El grotesco, conflictivo y hermoso mundo de Juan y Diego
Todas las imágenes cortesía de Juan y Diego.

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El grotesco, conflictivo y hermoso mundo de Juan y Diego

Repaso un poco de la vida y obra de este ilustrador punk bogotano.

Juan y Diego está en una continua guerra consigo mismo. Este ilustrador bogotano de 27 años, contextura delgada, gafas y constante sonrisa, vive en una exploración perpetua de su ser, su arte y el mundo que lo rodea. Todo lo plasma en sus a veces grotescas, a veces cínicas, a veces desesperanzadoras, a veces existencialistas, y siempre geniales ilustraciones. Su trabajo está inspirado en la hermosa fealdad de este fétido y estúpido mundo, como el dice. La muerte, las ratas, la basura, el mugre, todas esas cosas en las que muchos ven carroña y descomposición, él ve una riqueza estética llena de posibilidades. Sus personajes siempre están de alguna forma atravesados por el punk y muestran la dislocada belleza de esta cultura.

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Vestido completamente de negro y mientras toma sorbos cortos de un café, Juan y Diego cuenta que, para él, el dibujo es algo que siempre ha estado en su organismo."Tengo más amigos dibujados que reales", dice riendo. Comenzó a dedicarse de lleno a la ilustración a los 13 años, edad en la que hizo su primer fanzine llamado Corazones en formol. Desde ahí no ha parado de crear. Comics, stickers, tatuajes, ilustraciones, fanzines, libros, camisetas y recientemente personajes para juegos de video han dado vida a las criaturas y los otros seres que constantemente salen de su cabeza.

Apasionado de la ciencia ficción y las distopías -que como él dice, son un reflejo nuestro mundo planteado con una estética fascinante-, con su trabajo intenta plasmar las historias que ha conocido a lo largo de su vida. Una vida atravesada por el punk, con el que mantiene una relación de amor y odio. "Maldito punk, lo odio", dice sin dejar de sonreír. Cuenta que llegó a esta cultura por un cúmulo de varias coincidencias. Siempre ha sido un punkero por fuera y tremendo nerd por dentro. Recuerda que de niño odiaba a los punks porque en uno de los colegios en los que estuvo ellos eran sus enemigos y siempre lo jodían. Pero un día andando por el centro de Bogotá, en donde le gustaba fugarse cuando era pequeño, alguien le pasó un fanzine y ahí empezó a investigar, leer y explorar sobre esta cultura. Comenzó a ir casas y centros culturales punk y tomó afinidad por el anarcopunk. Pero nunca estuvo muy cercano a la música sino más a las tangentes artísticas y políticas que la atraviesan. "Siempre he tenido que ver con todo menos con la música. Hasta la estética me parece más importante. Me fascina ir a un concierto y aburrirme de la música pero quedarme fascinado al ver llegar mil punks a un lugar. Me dan ganas de dibujar cosas relacionados con eso", dice a la par que bebe otro sorbo de café.

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Pero después de pasar muchos años en la escena punkera y vivir en casas ocupas se mamó de todo. "Ser crítico en el punk me ha marcado mucho, el poder decir: esto me parece que es una mierda y es aburrido", comenta. Juan y Diego es un tipo que se aburre fácilmente. Por eso siempre está explorando cosas. "Es la guerra contra el aburrimiento y el mundo estúpido en el que a uno le toca vivir, pero que igual hay que buscarle la forma de disfrutarlo". En esa búsqueda se ha ido de viaje jalando dedo por todo el país y parte de Latinoamérica. Viajando en camiones, durmiendo en tugurios y comiendo cualquier cosa. Andando si un peso y solo con sus dibujos y las ganas de ser libre. Él cuenta que ahorita está en un proceso de asentarse, lo cual le produce calma y angustia a la vez, porque por un lado, el niño de 13 años le grita: "¿qué haces maldita sea?" y por otro también tiene ganas de estar en un lugar donde la gente no se vomite sobre sus cosas. "Cuestionarme me hace feliz y sufrir al mismo tiempo", dice mientras toma otro pequeño sorbo de café. Él nunca está conforme y si acaso anda muy cómodo de una empieza a preguntarse cosas. Dice que la necesidad de enfrentarse constantemente a sí mismo parte de un accidente que sufrió un amigo muy cercano, quien perdió la memoria. Ahí empezó a construirse y destruirse una y otra vez. "Todos los días uno se repite lo que tiene que ser. Uno piensa que va a años creyendo lo mismo y no puede ser inconsistente porque el cerebro de uno se siente mal", reflexiona. Por lo general sus obras son en blanco y negro y muestran un humor negro muy fino. La muerte y las ratas suelen estar presentes en su obra porque ambas son una algo constante en nuestras mundanas vidas. Por un lado las ratas andan a sus anchas por la ciudad, felices con su miseria, a diferencia de la mayoría de los seres que habitamos la urbe, y por el otro la muerte es el fin de camino de todo lo que existe. Está ahí, como él dice: "es algo muy poético y a la vez tan normal que no sé por qué está tan aparte".

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El otro elemento constante en su obra es la figura femenina. Explica que el feminismo y lo temas relacionados con el género y la sexualidad siempre le han fascinado. Dice estar en contra de esa figura del macho dominador que rige nuestra sociedad, "lo femenino no solo es una idea de pintar cosas rosadas. También tiene una esencia que es mucho más oscura en muchos sentidos. El enfrentar el lado femenino en vez de esa figura de poder masculina se me hace algo más oscuro", comenta. Entre sus trabajos más recientes están las ilustraciones para el libro Agencia general del suicidio de Jacques Rigaut, publicado por la Valija de Fuego en la reciente feria del libro. También desarrollando algunos comics y diseñando personajes para juegos de video. "Siempre hay una guerra entre Juan y Diego para mí esa la gracia de vivir" dice a la par que termina su café. Aquí les dejamos una muestra de su perturbadoramente genial trabajo.

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Para ver más del arte de Juan y Diego entren aquí y aquí.