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Los fakes porno de las famosas destruyen y salvan vidas

Hasta donde llega mi memoria, creo que siempre ha existido una gran demanda online de este tipo de obscenidades, consistente en pegar cabezas de famosas en cuerpos de estrellas del porno.

Imagen photoshopeada de Jessica Alba

Estoy mirando una imagen de Jessica Alba. En ella, su cara aparece igual que en cualquier otra foto que hayas visto de ella sobre la alfombra roja, pero su cuerpo no nos resulta muy familiar: la diferencia más llamativa es que no lleva ningún tipo de ropa que lo cubra, y que un tío con una camiseta de seda dorada le está dando por culo.

Por supuesto, se trata de una foto falsa. Hasta donde llega mi memoria, creo que siempre ha habido una gran demanda online de este tipo de obscenidades, consistente en pegar cabezas de famosas en cuerpos de estrellas del porno.

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Por lo general, la gente que crea estas falsificaciones postea su trabajo en foros online, y allí sufren todo tipo de críticas por parte de fans y otros falseadores. En ocasiones, los falseadores se someten a “duelos” cara a cara donde otros usuarios del foro votan por el ganador. Por supuesto, nadie que tenga una conexión a internet pagaría por desnudos falsos de famosas, así que los falseadores practican su arte simplemente a cambio de conseguir prestigio en los foros. O porque les permite subvertir el control de Hollywood sobre sus fantasías —jóvenes actrices con suéteres escotados, entreteniéndose en escenas en bikini, montando en motocicleta en pantalones cortos sin ningún motivo aparente— y reinventarlas en algo más arriesgado para su propia satisfacción y la de legiones de pajilleros.

Uno de estos fans es el Sr. Charles. Cuando me encontré con él en un Starbucks, descubrí que el Sr. Charles tiene casi 50 años. Tiene el pelo gris cerca de las sienes y lleva gafas con una delgada montura de metal negro. Por alguna razón, ha elegido utilizar un seudónimo que suena a dueño de esclavos de la posguerra americana. Imaginaros al gerente principal de una compañía de software y seguramente os haréis una idea muy aproximada del hombre que tengo enfrente.

Me explica que está casado y tiene dos hijas, pero que no las ve desde hace más de un año. “No te das cuenta cuando estás en el carro”, dice apesadumbrado. “No te das cuenta de que ha dejado de ser algo que haces solo cuando estás aburrido, para pasar a ser algo que haces por necesidad. Cada día. Cada hora.”

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El Sr. Charles empezó a navegar por foros de falso porno de famosas hace cinco años, mientras su mujer y sus dos hijas estaban de viaje. No recuerda exactamente cómo llegó al primer foro, pero cree que acabó allí mientras buscaba en Google fotos sexys de Jessica Alba. Solo había visto una de sus películas en la tele y quería masturbarse con ella antes de irse a la cama.

Las imágenes que encontró en este primer foro estaban en un nivel muy superior al de las fotos en bikini que esperaba encontrar en un principio. Había cientos de imágenes de la actriz retorciéndose en cualquier posición concebible: el misionero, el perrito, cubierta de semen, doble (o incluso triple) sexo anal. Recuerda que esa noche se masturbó hasta cuatro veces antes de irse a la cama.

“No sé cómo describirlo”, dice efusivamente. “¿Recuerdas cuando tenías 13 años y acababas de descubrir la masturbación? ¿Lo bien que te hacía sentir? ¿El poder que tenía? Fue algo así”.

Durante los siguientes años, el Sr. Charles fue volviendo al foro y visitando otros foros parecidos, al principio cada semana, luego cada día y luego en ocasiones cada hora. Incluso husmeaba en los foros cuando la compañera con la que compartía oficina salía a comer. “Simplemente necesitaba más”, dice. “Mi mujer dejó de parecerme atractiva. Esas imágenes eran superiores al porno cotidiano. De repente, podía tener a cualquiera de las jovencitas que veía en la tele o en el cine en cualquier momento y en cualquier posición”.

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El Sr. Charles dice que las imágenes falsas con las que se masturbaba le parecían lo suficientemente reales para poder sentir que estaba verdaderamente compartiendo los momentos más privados, íntimos y eróticos con sus estrellas favoritas, una posibilidad con la que Hollywood siempre coqueteó pero nunca pudo lograr. Abre su ordenador y me enseña algunas de sus imágenes más preciadas, no tiene ni una pizca de vergüenza de ir navegando por un archivo con 900 fotos de contenido muy explícito en una cafetería abarrotada de gente, hasta que damos con la de Jessica Alba y tengo el gusto de encontrarme con el tipo con la camisa de seda dorada. El seudónimo sobre la foto es la marca del prolífico falseador conocido como “Black Magnus”.

“Esta es la que marcó el gran cambio para mí”, dice el Sr. Charles, como si hubiera sido testigo de una revelación divina o se hubiera encontrado con un extraterrestre, más que simplemente haber descubierto en los recovecos de internet una imagen prefabricada de "Jessica Alba" en la que le dan por culo.

Explica que, hace dos años, topó de casualidad con esta falsificación de la actriz. Nunca antes la había visto, a pesar de que su autor era Black Magnus, su falseador favorito. El Sr. Charles le echó el ojo por primera vez cuando llegó a su ordenador del trabajo y entró en uno de sus foros favoritos. La mezcla de dolor y placer de la cara de Jessica se estuvo recreando en su mente durante las siguientes tres horas, y cuando su compañera se fue a comer no pudo esperar más. Tan pronto como la puerta se cerró tras ella, se empezó a masturbar.

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Y entonces su compañera abrió la puerta de la oficina. “Dio un grito”, dice.

Un fake de Natalie Portman

La investigación que vino a continuación acabó con el despido del Sr. Charles. Sin que él lo supiera, su compañía había empezado a controlar el historial web de todos sus empleados. En su historial de navegación estaba todo: Jessica Alba disfrutando de sexo anal, Natalie Portman en una sesión de bukkake, viejas estrellas de Disney haciendo cositas que seguramente Disney no aprobaría.

“Cuando tus jefes descubren que has estado mirando imágenes pornográficas de actrices muy jóvenes… bueno, hubiera dejado el trabajo por vergüenza si no me hubieran despedido”, dice, antes de añadir que nunca vio imágenes falsas de actrices menores de edad. “De hecho, las falsificaciones de menores harían que te expulsaran inmediatamente de la mayoría de los foros”.

El Sr. Charles le explicó todo a su esposa y le prometió que buscaría ayuda para superar lo que admitía que se trataba de una adicción. Pero la depresión como consecuencia de su despido, la pérdida de confianza de su mujer y su incapacidad para encontrar otro trabajo —en combinación con sus promesas de dejar de mirar falsificaciones y su impotencia para resistir la tentación— hizo que le dejara diez meses después, llevándose a sus dos hijas con ella.

Estoy a punto de preguntarle al Sr. Charles si todavía mira falsificaciones pero, a juzgar por la colección que me acaba de mostrar, creo que ya sé la respuesta. Así que en su lugar le pregunto por qué continúa dejándose llevar por la causa que acabó arruinando su vida. “¿Por qué un alcohólico necesita una copa?” me contesta.

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Años antes del despido del Sr. Charles, un chaval italiano de 17 años llamado Marco pasaba las horas de su comida dibujando heroínas de cómic en una libreta, la mayoría de las veces con su ropa desgarrada, en lugar de socializarse con sus compañeros de clase. “Entonces no podía explicarlo”, dice Marco, “pero dibujaba esos personajes sin ropa porque no se me daba bien tener relaciones reales, y mucho menos sentirme cómodo cerca de una chica. Creo que el hecho de dibujar superhéroes de cómic obviamente inalcanzables era una forma de liberar mi frustración sexual de adolescente. Además, siempre me gustó dibujar”.

Otro fake de Jessica Alba

No sería sorprendente que la reclusión de Marco y sus dibujos de mujeres inaccesibles también tuvieran algo que ver con su relación con su madre. Un año antes, su padre se fue de casa con la mujer que había contratado para hacer las tareas domésticas, dejando a Marco y a su madre para que se las apañaran por sí solos, algo que a su madre no se le daba muy bien.

Cuanto más se iba alejando su madre de la realidad, más ataques de pánico sufría Marco en la escuela, lo que hizo que aumentaran los acosos por parte de sus compañeros. No pasó mucho tiempo hasta que empezó a autolesionarse, y acabó volviéndose bulímico. La situación empeoró poco después del 18 cumpleaños de Marco, cuando su madre se suicidó. Su padre no apareció en el funeral. “Sabía que debería haberme enfadado con mi padre, pero toda mi rabia iba contra mi madre”, dice.

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A lo largo de los dos años siguientes, las autolesiones de Marco empeoraron. Las drogas y los pensamientos de suicidio se convirtieron en un problema constante. Cualquier trabajo que podía conseguir lo perdía rápidamente. Pero no fue hasta una noche antes de cumplir 21 años cuando tocó fondo. “Los pensamientos de suicidio se habían vuelto tan predominantes que literalmente los podía escuchar en mi cabeza”, dice. “No sé qué me detuvo, pero conseguí salir por la puerta y llegar al hospital”.

Tras salir del hospital, lo enviaron a un centro de tratamiento donde estuvo asistiendo a unas sesiones de terapia cognitivo-conductual durante seis meses. “No fue hasta que asistí a una sesión extra con una arteterapeuta que empecé a cambiar el chip”, dice. “Era la persona más poco crítica que jamás he conocido. Me preguntó qué era lo que me hacía feliz, le contesté que dibujar mujeres y me dijo ‘pues haz eso’”.

Así que eso es exactamente lo que hizo Marco, empezó de nuevo a dibujar a sus heroínas de cómic, antes de encontrar un trabajo en un cibercafé del barrio y empezar a trastear con una versión pirata de Photoshop, una plataforma que le permitía crear personajes mucho más realistas que los que jamás podría conseguir con tinta y papel.

“Le mostré los dibujos de superheroínas que había hecho con Photoshop a un amigo que había conocido mientras trabajaba en los turnos de noche en el café”, dice Marco. “Para mi asombro, no tuvo ninguna vergüenza en admitir que le encantaban las que no llevaban camiseta. Incluso me pidió que le imprimiera algunas para él. Nos reímos de ello, pero lo hice. Me hizo sentir bien”.

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Imagen photoshopeada de Mila Kunis

La semana siguiente apareció un amigo suyo con una tarjeta de memoria que contenía varias imágenes de pornografía hardcore, así como diversas fotos de Keira Knightley, Shakira y Mila Kunis.

“Me preguntó ‘¿Crees que puedes hacerme una imagen?’”, recuerda Marco. “Era un reto, puesto que se trababa de manipular imágenes ya existentes. En muchos aspectos esto es mucho más difícil que dibujar la tuya propia. La primera no era muy buena, y tampoco lo eran las siguientes cinco o seis. Con dibujos como los que encuentras en los cómics, no tienes por qué preocuparte por la luz, sino solamente en crear imágenes fotorealistas, y eso se logra con la habilidad de combinar luces y sombras.

“Pero aprendí rápido, y mi amigo pronto me informó de que había estado compartiendo mis imágenes en foros online. Cuando entré a verlas fue extraño; había decenas de comentarios echando flores a mis imágenes, y luego había esa gran comunidad de usuarios a los que les gustaba lo que había hecho. Me sentí no solamente aceptado sino también respetado, por primera vez en mi vida”.

Durante el año siguiente, Marco hizo decenas de falsificaciones, su reputación en los foros fue creciendo a medida que iba presentando nuevo material. Entonces empezó a ganar duelos con otros falseadores, lo que le hizo ganar todavía más elogios. Y aunque sabía que la mayoría de sus fans utilizaban sus imágenes solo para correrse, para Marco eran tanto una forma de liberación emocional como una manera de aceptar quién era.

“Al principio firmaba las imágenes con mis iniciales reales, porque no me daba vergüenza”, dice Marco. “Pero a medida que iba haciendo más, aparecía más gente que empezaba a pedirme sus favoritas online. Les encantaban especialmente mis Natalie Portmans y Sarah Michelle Gellars, y les gustaban mucho las Jessica Alba, que siempre me gustó por Dark Angel. Al mismo tiempo, muchos de mis fans también me dijeron que necesitaba un seudónimo mejor que mis simples iniciales, como los que tenían el resto de grandes falsificadores”.

Así que, ¿cuál fue el seudónimo que elegí? “Black Magnus”, dice, y añade que el reconocimiento y estímulo de su talento le dio una confianza que, tan solo unos pocos años antes, nunca habría soñado que tendría.

Fue esa confianza que ganó mediante la creación de famosas falsas, dice Marco, lo que le permitió acabar completamente con el odio hacia sí mismo. “Sé que muchos no lo considerarán ‘arte’”, dice, “pero la terapeuta estaba en lo cierto: era la fuerza para cambiar tu vida”.

Todos los nombres que aparecen en esta historia han sido modificados para proteger la privacidad de las personas involucradas. Las imágenes de este artículo se muestran como ejemplo de otros trabajos de falsificación y no fueron creadas por “Black Magnus”.

Michael Grothaus es un periodista cuya primera novela trata sobre la adicción a los famosos en Estados Unidos, explorada a través de la implicación involuntaria de un adicto al porno en el mundo del tráfico de sexo entre la élite de Hollywood. Está representado por la Hanbury Literary Agency en Londres. Puedes seguirle en Twitter: @michaelgrothaus