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Sexo

En el set con la estrella porno Bonnie Rotten

Más que bestias salvajes del sexo, los actores porno en realidad son deportistas de alto rendimiento.

Fotos Nadja Stäubli.

Después de haber experimentado una cena más o menos sensual con la persona detrás de la estrella porno Bonnie Rotten, el paso lógico a seguir era conocer en persona la realidad del mundo del porno. Es decir, más allá de los clips atractivos de cinco minutos y sin la cómoda función de la pequeña X roja en el borde superior de la pantalla. Este es mi reportaje de la noche que pasé en un cine porno, donde se proyectaba y se rodaba una película porno al mismo tiempo.

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A las 8:30 PM llegamos al lobby del hotel Regina en Zurich. El motel es la próstata vibrante de una calle larga. No hemos entrado todavía, cuando un grupo de señores de mediana edad nos saluda con un “¡Ah, ustedes son de VICE!".

Los cinco tipos forman el círculo anabólico de la vida. Entre ellos hay de todo: desde una caricatura de Johnny Bravo mutante hasta un hombre embutido en una camiseta que está a punto de estallar. Pronto nos damos cuenta de que ellos tienen que ver con la industria del porno y que son amigos del jefe de producción.

Una hora depués nos dejan entrar al camerino que está en la habitación de Bonnie. Ella se maquilla y va cada dos minutos al baño a hacerse lavado anal. Me explican que un canal anal está limpio cuando uno puede meterle el dedo y al sacarlo tiene un líquido gelatinoso pegado. En la jerga del porno esta materia se llama "gelatina anal".

Una hora más tarde nos reunimos en el cine Roland. Allá nos encontramos a Rainer, de la revista Kult. Primero se hacen unas tomas exteriores bastante aburridas así que me voy por un par de cervezas a la tienda que está en frente.

Le cuento a Rainer cómo el camarero y el jefe de producción se toparon el día anterior con dos hombres con panza chelera y barba, que sentados en la primera fila se la jalaban mutuamente. Debieron haber cerrado los ojos al imaginarse la escena… es entendible.

Después de las primeras dos cervezas y la búsqueda desesperada de un inodoro nos sentamos en la sala de cine. Parece que un joven hubiera recibido la orden de pintar todos los colchones de las sillas con betún. En la sala reina un ambiente tropical.

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En algún momento me va a rodar el sudor por la camisa y los espermatozoides se van a reanimar. Estos pensamientos me ponen el corazón a mil y me imagino cómo quemo mi camisa y mis pantalones después. Al menos encontramos el inodoro.

Está debajo de la pantalla… pienso que eso lo hubiéramos podido suponer mucho antes. Rainer y yo nos sentamos. Somos extras de la película y eso nos tiene sin cuidado.

Bonnie viene en patines (la película se llama Rollergirl), mira a su alrededor y se sienta en la primera fila. Luego, empieza a tocarse como estaba previsto en el guión. Después entra en acción Miguel Ángelo, el actor. Desde atrás le agarra las tetas y le mete algo en la boca.

Reiner piensa que es el pene, yo creo que lo que le mete es el puño. En todo caso, empieza la melodía que perdura el resto del rodaje: una Bonnie asfixiada, que suena como el Pato Donald emputado.

Los diálogos difícilmente se entienden porque están en una clase de esperanto: mucho francés mezclado con inglés, alemán y checo. Suena como si Mike estuviera robando o matando a Bonni, que comienza a extrangularlo. En dos segundos ambos están desnudos y empieza la primera escena de la parte principal.

Oímos el sonido de dos películas que corren paralelamente. Vemos cómo se cogen a Bonnie Rotten en la pantalla y cómo se la follan en la primera fila de asientos. En el porno también hay un punto en el que se puede decir “ya es suficiente”. Mi falta de entusiasmo me ayuda a no perder de vista la mecánica de la situación.

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Veo piernas, brazos y a veces un choque de cabezas, un ano o un pene. Cada tres minutos vuela un rayo de squirt. Parece una fuente en el centro de un cementerio hecho con sillas de cine. Mike recibe uno de los rayos en su cara y el panorama se torna algo similar a la escena de ducha de un comercial.

Bonnie grita, gruñe y dice cosas sucias. Ambos demuestran excelencia deportiva.

La cantidad de líquido que sale de Bonnie en un acto de tres minutos me impresiona. Es un catalizador de agua; después de cada salpicada toma un par de tragos antes de seguir.

El día antes me habían explicado que una mujer puede squirtear hasta que se deshidrate. El productor se para junto al camarero con una botella de agua. No hay más momentos de ascenso: tienen sexo de contacto completo, alguno eyacula después de unos minutos (por lo general es Bonnie) y luego hacen una pausa en el rodaje, que ambos utilizan para volver a tomar posición.

En realidad esto no es sexo, sino deporte profesional. Siento un profundo respeto por el trabajo realizado, como si se tratara de un circo.

Ambos actores parecen satisfechos con el trabajo, hacen bromas y aunque se conocieron apenas hace una hora, fuera de los momentos de rodaje tienen una relación casi afectuosa.

Cuando acaba el primer corte la mayoría de los representantes de prensa se va. Yo me quedo porque no quiero desconectarme de esta experiencia porno. Hoy quiero superar la ilusión. Durante la tercera escena Bonnie vomita tres veces.

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Eso pasa porque toma agua constantemente y después le meten el pene hasta la garganta una y otra vez. A cualquiera le pasaría lo mismo.

Después del rodaje Bonnie se acerca mí sonriente y me ofrece un abrazo. Está cubierta de fluídos de arriba abajo. Yo rechazo el abrazo desnudo de la actriz porno más cotizada en el mundo; hasta ese momento nunca pensé que fuera capaz de hacer eso. Después del rodaje nos vamos juntos.

Es como si tuviera brasieres en el brazo: todo el mundo me saluda amablemete y quiere charlar conmigo. Sobre todo los hombres, claro está. Bonnie es la mejor compañía que uno podría desear: baila, canta todas las canciones de The Notorious B.I.G sin errores, bebe como cosaco, constantemente sale con refranes divertidos y sí, se ve como la intérprete AVN del año.