chilindrina en El Chavo del 8. En la cultura pop que fue creciendo con rabia desde los 80 y 90 la frase, según los comentarios que pudo recopilar esta amiga, la mayoría de las personas la referían a Los Simpson, donde Homero comúnmente decía la frase después de arrebatar algo de manera similar a La Chilindrina. En el mundo de la música 4 canciones en Spotify homónimas, todas de un son bastante bailable, cumbiero y fiestero, si se me permite, también de los 80 y 90 seguían restringiendo temporalmente la frase a esas dos décadas, culminando con encontrar con una película mexicana de 1994 que usó el dicho como nombre. Sin embargo, algo no terminaba de cuajar en la historia que éstas dos series de televisión, cuatro canciones y una película, pudieran usarlo con tal naturalidad y fuera entendido tan ampliamente. Evidentemente no era una creación propia de los escritores y traductores, sino que existe un misticismo innato de la frase que por puro instinto, se puede sentir más antigua y sabia de lo que se me presentaba.

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Habiendo agotado el recurso periodístico de preguntarle a prácticamente todos los que me rodean de dónde carajos sale esa boruca, esa frase tormentosa que se convirtió en una breve obsesión temporal, fue momento de hablar con especialistas. Primero, antes de pegarle de lleno a los libros, busqué respuestas con mi profesora de latín de la universidad, con la esperanza de que alguna declinación latina podría ahorrarme mucho trabajo: no fue así. La filóloga Roxana Alemán, terminó con mis esperanzas de manera abrupta: “Ya estuve pensando y no se me ocurre que pueda ser de origen latino. Yo creo que debes buscar en diccionarios del español de México o de mexicanismos”, me dijo, erigiendo así el Kraken que no sabía que estaba por encontrarme. Seguí su consejo y, por mucha suerte, después de buscar en dos libros altamente recomendables de albures, refranes y dichos, Como dice el refrán de Jack Nakash y Silabario de Palabrejas de Elí de Gortari, encontré el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua. Para este punto tenía completamente comprendido que no sería posible investigar la frase si no diseccionaba las dos palabras centrales: matanga y changa, de hecho, buscando neciamente si matanga existía en latín.

Al abrir el libro de la Academia, creí haber resuelto el enigma de manera directa. Lo cito: “ Matanga. F. coloq. Juego infantil consistente en arrebatar de un golpe lo que el otro niño tenga en la mano. || ¡-, dijo la changa!. Expr. pop/coloq. Se usa para arrebatarle algo a alguien de forma amistosa”. De manera inmediata, me regreso a la sección “Ch” para ver si la palabra changa entendida como mexicanismo pudiera remontarme al origen: “ Chango, ga. M. pop/obsc. Pubis de mujer”, evidentemente , subestimando a los mexicanos pero entendiendo que el legendario video de “Doña Gaby (Versión cumbia)” tiene más raíces culturales que creí.

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Pensando que se podría tratar de un juego de mesa o un juguete fuera componente importante de la “matanga” o tal vez, creyendo que tiene una relación con las famosas “matatenas” que, en términos prácticos, podría ser un juego similar, hablé con Álvaro Santillán, uno de los últimos jugueteros artesanos de la CDMX, quien lleva más de 25 años haciendo juguetes folclóricos y tradicionales para saber más sobre el enigma. Álvaro entonces me tiró una bomba que no preví: “No existe ese juego, de hecho nunca ha existido como juego de mesa, juguete o lo que fuera sin la expresión”, me dijo. “Las matatenas es un juego turco que llegó hace muchos años a México, por los 50, pero en realidad no tiene nada que ver con eso”. Desconcertadamente escuché mientras Álvaro me decía que debía conducir mi investigación hacia tiempos de la colonia. Según él, todo comenzó en el puerto de Veracruz, a donde llegaron los conquistadores y era el principal punto de entrada con el nuevo mundo para el Imperio Español, haciendo especial énfasis en que era uno de los puertos más importantes para la llegada de esclavos a América. Efectivamente, como pude corroborar, al menos por 150 años a partir de la conquista México fue un terreno fértil para el mercado de esclavos negros africanos, solamente después de Brasil en cuanto números.

Captura vía Spotify.

“El juego, como tal, no existe. Sino que es una frase que era usada para referirse peyorativamente a las costumbres y danzas de origen africano. Piensa, por ejemplo, de dónde viene el gentilicio de ‘jarocho’, precisamente existía para referirse peyorativamente a los indios que trabajaban o o se defendían con las flechas llamadas ‘jaras’, el indio menor de la conquista”, me comentó. El caso de los negros esclavizados que llegaron a las costas mexicanas no fue diferente, explicando de cierta manera la profunda unión que existe entre la música regional caribeña con sus ancestros musicales africanos. Álvaro me contaba que “matanga” era en realidad una palabra derivada de un designio español hacia las danzas musicales que los negros hacían. Matanga entendida como estar en el baile y la changa como aquél que se aprovecha del que no está cuidando sus cosas. Al estilo del viejo refrán “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, “matanga dijo la changa”, por un lado sumamente peyorativo, aduciendo por parte de los esclavistas que los africanos “bailaban como changos al son de la matanga”, una forma de burlarse de los bailes tradicionales “como se hizo en Brasil también con la capoeira”, me comenta Álvaro.

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Matanga, como pude comprobar poco después, parece que efectivamente está íntimamente enraizada con Veracruz, el baile, la fiesta y la cultura afro-mexicana. En especial brindando a mi atención un disco de baile titulado con la palabra, del conjunto veracruzano Mono Blanco, liderado por Gilberto Gutiérrez, que causó especial revuelo en mediados del 2008 por traer de nuevo la música “veracruzana-caribeña” a la escena popular, misma que hacía énfasis en resaltar el toque africano que la música regional veracruzana siempre ha tenido. Más allá de que esto fuera una prueba circunstancial de lo que me comentó Álvaro, pareciera que lo que este grupo musical hizo al nombrar su disco “Matanga” es celebrar un legado cultural invisible para miles de mexicanos: el de la cultura africana que ha tocado de manera indeleble el curso de una de las expresiones más entrañables del lenguaje mexicano.

Comprobar las palabras de Álvaro fue prácticamente imposible y los libros con los que había iniciado la investigación mostraron ser de muy poca ayuda. Lo que sí, inequívocamente, lo que pude comprobar fue que la frase o, al menos, la palabra “matanga” es mucho más antigua que las referencias de la cultura pop que creía. Independientemente de la brutal acepción original que pudo haber tenido la frase, como señalaba Álvaro, la inocente que dicta la Academia Mexicana de la Lengua o la orgullosa del disco de Mono Blanco (nótese que el nombre de la agrupación ya hace referencia a un primate), “Matanga dijo la changa”, como dije al principio, después de todo es una frase que únicamente podría existir en México: el orgullo ante el robo o la estafa de otro, la rimbombancia de las cuatro palabras que tiene tintes de baile gramatical y el cinismo de convertir en comedia lo que pudo haber comenzado como tragedia, ¿qué es más mexicano que eso?


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