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Opinion

#SinMujeresNoHayFilosofía

OPINIÓN | Una petición para que incluyan más mujeres en la planta de profesores del departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia.
¿Cuáles fueron los criterios para determinar que ninguna de ellas merecía el puesto? | Foto: Wikimedia Commons. 

Artículo publicado por VICE Colombia.

Durante siglos la filosofía estuvo reservada para el pensamiento masculino. Salvo contadas excepciones, como los de la filósofa francesa Madame de Staël, las pensadoras románticas del Círculo de Jena Caroline Schelling y Dorothea von Schlegel, y otros ejemplos más remotos y aislados, no encontramos registros de producción filosófica femenina. ¿Esto quiere decir que las mujeres tenemos más dificultades para pensar? En absoluto. Más bien responde a una larga historia de exclusiones que resultaría muy difícil resumir aquí. No obstante, sí es posible ilustrar esto con un argumento repetido por muchos de los filósofos que admiramos y leemos. Me refiero a la vieja creencia común de que el ámbito de la racionalidad se encontraría reservado para los hombres y el de la sensibilidad para las mujeres.

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Así, mientras los hombres —gracias a su capacidad para ejercer la razón de manera adecuada—estarían destinados a la vida pública y reflexiva, las mujeres, en cambio, deberían limitarse al ámbito doméstico de la reproducción de la vida. No es difícil darse cuenta de que este argumento, como muchas pensadoras han señalado, sirvió para justificar la división social del género. Incluso, contamos con importantísismos trabajos que han puesto en cuestión esta supuesta división tajante entre la razón y la sensibilidad; y otros que nos ayudan a pensar el atávico terror a lo femenino que se esconde detrás de estos presupuestos.

Por suerte, y a pesar de siglos de opresión, las mujeres hemos comenzado a revertir este curioso prejuicio masculino. Hoy contamos con filósofas ejerciendo su rol de profesoras en distintos espacios universitarios y con una industria editorial interesada en publicar nuestras producciones intelectuales. Sabemos que todavía nos encontramos lejos de alcanzar la paridad de género que anhelamos, lo cual nos obliga a implementar medidas institucionales encaminadas hacia una verdadera igualdad.

Lamentablemente, este no parece ser el caso del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional Colombia, la universidad pública más importante del país. Allí, el 95 % de profesores son hombres y solamente hay una mujer como profesora de planta. Pero lo que resulta más preocupante es que parece no haber ningún interés en revertir esta situación.

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Hace pocos meses se abrió una plaza, un concurso público para un cargo de profesor de planta, y a pesar de la evidente desigualdad, sus miembros se rehusaron a tener en cuenta algún criterio de género para la selección de los aspirantes. Como varias de nosotras sospechábamos, terminaron por darle el puesto a un hombre. No ponemos en duda la calidad de la persona elegida, pero sospechamos que algunas de las candidatas también merecían el cargo.

¿Cuáles fueron los criterios para determinar —a pesar de la producción intelectual y el recorrido curricular de varias candidatas— que ninguna de ellas merecía el puesto? ¿Se trató de criterios objetivos —publicaciones, investigaciones, experiencia docente y postdoctoral— o de esas extrañas decisiones subjetivas como el nivel de oratoria en una exposición y la calidad de un ensayo a evaluar por el tribunal del concurso?

A este desafortunado hecho se suma otro que la egresada en filosofía y actual crítica y curadora de arte, Ximena Gama, se permitió recordar en redes sociales. Resulta que, años atrás, el Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional organizó un Simposio donde invitó a hablar a egresados cuya práctica profesional se desarrollara por fuera del campo de la filosofía (política, cine, ciencia, literatura, etc.). Curiosamente, todos los escogidos para hablar en tal evento fueron hombres. Pero no se trata solamente de hechos aislados y desafortunados, ya que a raíz de esto muchas colegas se permitieron hacer público una serie de microviolencias cotidianas durante su paso por la carrera de filosofía: burlas constantes a las formas de expresión femeninas, invitaciones a cambiarse de carrera, ejercicios sesgados de poder, y un largo etcétera. Incluso yo misma, siendo extranjera y no habiendo estudiado allí, pude experimentar algo parecido cuando, hace dos años, un profesor especialista en Hegel se enteró de mis conocimientos en la materia y tuvo el cordial gesto de "invitarme como alumna" a sus clases de "pregrado" sobre el libro de la Ciencia de la lógica —libro cuya traducción yo misma ayude a revisar años atrás para la editorial Abada—.

Por suerte, y como dice Gama en su mismo post de denuncia, ese agotamiento ante las injusticias "se ha transformado en una voz colectiva", una voz decidida a revertir todas aquellas prácticas machistas existentes en el campo de la filosofía colombiana. Entre las diferentes acciones a realizar, han decidido escribir una carta pública para denunciar los resultados del concurso y las prácticas misóginas en el campo de la filosofía. Muchas estudiantes y egresadas se están sumando también a esta iniciativa, y todo parece indicar que este sismo será el inicio de una transformación radical. Porque, como sugiere el hashtag de denuncia que las mismas filósofas escogieron, #SinMujeresNoHayFilosofía.

Link a la carta de denuncia aquí.