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Lo mejor de VICE 2012

Las morgues dirigidas por voluntarios son una pésima idea

En Australia, el Territorio del Norte es enorme, pobre, está escasamente poblado y en él abundan animales peligrosos. Por esto no sorprende que no atraiga muchos profesionales.

Illustration by Rubber House

En Australia, el Territorio del Norte es enorme, pobre, está escasamente poblado y en él abundan animales peligrosos. Por esto no sorprende que no atraiga muchos profesionales, incluyendo aquellos que son buenos dirigiendo morgues. Como resultado, el sistema de almacenamiento de cadáveres es desastroso. El personal de las morgues en el territorio lo integran, sobre todo, voluntarios, y no hay ninguna agencia estatal a cargo de ellos.

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Esto supone un problema, por decirlo suavemente. Una investigación conducida el año pasado por la defensora del Pueblo en el Territorio del Norte, Carolyn Richards, reveló un buen número de prácticas horribles, como un cuerpo que pusieron en unos juzgados porque no había sitio para él en ninguna parte, y un cadáver alojado durante una semana en la cocina de un doctor mientras este estaba fuera. Las cosas no han mejorado desde entonces; en los últimos meses, los cuerpos de dos aborígenes han sido enterrados en las tumbas equivocadas, lo cual no es poca cosa teniendo en cuenta que en esa cultura es muy importante ser enterrado con tu clan en tierra tribal. Los cuerpos fue- ron exhumados y vueltos a enterrar, pero las familias jamás recibieron una disculpa oficial.

También siguen esperando un “lo siento” de los bienintencionados, pero poco cualificados —o incompetentes— trabajadores mortuorios, los miembros de la familia de Charlton James, quien se suicidó en 2011. El cuerpo de Charlton fue llevado a la morgue de un pueblo llamado Kalkaringi, pero tras un corte del flujo eléctrico, el sistema de refrigeración falló y el cadáver se quedó pudriéndose, expuesto al calor del outback australiano. Para cuando su madre fue a ver el cuerpo, estaba tan descompuesto que no pudo reconocerlo.

Desde que hiciera público su informe, Richards se retiró y le heredó el problema a la ministra de Salud del Territorio, Robyn Lambley. Cuando llamé a su despacho, me dijeron que del tema de las morgues
se estaba ocupando una ministra local, Bess Price. Cuando pregunté qué se estaba haciendo con el lío de las morgues, recibí como respuesta esta declaración: “La manipulación segura y apropiada de personas fallecidas en las áreas remotas supone un reto, en especial en el Territorio del Norte, dado que su población se extiende a lo largo de 1’349.000 kilóme- tros cuadrados”.

Es en serio. Añadieron que el gobierno del Territorio estaba “actualmente considerando obtener asesoría en relación con los servicios de morgues en áreas remotas”, y con esto llegamos a la raíz del problema: proveer de servicios a la gente que vive en zonas lejanas es difícil y caro. Aunque hubiera fondos suficientes como para adiestrar y pagar a técnicos y ayudantes mortuorios, este no es un trabajo que mucha gente quiera, y menos aún los profesionales con títulos y licencias.

Como Richards explicó a NT News, “ya es bastante difícil atraer a profesionales para que trabajen en lugares distantes como para que además tengan que alojar cadáveres en sus casas”.