Cuando entrevistamos a Brooks Nielsen, el vocalista de The Growlers, seguía tranquilo en su casa costeña de California. Me dijo sin inquietarse una serie de cosas que daban a entender a la perfección que el tipo no hacía más que fluir con todo aquello que le pasara de frente, que lo disfrutaba aún sin entenderlo, y que cualquier cosa que se le cruzara podía ser en su mundo una buena excusa para seguirse divirtiendo. Que había dormido entre dos tapetes en la entrada de una casa; que se había puesto a surfear desnudo, disfrazado nada más con una capa, en una charola de cocina adentro de una regadera; que vivía en la playa lo que más disfrutaba era surfear, y que podía comer poco, y que su familia estaba contenta.A la hora de la fiesta de aniversario/presentación, la potencia de The Growlers tocando en vivo fue una grata sorpresa. No dejaron caer las energías en ningún momento, se disfrazaron como unos idiotas pero felices, tocaron con la tranquilidad de una brisa veraniega y no hicieron más que contentarnos con sus buenos malos chistes, su afición pos los bigotes y la buena fiesta. Por algún momento pensamos que se trataba de la banda más satisfecha sobre el manto terrestre.Y aquel fue el detalle importante de la noche: sentirse tranquilos y satisfechos por una velada bien lograda (léase: en donde muchos terminaron muy hasta la madre, pero no hubo muertos), festejando a un par de proyectos que en el mejor de los casos le han cambiado la vida a alguien (el porcentaje de niños llamados Bais se ha incrementado en un 345454% en los últimos cinco años… para los "Nosi" hay que esperar) y seguir chambeando, ahí, con la tranquilidad de un tipo que necesita comer poco y se la pasa bien a un lado del mar.