Río Mira, el grifo que destila alegrías sobre la marimba

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Música

Río Mira, el grifo que destila alegrías sobre la marimba

Un proyecto que une como nunca la tradición musical afro de Colombia y Ecuador.

​Que la lluvia caiga y que a cántaros adorne la música que suena bajo el tejado de plástico trasparente. Que ilumine el canto de la mujer que levanta su voz sobre la tierra húmeda. La misma que siente los pasos del Aguacerito y las vibraciones de la marimba. Esta es la historia de Río Mira, un proyecto que desdibujó las fronteras que existen entre Ecuador y Colombia, para unir al Pacífico negro y toda su magia en el sonido de una sola marimba.

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​El Río Mira nace en Imbabura, Ecuador, y termina en Nariño, Colombia. Durante centenares de años ha sido parte del paisaje que día a día forja la cotidianidad y la cultura de los pueblos afrodescendientes que se han asentado a ambos lados de su cause. Pueblos que no reconocen las fronteras ya que comparten una misma raíz. Por eso, nada más atinado que llamar así a un proyecto que encontró la coincidencia sonora entre la música negra que se hacía en ambas fronteras.

"A veces nos reímos con Iván porque sabemos que es un proyecto hecho por un par de productores locos", dice Ivis Flies. Él, de Ecuador, e Iván Benavides, de Colombia, tienen recorridos grandes en la música tradicional de sus países. Ivis, realizó un profundo trabajo de investigación de la música afroecuatoriana y la produjo el libro y registro sonoro De Taitas y Mamas. Por el otro lado, Iván Benavides tiene un CV que abarca momentos cardinales en la historia contemporánea de la música de Colombia: Fue el arquitecto sonoro de Carlos Vives y responsable del clásico La Tierra del Olvido, fue músico y cabeza de Sidestepper junto a Richard Blair, movió la formación de ChocQuibTown, ha trabajado con Totó La Momposina y muchos otros proyectos más.

Este par de cerebros se sentaron un día de 2014 y se pusieron a pensar qué podían hacer juntos. "De repente dijimos: hey, vengan a tocar, sí, de locos", cuenta Ivis. Ambos encontraron en la música del afropacífico la conexión que requerían para empezar a trabajar y, en menos de un año, abrieron un grifo que usted no entiende cómo pudo estar cerrado por tanto tiempo. ¿Cómo es que antes no habían trabajado así de juntos estos dos lados, tan cercanos y tan parecidos?

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Música del Pacífico es el nombre que en Colombia le dan a los sonidos que nacen de los pueblos negros de los departamentos con el océano a su oeste. Cuando imaginas esa música cadenciosa, tan melódica como rítmica, tan de grito y de canto colectivo, aparecen también mujeres y hombres negros bailándola, haciéndola con su movimiento de caderas y su sonrisa afuera, y en la base de toda esa fiesta, una marimba de sonido fuerte y atravesado. Pasa en ambos extremos del Mira, viendo el mismo mar, al mismo lado. En Ecuador, marimba, cununo, bombo y guasá, por los siglos de los siglos, amén.

Para Ivis, la sonoridad no es idéntica pero la afinidad se mantiene. En Colombia, la música agarra ritmo a partir de instrumentos de percusión, sin que sean tocados con exceso de energía. Escuche no más "El Chontaduro" de La Revuelta, o "Quítate de mi escalera" de Grupo Socavón. En Esmeraldas, en cambio, el toque es más agresivo, es fuerte y salvaje, como "Agua Larga", cantada por Papá Roncón o cualquiera de los chigualos (cantos para los niños fallecidos) de Rosa Wila. En esa mezcla está una riqueza que adquiere su sabor propio.​

El Proyecto Río Mira encuentra por ahí su razón de existencia. Flies y Benavides deciden colocar a la marimba como reina y señora de su experimento y, para eso, reúnen a los All Stars del Pacífico colombiano y ecuatoriano. Una bomba. En el mismo 2014, Ecuador fue el invitado de honor al Mercado de Música del Pacífico, en Cali. Donde muchos de los músicos de ambos países que participarían en el proyecto estuvieron. Los reunieron, por primera vez, en una sesión de estudio que no fue exitosa, pero sembró la semillita cósmica que explotaría después. "No fue la sesión más fluida y primaban los egos de cada uno, con el sentimiento de que cada uno representaba a su país. Pero ese fue el primer '¡chin!' aunque de eso no quedó nada grabado que sirviera", recuerda Ivis.

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Esta vez querían que fueran todos jóvenes, pero metidos en la onda de música tradicional. En la colada, también trabajaron los gestores Cedric David, César Herrea y Marion Ecalle. Fue en un segundo intento, ahora en mayo de 2015 en Esmeraldas, cuando al fin empezaron a rodar las cosas. Convocaron a personajes como el marimbista Larri Preciado, la cantante Karla Kanora, Benjamín Vanegas para las voces y Hugo Quiñonez de Ecuador; y por Colombia, fueron Esteban Copete y sus músicos del Kinteto Pacífico.

Benjamín Vanegas.

Benjamín Vanegas, cantante del proyecto y constructor de marimbas de Esmeraldas, lo recuerda como un momento en el cual encontraron más coincidencias de las que creían que tenían entre colombianos y ecuatorianos. "Ya conocía bastante, llevo tiempo en este medio, pero ahí nos dimos cuenta de que hay mucha similitud. De cómo pensamos, cómo comemos, ¡nos gusta bailar!, divertirnos…". Esta vez se reunieron en un monasterio abandonado en una lomita de la ciudad. Se encerraron, dormían ahí, vivían ahí y grabaron todo juntos en esa residencia autogestionada de música tradicional. Tres cantantes, dos bomberos, tres cununeros, dos marimberos, dos productores locos.

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Pregúntele a tamboreiro, si no lo han visto bailando. San Agustín (Santa Viviana). Ay San Agustín, (Ay Santa Viviana), ay yo le pedía, y ella me daba, yo le pedía (y ella me daba) cinco medallas (en la mañana)…

En el disco que estará listo en octubre, se aprecia cómo las formas tradicionales, como el contrapunteo en el que una voz masculina pregunta y una femenina responde, se combinan con otras nuevas, que le dan el groove propio de su generación, sin que nada de eso signifique hacerle fusión o convertirle en algo demasiado experimental. La clave está en que en cada pregunta y respuesta, la cosa fluya. Las mismas preguntas salen en la vida real, cuando se imaginan qué va a pasar con el proyecto.

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En Colombia, la estructura de esa industria es más sólida, la gente vive de la música del Pacífico, pero en Ecuador, todavía cuesta creer que algo vaya tan en serio. "Tuvimos unas dos primeras presentaciones muy fuertes. Primero en el Itchimbía (en el Verano de las Artes de Quito) en un escenario muy grande y luego, en el Petronio Álvarez (en Cali), un festival con veinte años de historia, importantísimo. Esto lo hacemos sin dejar de lado nuestros otros trabajos. Es difícil saber qué pasará, pero intento que mi otra banda Taribo, mis grabaciones y las otras cosas que hago se acoplen a los planes de Río Mira", expresa Benjamín.

Ninguno de sus integrantes depende de Río Mira, pero sí esperan que algo salga con él. Con sus 15 años de vida musical encima, Benjamín se deja asombrar por la apertura y la proyección del proyecto. A mucha gente le interesa y en los mercados musicales son un foquito de atención. Son las estrellas de la marimba. Una de las diferencias con los proyectos alternos de Benja y de casi todos los demás músicos, es que este tiene su lado de autogestión. Sí, chévere, pero además tienen el respaldo de un sello. AYA, una marca creada por debajo de ZZK Records cuyo enfoque es la música latinoamericana, los ha acogido como parte de la tanda de proyectos que representa. Ivis Flies dirige AYA y se bate con todo para sacar la locura adelante, diseñando fórmulas, reuniendo a los artistas y produciendo su material. "Es probable que se vuelva un proyecto mutante y sea como una especie de selección que va convocando a los grandes de la marimba y puede ir cambiando de personajes. En este disco están estos, y luego están otros. Que se vayan convirtiendo en una especie de embajadores…".

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Historias de orígenes similares, mundos diferentes

La música afro de Ecuador no tiene nombre específico. Y hasta hace poco, con mucho esfuerzo entraba en el grupo de eso que conocemos como música nacional. A diferencia de Colombia o Cuba, los negros en este país no son tantos, la mayoría se concentran en una sola provincia, la de Esmeraldas. A eso súmele que la política y la historia los ha tenido pobres por siglos. Invisibles por siglos. Digamos que la magia de esa música no siempre ha sido poderosa para todos los ecuatorianos, y aún no lo es, porque todavía no todos la conocen.

Si tenemos que echarle la culpa a algo por este despertar de la marimba dentro de nuestros cercos limítrofes, ha sido en parte el pegue de la música tropical en América del Sur y el mundo, lo que ha hecho que dentro de Ecuador se empiece a ver la música de Esmeraldas como aquello que encaja muy bien en esa línea. A partir de los años 90, el país no quería ser solo pasillo y cachullapi, y esa idea fue, después de todo, aire a los pulmones resecos de la música afro de estos lados. A mediados de los 2000, siguieron hinchándose sus ánimos cuando la marimba se volvió patrimonio cultural y justo ahora, en diciembre de 2015, a un año de mentalizar todo este encontrón de sonidos y tradición, la UNESCO la declaró patrimonio inmaterial de la humanidad. Una recompensa gigante por un sonido tan tremendo y con tantos siglos de supervivencia.

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Aguacerito llové Úu, Úu, o-y-ve, aguacerito llové. Las estrellas en el cielo Úu, Úu, o-y-ve, aguacerito llové, se acuestan de boca abajo úu, úu….

Por ahí decían que la potencia sonora de la marimba se estaba desvaneciendo en el tiempo. Decían también que tanta salsachoque, tanto perreo, le quitaban la gracia a la señora de los ritmos del Pacífico negro. Puede ser que como dice Benja, "Hay una degradación de los sonidos ancestrales". Pero tampoco se trata de hacer música pura. Benjamín cambia y sabe que es imposible quedarse estático si se quiere mantener el latido del instrumento de su vida. "Yo trato de encontrar mi propia forma poética, inspirada en los ancianos".