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del dojo a la gran pantalla

La peculiar historia de los hermanos Shaw, los fundadores del cine de Kung-fu

Una familia china alcanzó fama mundial al fundar un prolífico género cinematográfico: el cine de Kung-fu. Esta es su peculiar historia.
Imagen vía WikiMedia Commons

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Los hermanos Shaw son sinónimo de Kung-fu. Desde finales de los años 70 y hasta inicios de los 90, el estudio SB produjo cientos de películas de artes marciales, muchas de las cuales protagonizadas por los artistas marciales más famosos de China. Runjie, Runme, Runde y Run Run, los cuatro Shaw —sí, mejor no preguntar en qué pensaban sus padres cuando les pusieron los nombres—, fueron los pioneros de este género: dirigieron desde historias épicas hasta comedias.

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El logo de los hermanos Shaw, de hecho, es casi tan icónico para una generación entera como la introducción a los Looney Tunes. ¿Qué historia hay detrás de estos cuatro ilustres nombres de la historia del cine?

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El negocio cinematográfico del clan tiene sus orígenes en una de las épocas más emocionantes de China: el periodo que vino tras la caída del orden imperial en 1911 y antes del nacimiento del estado comunista en 1949. En esa época, los acontecimientos se sucedían a una velocidad endiablada.

La ciudad de Shanghái, caldero de ideas y movimientos, era un buen ejemplo de la efervescencia del país. Tanto nacionalistas como comunistas buscaban el apoyo del pueblo; los intelectuales que promovían una nación fuerte e independiente crearon un nuevo estilo de literatura e incluso establecieron una escuela nacional de Wushu; los matones, revolucionarios y actores se codeaban con los emisarios occidentales y los espías japoneses.

Sin importar qué buscase cada uno, todos querían ser entretenidos con espectáculos, cine y teatro. De hecho, en el Shanghái previo a la revoluciónno había negocio más lucrativo que el del entretenimiento.

Los orígenes del clan Shao

El clan Shao (escrito 邵, 'Shao') estaba formado por empresarios de las cercanías de Ningbo, en la provincia de Zhejiang. Esta zona, llamada jiangman ("sur del río"), aún se considera la cuna de los administradores más sabios de China. Ciudades como Wenchou, Ningbo y Shanghái siempre fueron zonas industriales, en gran parte debido a la geografía; tenían cerca tanto el mar como la capital de la región, Nanjing. El Gran Canal fluía desde ahí, uniendo los productores del norte con los mercados del sur. Hangshou y Suzhiu, antiguas capitales culturales y políticas ya famosas en los tiempos de Marco Polo, están a pocas horas de distancia.

El clan Shaw comenzó a comerciar con textiles, pero esencialmente comerció con todo lo que tuvieron al abasto. Como muchos empresarios del área, no se dedicaban únicamente a un sector: estaban dispuestos a involucrarse en cualquier cosa que pudiera ofrecerles beneficios.

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Los acuerdos comerciales se llevaban a cabo en las casas de té y teatros de jiangnan. Numerosas familias se hicieron millonarias a partir del caos de la China post-imperial; muchas fueron eliminadas por la invasión japonesa. Las que no sufrieron a los nipones fueron erradicadas casi por completo por la revolución comunista que llegó después.

Fotografía de la calle Nanking de Shanghái en la década de los años 30. Imagen vía WikiMedia Commons.

El patriarca de la organización que creó el género del cine de Kung-fu fue un hombre llamado Shao Runjie. Nació en 1896, sexto hijo y heredero de una empresa creciente, y creció en un periodo en el que los hombres aún usaban nombres de cortesía (el suyo era Zuiweng, "el anciano borracho") y las mujeres aún se ataban los pies.

Runjie fue un abogado notable: se metía en cualquier negocio que podía. Los Shaw inicialmente tenían el cine como pasatiempo; las familias grandes y adineradas acostumbraban inaugurar cines y obras de teatro, frecuentar actores y artistas y generalmente ayudar a la comunidad a través de empresas culturales.

En la década de 1920, Shanghái era una ciudad fructífera en lo que a teatro se refiere. En EEUU y Europa, el cine comenzó adaptando las obras teatrales; otro tanto ocurrió en China. Los hermanos Shaw, dirigidos por Runjie, produjeron algunos de los primeros filmes de cine mudo y el pasatiempo filantrópico de la familia de pronto se volvió el negocio principal del clan.

Su compañía, conocida como Shaw Brothers Studios, Tianyi o Unique Films, también produjo el primer filme sonoro en Shanghái: Bai Jin Long (Dragón Blanco Dorado). Dicha película, además, contó con la presencia del famoso actor cantonés Sit Kok Sin. La película revolucionó la escena nocturna en Shanghái… justo cuando oscuras nubes de tormenta empezaban a sobrevolar la Perla de Oriente.

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Soldados chinos de una unidad de espadachines durante la invasión japonesa de la provincia de Jehol, en China, en el año 1933. Imagen vía WikiMedia Commons.

A finales de los años 20, los días de tranquilidad estaban a punto de llegar a un final abrupto. Los nacionalistas y los comunistas chinos comenzaron a masacrarse unos a otros en las calles, los japoneses estaban a punto de hacer jaque mate a toda Asia… y, en una menor escala, una alianza de estudios locales celosos trataron de eliminar a los hermanos Shaw y sus películas de todos los canales de distribución.

El clan Shaw llevó entonces sus negocios al sureste de Asia. Los Shaw crearon cines itinerantes en Malasia e inauguraron docenas de salas en la península malaya y en Singapur. Proyectaban lo mejor del teatro estadunidense y europeo y obras chinas convertidas en película; organizaron su propio circo y cabaret en dos enormes parques de atracciones, el New World y el Great World. Dichos parques eran famosos por los espectáculos de lucha y boxeo; sus visitantes eran lugareños adinerados, militares y embajadores extranjeros.

El negocio del entretenimiento volvió ricos e influyentes a los Shaw, capaces de soportar la Depresión e incluso de expandirse durante la ocupación japonesa de Singapur a principios de los años 40. Los Shaw, de hecho, cooperaron con el invasor nipón permitiéndole entrar gratis en sus salas y proyectando propaganda japonesa.

Después de la guerra, los negocios continuaron como antes, con más espectáculos y cabarets, eventos infames que presentaban la mejor belleza de Asia y Europa, y un ritmo constante de filmes y adaptaciones. Para finales de los años 50 y 60, el conglomerado de los hermanos Shaw se extendía a través del sureste de Asia y Hong Kong.

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Kung-fu en la gran pantalla

A finales de los años 60, los hermanos Shaw descubrieron el género de acción y comenzaron a producir películas de este corte. El primer filme de Kung-fu que alcanzó la fama y el éxito de taquilla fue El espadachín de un solo brazo, que recaudó un millón de dólares de la época en Hong Kong.

Durante este periodo se estrenaron varias películas similares a El espadachín de un solo brazo. Todas compartían la temática: se centraban en las aventuras de un artista marcial en distintos escenarios de la China histórica. El género se llamó wuxia (literalmente, "héroe marcial"), un nombre que ya se usaba para referirse a la literatura dedicada a las aventuras de individuos heroicos que luchaban prácticamente solos contra el mundo.

Los filmes wuxia se apoderaron rápidamente de Asia, pero no fue hasta 1970 que las películas de artes marciales se volvieron internacionales y los hermanos Shaw empezaron a recibir crédito como los fundadores del género. La producción que los propulsó a la fama global desde Hong Kong fue Five Fingers of Death, protagonizado por Lo Lieh: con esta película comenzó la moda del cine de Kung-fu, que posteriormente tuvo una fuerte influencia tanto en el cine como en las artes marciales en todo el planeta.

Los hermanos Shaw estrenaron decenas de películas al año durante cuatro décadas: la palabra prolífico se queda corta al intentar describir lo que pasaba en el mundo de estos cuatro hermanos chinos. Para ellos, todo eran negocios: negocios grandes. No hay una formación escondida en la historia del clan Shaw; ninguno de los hermanos originales tenía alguna afinidad por el Kung-fu. Sencillamente, los empresarios de jiangnan dieron al mundo lo que quería: un suministro constante de entretenimiento a un ritmo frenético.

Con su trabajo, los Shaw influenciaron a generaciones de niños y adultos y ayudaron a crear infinidad de escuelas de Kung-fu alrededor del mundo. No obstante, seguramente a ellos eso les habría importado poco, y es que desde su óptica… ¿quién puede estar interesado en la influencia cuando hay un buen negocio de por medio?

Sigue al autor en Twitter: @SaschaMatuszak