“Yo entiendo que otros no crean en Dios”: Padre Diego Jaramillo
Foto por Daniela Echeverry (Iris)

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charlas ociosas

“Yo entiendo que otros no crean en Dios”: Padre Diego Jaramillo

El presentador del programa más longevo de la televisión colombiana, nos cuenta sobre sus gustos musicales, el Minuto de Dios en el posconflicto y la pederastia.

"Dios Mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega", es una de las frases más populares y viejas de la televisión nacional. Gústele a quien le guste, todos la hemos escuchado y todos hemos visto ese fondo azul oscuro que tiene una cruz enclenque a un lado y un cura canoso al otro.

Desde hace varias décadas, el Padre Diego Jaramillo ha aparecido en las pantallas colombianas con un fin claro: reflexionar sobre la vida desde su credo. Luego de heredarle el trono de la "Corporación El Minuto de Dios" al Padre Rafael García-Herreros —quien apareció en el programa desde 1955 hasta su muerte en 1992— se convertiría en el presidente de una de las instituciones más emblemáticas de la comunidad católica en el país.

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Hoy por hoy tiene 84 años, de los cuales 60 se los ha dedicado a su Dios, 50 al programa de televisión y 25 a la presidencia del Minuto de Dios. Son muchos años ceñido a una misma creencia, a una misma doctrina y a un mismo trabajo, pero no importa: sigue tan fiel a Dios como el primer día que se integró al seminario sacerdotal.

Es por eso que necesitaba saber qué pensaba una celebridad religiosa que ha visto el transcurrir de un país en el que la iglesia es tremendamente fuerte, pero donde cada vez menos personas quieren dedicarse a portar la voz del Dios más poderoso de occidente.

VICE: Padre, ¿cuál fue el punto de giro para que decidiera dedicarle toda su vida a Dios?
Padre Diego Jaramillo: No hubo un punto de giro en especial, sino que fue un proceso lento que se fue dando desde que era pequeño. Yo estudiaba con los Hermanos de la Salle y ante la posibilidad de ir pensando en el futuro tuve diálogos con un primo que estuvo en el seminario y también hablé con un obispo que me invitó a presentarme para que vieran mis posibilidades. Fui y allá decidí que iba a dedicarme a esto.

¿Cuáles han sido los retos más grandes que ha tenido que afrontar como presidente del Minuto de Dios?
Aquí hay retos todos los días. Retos sociales por la pobreza, desastres que se ven presentando, retos para animar a la comunidad. Y como nosotros pertenecemos a los Eudistas, somos responsables de la formación de sacerdotes en seminarios. Por ejemplo, a mí me pareció que podía ser muy interesante que los muchachos no estudiaran en los seminarios sino en pequeñas casas, entonces comencé esa obra para ver cómo se podía ir formando el clero en pequeñas comunidades. Ese fue un reto que logró salir adelante.

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Otro reto fue cuando me pidieron que representara a América Latina en unas oficinas en Roma. Me tocó participar en reuniones de animación mundial y eso fue algo muy importante para mí y para la comunidad. Además, cuando participaba en esas reuniones, se abrió la posibilidad de organizar una entidad que se llamara LUMEN con el fin de evangelizar por medio de la televisión.

¿Recuerda la primera vez que se vio en televisión? ¿Cómo fue ese proceso?
Pues la verdad me pareció muy normal. La primera vez que salí en televisión fue en 1959. Estaba trabajando en Cali, vine a Bogotá y el Padre García-Herreros se tuvo que ir a Cúcuta y me pidió que lo reemplazara. Y pues lo hice medio obligado porque no había de otra. Preparé una pequeña intervención y fui a grabar—en esa época era en la calle 24, donde es ahora la Biblioteca Nacional—.

Pero empecé a aparecer de manera definitiva en el '67 porque el Padre Rafael me pidió que lo reemplazara todos los martes. Él aprovechaba para salir de Bogotá a hacer visitas. Ya cuando el Padre murió en el '92 asumí el programa completamente.

¿Y ahora dónde se graba el programa?
Lo grabamos aquí en el Minuto de Dios. Ya no hay que ir personalmente a la televisión. Simplemente lo grabamos cada semana y lo enviamos a Inravisión (RTVC). Después de todo este tiempo, ya estoy pensando en algunos turnos que puedo empezar a ceder para que otros Padres se apropien de ciertas emisiones.

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¿Hay algún libreto o cómo se preparan los programas?
El secreto es este: pienso en la semana que llega, miro el almanaque para ver si hay alguna fiesta civil importante o alguna conmemoración que valga la pena hacer y hago un pequeño plan desarrollando el mismo tema en distintos aspectos.

¿Qué tanto cree que le afectaría al Minuto de Dios si el programa desapareciera?
Pues no te puedo decir exactamente. Solo sé que la televisión es un medio muy importante para comunicarnos con la gente y que a la larga sirve para resolver determinados problemas sociales del país.

¿Cuál es la clave del Minuto de Dios para atraer a la comunidad juvenil?
La idea fundamental del Padre Rafael era ayudar a la gente con situaciones económicas difíciles para que salieran adelante y comenzó construyendo viviendas. Cuando se comenzó a construir, una de la condiciones para obtener vivienda era que la familia tuviese varios hijos. Al poco tiempo, esto estaba lleno de niños. En esa época este barrio estaba alejado de la ciudad. No existía la Calle 80 ni nada. A mí me tocaba llegar hasta aquí por caminitos entre los potreros.

Eso llevó a hacer una escuela que terminó siendo el colegio Minuto de Dios. Y claro, cuando tienes una comunidad educativa pues seguro vas a tener un grupo juvenil numeroso. Entre los muchachos de colegio y los de la universidad, puede haber unos 80.000.

¿Por qué cree que se ha disminuido la vocación sacerdotal actualmente?
Yo intuyo que puede haber varios motivos. Hace años, en los pueblos de Colombia, no había colegios de bachillerato. Si acaso había alguna escuela, pero en las capitales de las diócesis, siempre había un seminario que ofrecía todo la preparación secundaria. Entonces los seminarios se volvían unos internados serios donde se daba una formación hasta los 17 o 18 años.

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En la historia del país, muchos hombres importantes estuvieron en los seminarios menores sin que terminaran siendo sacerdotes. Por ejemplo, el expresidente Belisario Betancur estuvo en el Seminario de Misiones de Yarumal, el expresidente Marco Fidel Suárez estuvo en Seminario de Medellín o Camilo Torres en el de Popayán. Pero cuando los municipios empezaron a construir sus colegios, ya los jóvenes no tenían que ir a los seminarios para recibir educación.

La tecnología, la modernidad y el desarrollo han ayudado a la secularización del mundo. También las familias ahora solo tienen dos o tres hijos y si solo hay un hombre, los papás querrán, probablemente, que él prolongue el apellido. Aunque ahora haya más gente, los núcleos familiares son más pequeños, entonces hay menos candidatos que opten por esta vocación.

Para ser una persona espiritual, ¿se debe creer o hacer parte de alguna religión?
Depende de lo que entiendas por espíritu. Los judíos dividían al hombre en tres: el cuerpo, el alma y el espíritu. El espíritu era como el alma del alma, esa parte que se abre más a Dios. En cambio, el filósofo griego concebía al humano en solo cuerpo y alma. Si para ti espíritu es ese sentimiento profundo que te abre hacia la relación con Dios, de cierta manera te riges bajo el concepto judío. Y aunque yo entiendo que otros digan que no creen en Dios, creo que para ellos el espíritu se ciñe más a la filosofía griega o hegeliana.

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Usted ha visitado muchos lugares rurales del país. ¿Qué diferencias hay entre el creyente del campo y entre el creyente citadino?
Yo no creo que haya diferencias de fe como tal, pero sí en las maneras de expresar esa fe. La persona que vive y trabaja en el campo está más pendiente de la lluvia, el sol y le pide más protección a Dios en esos aspectos. El hombre de la ciudad no le presta tanta atención a ese tipo de factores.

¿Cuál es el rol de la iglesia y del Minuto de Dios en el posconflicto?
Hay mucho que hacer en el posconflicto. Muchos estamos preocupados por saber cuál es el apoyo social que se le puede dar a la Colombia rural en este momento. Si el país se llega a estabilizar en términos de violencia, tendríamos una oportunidad para formar a los jóvenes afectados por el conflicto. Hay que abrir colegios e instruirlos en la educación virtual para que puedan salir adelante.

Nosotros tenemos que ser artesanos de la paz. No puede ser que acá nos toque argumentar algo a punta de escopeta. Por eso queremos fomentar la paz desde el valor cristiano y católico sin la necesidad de apoyar un partido político.

¿Han pensado en algún proyecto para trabajar con reinsertados?
Sí nos hemos sentado a hablar para que la entidad se vaya preparando. Es un desafío para el Minuto de Dios trabajar con reinsertados porque si hace 60 años —bajo la mano del Padre García-Herreros— el reto era construir las viviendas que faltaban en las ciudades, hoy el reto es construir la vivienda que falta en el campo; si hace 60 años era la educación que faltaba en las ciudades, hoy es la educación que falta en el campo.

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¿Alguna vez le ha pasado algo digno de una celebridad católica?
No, no, nada. Ha sido una vida tranquila y sencilla como la de cualquier otro hombre que camina por la calle.

¿Qué música le gusta?
Tengo un amor especial por la música colombiana. Cuando en alguna reunión no suena nuestra música hago mi respectivo comentario. En dos reuniones animadas aquí en la Corporación, hubo cantos italianos, que así estuvieran muy bien interpretados, no hacían parte de nosotros ni de nuestro país.

Cuando yo era seminarista los cantos gregorianos eran lo más importante. Sí: son solemnes y majestuosos pero no responden al alma del pueblo latinoamericano.

¿Cómo se deben tratar a los curas acusados por pederastas?
Yo pienso que la ley colombiana debe ser estricta con todos. Ese tema es un lunar grande en la iglesia y eso es lamentable. Es una traición directa a la confianza que puede tener la gente en los sacerdotes y en su profesión. No es cuestión de decirle, "listo, no lo vuelva a hacer y ya", sino que se haga un debido proceso como se le haría a cualquier otra persona.

Cuando muera, ¿cómo cree que va a ser su encuentro con Dios?
Me va a preguntar que si sí aproveché la entrevista contigo para convertirte al catolicismo y volverte un santo.

(Risas).