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Algunos medios han informado que la mujer afirmaba llevar el cinturón para protegerse de las agresiones sexuales, lo cual supone una triste desviación de la finalidad inicial que tenían estos artilugios, que era evitar que las mujeres practicaran el sexo con otros hombres que no fueran sus maridos. O, mejor dicho, la finalidad original del cinturón de castidad más generalmente aceptada: según catedráticos especializados en la Edad Media como el Dr. Albrecht Classen, profesor de estudios alemanes en la Universidad de Arizona, los cinturones de castidad no surgieron durante el Medievo, como supone la mayoría de la gente, sino en el siglo XIX. Aunque algunos textos que datan de 1405 incluyen ilustraciones de cinturones de castidad, Classen —en su libro The Medieval Chastity Belt: A Myth-making Process — afirma que con toda probabilidad se trataba de bromas de mal gusto, que las generaciones posteriores emplearon para justificar los estereotipos sobre la "bárbara" Edad Media. En otras palabras, nadie los llevaba en realidad.Este dato me resultó bastante sorprendente, pero por supuesto tiene sentido. Tal y como Classen me dijo por teléfono, el cinturón de castidad "es una idea absurda. A nivel médico es tan antihigiénico que las mujeres probablemente morirían a causa de una infección"."Todo se remonta al siglo XIX", me explicó Classen. "Existe un gran interés en proyectar determinados conceptos sobre el pasado: la Edad Media era sucia, en la Edad Media no existía la ciencia, eran primitivos, creían que la Tierra era plana… Todos estos estúpidos conceptos que encuentran una buena expresión en las películas de Monty Python".
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Pero, a pesar de los esfuerzos de los historiadores, el mito sigue vigente, y aparece en películas sobre la época como Las locas, locas aventuras de Robin Hood, aunque lo que en su día se percibía como un arma misógina de control, actualmente puede representarse como un juguete positivo para el sexo. "En la actualidad contamos con el curioso elemento adicional de la cultura sadomasoquista, que utiliza este tipo de cosas", me explicó Classen. "Les permite combinar su interés histórico general —una interacción lúdica con el pasado— con sus fantasías sexuales. Aunque yo pensaba que había escrito mi libro para desmontar el mito y desterrarlo para siempre, es imposible reprimir las fantasías eróticas".Sin embargo, cuando le pregunté a Classen sobre el uso que hizo la mujer italiana del cinturón de castidad para su supuesto propósito, el tono de nuestra conversación se tornó más sombrío. Aunque las noticias en los medios locales sobre la pobre mujer atrapada en su cinturón de castidad han estado teñidas de un tono incluso jocoso, resulta fácil entender cómo, en una versión distópica de la realidad, las cosas podrían haber terminado mucho peor. "Por supuesto, puedo entender por qué algunas personas podrían decir, 'bueno, si hubieras llevado un cinturón de castidad no te habría pasado nada' [durante una agresión sexual]", indicó Classen, "pero esa es una historia completamente diferente".