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Cultură

Reforma laboral – Por lo general no hay huelga

En mi oficina todo el mundo es solidario a la hora del café

Eleonor Hindley es una moza de sumo buen gusto que, como penitencia por sus pecados, trabaja de secretaria en una oficina de Cornellá. Cada dos semanas escribirá para nosotros sobre una faceta de la apasionante vida cultural de sus compañeros de trabajo. Y así hasta que nos aburra, la echen o se suicide.

En mi oficina, siempre que hay un evento que nos saca de la monotonía de fichar-trabajar-fichar-desayunar-fichar-trabajar-fichar (y sigue, es muy triste), la gente se vuelve loca preguntándome, al menos un par de semanas antes, cuál va a ser el horario, qué vamos a hacer, qué repercusiones va a haber si se sueltan la melena y contravienen las normas…

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Así que, después de tres huelgas seguidas como piedra roseta de mi empresa, decidí no volver a pecar de simpática y prepararme las respuestas y las caras diplomáticas para no perder el tiempo hablando con mis compañeros mientras estoy colgando el abrigo o encendiendo el ordenador:

– No, obviamente no te van a pagar la jornada laboral si vas a la huelga. Son del Opus, no de Cáritas.

– No, no va a haber piquetes blandiendo bates de béisbol con el logo de CCOO en color sangre y prohibiéndote la entrada. Es un polígono industrial, no una favela.

– Y, sí, espero que por esquiroles un par de sindicalistas os acorralen en el office, cierren la puerta por dentro y se quemen a lo bonzo llevándoos a todos con ellos al inframundo.

Una semana antes de la huelga la gente estaba henchida de espíritu bolchevique y el aire “Fuck Da Police” que se respiraba era para dejar a Trotski en bragas. Todos exteriorizaban su lado más Che Guevara a la mínima que podían:

– Oye, ¿me prestas una cápsula de café? Me he dejado las mías.

– Sí, claro, ten. Si no nos ayudamos unos a otros quién nos va a ayudar, ¿no? ¡¿Los empresarios?! ¡¿Los putos empresarios que se aprovechan de nosotros, trayéndonos una puta máquina Nespresso y no una fuente de agua?!

– Mmm… sí, sí… qué hijos de puta… Ahora mismo voy a tomarme mi café tranquilamente, ¡y le voy a entregar tarde las encuadernaciones que me ha pedido! Jajajaja. ¡Que se joda!

De entrada, todo el mundo tenía muy claro que había que ir a la huelga, porque esta sociedad se había acomodado demasiado y los políticos se habían acostumbrado a reírse en nuestra cara, etc, etc. Pero bueno, mientras tanto… ¿qué tiene de malo un poco de good ol’ peloteo? Joder, que si seguimos riéndole al jefe sus gracias al más puro estilo Aquí no hay quien viva (sí, otra serie de cabecera), tal vez lleguemos donde está él y no tendremos que preocuparnos porque nos despidan.

Y entonces llegó el día D. Y los que se negaban a ir a trabajar, llamaban a los demás esquiroles. Y los que tenían miedo de que en el parking les asaltase una panda de sindicalistas asilvestrados, hicieron cola para entrar puntuales y fichar como Dios manda. Todos desayunaron sin pedradas. Ningún señor con barba y Rolex les chilló mientras bajaban a fumar. Tampoco tuvieron problemas al quedarse a hacer su horita extra. Y así vamos tirando.