FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Los ultramachistas se lucran gracias a perdedores fracasados

Para ellos sus seguidores son absolutamente secundarios, solo les importa la pasta.

Daryush «Roosh V» Valizadeh. Foto por Bartek Kucharczyk vía Wikimedia Commons

El activismo para la defensa de los derechos del hombre tiene todas las papeletas para incluirse en la categoría de las grandes teorías de la conspiración. La proyección sobre un grupo social de los fracasos personales inculcados de forma subliminal, la convicción de que ese grupo se ha infiltrado en las esferas superiores de la sociedad para impulsar su programa, la creencia de que los integrantes de ese movimiento han «tomado la pastilla roja» y tienen una percepción de la realidad a la que el resto de la sociedad no tiene acceso.

Publicidad

Como ocurre con muchas teorías de la conspiración de corte sectario, aquellos que predican el evangelio de los derechos del hombre pueden sacar mucho partido de la devoción de sus seguidores. Un buen ejemplo de ello es el misógino recalcitrante y artista del mangoneo Daryush "Roosh V" Valizadehquien una vez declaró que la violación debería considerarse legal si se cometía en «una propiedad privada»–, cuyo objetivo no es otro que el de llenarse los bolsillos.

El pasado lunes, varios medios anunciaron que Roosh estaba organizando una serie de reuniones con sus «compañeros de tribu» por todo el mundo. Periódicos, políticos y activistas de más de 40 países se enteraron de que multitud de defensores de los derechos del hombre planeaban congregarse en 165 lugares de todo el mundo en lo que denominaban una «Quedada Internacional». La cobertura por parte de la prensa fue exhaustiva y apoplética, como Roosh esperaba, puesto que su intención no era unir a los hombres jóvenes del mundo contra las fuerzas opresivas del empoderamiento femenino, sino precisamente aprovecharse de su deseo de sentirse oprimidos.

En 2015, Roosh acaparó los titulares de los tabloides canadienses por su campaña, la « Batalla de Montreal», un nombre ambicioso para un acontecimiento sin la menor importancia. Varias feministas canadienses, indignadas por la ideología neomachista de Roosh, se manifestaron contra un par de apariciones públicas programadas en Vancouver y Montreal. Roosh instó a sus fieles a «contraatacar» y a lanzar amenazas a su némesis por internet. En un impactante desenlace, una de las manifestantes le vació una cerveza encima a Roosh.

Publicidad

No obstante, Google Analytics muestra el pico que experimentaron las búsquedas sobre Roosh durante las semanas que duró la «batalla», niveles que volvieron a la normalidad poco después. Tomando nota de los acontecimientos del verano pasado, ahora Roosh ha ideado un mecanismo para generar controversia y titulares a una escala mucho mayor.

Cuando me puse en contacto con él para que nos diera explicaciones, su respuesta fue: «No gano dinero con esto, imbécil». Pero si las quedadas de este fin de semana realmente era tan clandestina, Roosh no habría publicado los puntos de encuentro y las contraseñas en una página web pública. Lo que realmente hizo fue crear una trampa para los medios utilizando como señuelo a sus fervientes seguidores. Luego no tenía más que acomodarse en su asiento y dejar que la prensa cumpliera con su papel para luego desviar a los visitantes hacia su tienda online. En el punto álgido del escándalo de esta semana, Roosh compartió los análisis de las visitas a su sitio web, alardeando de ser más popular incluso que Milo Yiannopoulos.

La teoría feminista, que niega el concepto patriarcal de la masculinidad, ofrece soluciones a los problemas que verdaderamente afectan a los hombres, como el alto índice de suicidios y la estigmatización de las enfermedades mentales. Sin embargo, la principal preocupación de Roosh no es el sufrimiento del hombre, sino la «infamia».

Por tanto, Roosh articula su discurso antifeminista describiendo esta ideología como una «guerra» contra los hombres. «La existencia del hombre se reduce al purgatorio hasta que una nueva concepción de ira los envíe a todos al infierno», escribe. «Aquellos que no se alcen en armas… serán los que más sufran». Su retórica pseudocastrense está diseñada para atraer a hombres jóvenes llenos de rabia, desesperados por sentirse importantes y parte de algo superior.

Publicidad

El método de estos profesionales del engaño se asemeja en muchos aspectos al que utiliza la maquinaria militar e industrial de Occidente: en primer lugar, tomar como víctima a un hombre desfavorecido, amargado, frustrado por la falta de perspectivas de progreso económico y sexual en una sociedad civil/beta. En segundo lugar, hay que convencerle de que puede dar sentido a su vida uniéndose a otros afines a él con el fin de reafirmar su dominancia sobre los seres inferiores (seres degenerados de piel oscura, por ejemplo, o seres de sexo femenino biológicamente inferiores, por poner otro ejemplo). Decirle que esta guerra es justa y que su papel en ella es determinante.

Por último, solo falta entregarle un AK-47 o un libro electrónico publicado por ti y que lleva por título Day Bang: How to Casually Pick Up Girls During the Day y esperar para recoger el botín de guerra.

Los beneficios de Roosh proceden directamente de las cuentas de PayPal de sus acólitos, y la falsa idea de opresión que introduce en sus mentes constituye una manifestación de la verdadera opresión que sufren las mujeres de todo el mundo.

En la guerra de los derechos del hombre, hay mujeres que mueren a manos de los soldados de a pie. Consumido por la rabia y la frustración después de nueve años de sequía, George Sodini acudió a personas de la calaña de Roosh para pedirles consejo. Asistió a sus conferencias, compró sus libros y publicó comentarios en sus foros.

Publicidad

Sin embargo, toda esa inversión no se tradujo en rentabilidad sexual. La prensa señalaba la rabia que sentía hacia los «30 millones… de mujeres deseables» que calcula que lo «rechazaron». Así que decidió asesinar de un disparo a tres de esas mujeres «deseables» y luego suicidarse.

El suicidio de Sodini fue esgrimido por estos manipuladores como prueba de que « el celibato es la muerte andante» y para pregonar sus productos.

Sodini es un caso extremo, pero ejemplifica las mentiras que venden Roosh y los de su clase. En realidad, hay dos razones por las que los hombres no practican sexo: o bien no encajan con el canon de atractivo impuesto por las normas patriarcales o son unos capullos sexistas.

Sin embargo, la defensa de los derechos del hombre abre una tercera vía, mucho más sencilla que el esfuerzo de tratar de derribar los valores externos y los comportamientos internos marcadamente patriarcales. La «pastilla roja» presenta un enemigo externo, tangible y la consiguiente oportunidad de revolcarte en la autocompasión ante la injusticia de una sociedad supuestamente matriarcal que se interpone entre tú y tus objetivos.

Roosh explota esas ansias ilusorias de sufrir para inculcar actitudes que fomentan la violencia, la denigración y la marginalización de la mujer y que intensifican el odio de los hombres frustrados hacia las mujeres y, por tanto, los predispone más a comprar sus libros. Los que abrazan la ideología neomachista no son leones dirigidos por monos, sino «betas» comandados por «alfas».

Publicidad

Tanto la «Batalla de Montreal» como las quedadas constituyen actos de resistencia pseudomilitar. En sus artículos, Roosh utiliza términos como «ataques aéreos», «campañas terrestres» o «guerra de la información».

Ansiosos por formar parte de un movimiento de resistencia genuino, son muchos los seguidores que se tragan esta retórica, salivando profusamente en sus comentarios sobre los encuentros planeados para el fin de semana, definiéndolos como «un hito en la historia mundial» y acentuando la importancia de mantener un grado «básico de seguridad operacional».

«Es hora de infiltrarnos en las ciudades que amenazan la seguridad de mis simpatizantes», escribía Roosh en un tuit, magnificando la paranoia de sus fieles hasta lo absurdo. Roosh sabe que no hay riesgo alguno para sus fans, pero también es consciente de que necesitan creer que sus vidas corren peligro por la amenaza feminista.

En el momento de la traducción de este artículo, Roosh ha anunciado la cancelación de las reuniones alegando que teme por la seguridad y la privacidad de los asistentes. Siguiendo con la terminología conspiranoica, todo el revuelo mediático en torno al asunto no es más que una operación de bandera falsa, orquestada por Roosh para atraer la ira de la izquierda mundial hacia él. El único objetivo de las quedadas era generar más ventas de sus libros, no establecer una red internacional de guerrilleros defensores de los derechos del hombre y sus seguidores son absolutamente secundarios.

Sigue a Matt Broomfield en Twitter.

Traducción por Mario Abad.